Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. O lo que es lo mismo, tal como expresaba el estadista y filósofo inglés Francis Bacon, “si las cosas no se dan en la forma que pensamos, habrá que buscar otra forma de conseguirlas”. Y eso es precisamente lo que ha hecho un grupo de vecinos, asociaciones y entidades públicas y privadas de Meatzaldea para llamar a la atención de las instituciones sobre los numerosos vestigios mineros que están desapareciendo en el Biotopo de los Montes de Triano. Y para ello han elegido un antiguo poblado minero, el de El Saúco, enclavado en el término municipal de Galdames, para poner en evidencia que en el libro de la recuperación de la memoria histórica de la minería vizcaina aún hay capítulos por escribir aprovechando que el abandono aún no ha esquilmado todos los renglones.

El Saúco era un núcleo minero que se constata que estuvo habitado desde finales del siglo XIX configurándose como núcleo central de otros pequeños asentamientos en zonas como Urallaga, El Saúco, La Elvira y el Escachabel. “En El Saúco aún se conserva buena parte del edificio de oficinas y almacén de la antigua compañía minera La Magdalena y Urallaga. Hay gente que piensa que allí había un hospital pero en realidad era un edificio administrativo y logístico”, apunta José Antonio Quintana, vecino de Abanto Zierbena y apasionado de la historia de los Montes de Triano y buen conocedor de estos parajes que recorre habitualmente con su ganado.

Rescate

“En La Elvira estaba la iglesia, de la que aún existen restos, que hacía las veces de escuela a la que acudían todos los niños del entorno donde recibían clases de los maestros que subían desde San Pedro de Galdames ”, añade Quintana quien apunta que en su máximo apogeo, “en estos poblados y otros asentamientos desperdigados por las cercanías pudieron llegar a residir entre 6 y 7 mil personas”. Prueba de la pujanza que tuvo la zona ha sido el descubrimiento de un gran lavadero abrevadero y manantial en el entorno de El Saúco. “Estaba totalmente invadido por la maleza y sepultado bajo tierra pero gracias al auzolan que hemos llevado a cabo hemos podido sacarlo a la luz”, se felicita Quintana que agradece la colaboración de la Ekoetxea de Peñas Negras, el Centro Trueba, la asociación de Usuarios de los Montes de Triano, Burdin Herria, Asociación de vecinos de Larreineta y el Área de Obras y servicios del Ayuntamiento de Trapagaran, que ha aportado diversos materiales al voluntariado que ha hecho posible este hito conservacionista.

“Además lo hemos hecho con la autorización expresa de la Diputación Foral de Bizkaia de la que pretendemos obtener nuevos permisos para seguir desarrollando esta labor de voluntariado medioambiental”, avanza Quintana. “Nuestra idea es crear un plan de recuperación de restos mineros mediante acciones de limpieza de los restos y su entorno. Pensamos que a lo largo del año, coincidiendo con días como el del voluntariado, del medio ambiente o las jornadas de patrimonio, se pueden programar este tipo de actuaciones que tan solo pretenden poner en valor ese patrimonio minero que ha quedado totalmente enterrado por el paso del tiempo”, plantea Quintana.

El lavadero

Enterrado. El lavadero abrevadero de El Saúco, desenterrado por el auzolan de vecinos y entidades de Meatzaldea, tiene cerca de 6 metros de largo por 3,5 metros de ancho y unos 70 centímetros de profundidad y estaba conectado a un abrevadero de unos 3 metros de largo.

Señalética. Los promotores de la iniciativa, exclusivamente de visibilización, confían en que una vez despejados otros restos del entorno, se pueda señalizar la historia de la zona.