Melosa y Beñat derrochan complicidad. La pottoka originaria de Turtzioz de 9 años y el niño de 8 comparten paseos, siempre guiados por Ziortza Llano y su hermano. El menor ha acudido con su ama y su aitite al barrio de Rodaiega, donde la fisioterapeuta de Gordexola le imparte terapia todas las semanas. La yegua le ayuda a ganar confianza, aprender a moverse en equipo y mejora su actividad motora. Observándoles no cabe duda de que a Ziortza le ha merecido la pena la carrera de obstáculos para llegar hasta aquí. Está construyendo al lado de los establos ubicados cerca de su casa el edificio que albergará “salas de intervención de fisioterapia, psicológica, un txoko acogedor para que las familias esperen mientras se desarrollan las sesiones, así como vestuarios, baños, etc. también para los trabajadores que puedan venir”. Habla con la pasión que ha contagiado al premio BUM. Ganadora de las votaciones de jurado y público de este galardón organizado por Global Shapers Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia, recibirá 3.000 euros y expondrá en Bruselas ante las instituciones europeas el proyecto con el que persigue “mejorar la calidad de vida”.
“Me he criado aquí, siempre con caballos”, cuenta. Compitió “puntualmente en la hípica de Okondo, me encantó y aprendí muchísimo”. Sin embargo, no es lo mío porque me pongo nerviosa”. Conocedora de que “muchas personas se forman en fisioterapia pediátrica y se dedican a la rehabilitación en diferentes casos”, decidió especializarse en hipoterapia que “me permite mezclar lo que me gusta: la salud, otra de las opciones que había barajado estudiar y trabajar con caballos y al aire libre”.
Conseguirlo requirió toda su fuerza de voluntad y paciencia. Tras finalizar Fisioterapia, durante tres años se apuntó en másters de hipoterapia que no acababan de fructificar porque “es una formación muy específica que a veces no tiene tanta salida y no salía el número mínimo de personas”. Mientras tanto, “me formé en atención temprana”. Cuando por fin halló otro curso en la Universidad Complutense de Madrid pensó que había expirado el plazo de matrícula, pero esta vez la providencia se puso de su parte porque “retrasaron la convocatoria”.
Niños con diversidad funcional
Aunque “los niños acceden más, la hipoterapia se recomienda para todo tipo de personas, también vienen pacientes adultos”. Ella se enfoca sobre todo “al mundo de la diversidad funcional y las afectaciones motóricas ya que, como fisioterapeuta, me corresponde ese ámbito de actuación”, pero los beneficios se extienden “a nivel conductual, social... quien acude al psicólogo a una sala cerrada puede venir aquí, simplemente, la terapia se aborda desde otro punto de vista”. De hecho, Ziortza colabora también con una psicóloga.
“Mejora la movilidad de la pelvis, el control de la cabeza y el tronco, el tono muscular, la autoestima...”
En una primera valoración “presentamos el entorno, los caballos -hay siete, cada uno no hace más de dos entrenamientos para no saturarse-, cómo comunicarnos con ellos, etc.”. Luego prueban a montar. “El impulso rítmico, el movimiento tridimensional se traslada al jinete y así obtenemos los beneficios descritos y estudiados en ensayos clínicos. La parte de pie a tierra los acarrea también en el área motora. Desde la autoestima, autoconfianza, trabajo en equipo cuando hay varios niños a la vez, ayuda a disminuir la espasticidad y, en consecuencia, regular el tono muscular, mejora la movilidad de la pelvis necesaria para adquirir la marcha, mejora el control de tronco y cabeza, la fuerza de extremidades, previene escoliosis, incides en la musculatura abdominal y paleovertebral y así podría seguir…”, describe.
Desde su experiencia “los caballos se comportan como animales sociables a los que gusta estar contigo y disfrutan de la terapia”. Quería establecerse por su cuenta, entre otras razones, para proporcionarles una vida adecuada porque, cuanto mejor se encuentran nos lo devuelven” multiplicado “de manera aún más enriquecedora”. “Hacen gala de su propia personalidad, nos transmiten, aunque no hablen y me parece totalmente necesario que vivan bien: en semilibertad, con alimentación adecuada”. Se comportan “diferente con cada niño, hay quien cambia de caballos y otros se mantienen con el mismo y lo vivimos como algo muy especial”, como el entrañable vínculo entre Beñat y Melosa.