Lo ocurrido en los últimos tiempos da más valor si cabe al hecho de reunirse. Ayer, con motivo de la fiesta de San Nikolas, muchas cuadrillas portugalujas vivieron este momento del reencuentro para disfrutar de una festividad a la que no quiso faltar ni el sol. La Canilla se convirtió en el epicentro de una celebración en la que las carpas dibujaron el paisaje del corazón de la noble villa. Así, desde el inicio del paseo hasta cerca de la muga con Sestao se pudieron ver decenas de carpas y, en cada una de ellas, una cuadrilla disfrutaba de un día sin igual.

San Nikolas es la excusa ideal para reencontrarse.

El inicio oficial de la jornada festiva fue a las 10.00 horas, pero desde mucho antes ya había cuadrillas que habían madrugado o trasnochado para hacerse con el mejor sitio posible para poner sus carpas. Unos de los más tempraneros fueron Xabier Bastida y Eneko Ladrón, quienes el viernes sobre las 22.30 horas ya colocaron su carpa en una zona de La Canilla. “Vimos que ya había gente bajando con sus carpas y decidimos colocar nosotros también la nuestra. La fiesta de San Nikolas es muy bonita porque es un punto de encuentro, de reencuentro para las cuadrillas. Teníamos muchas ganas de que se celebrase esta fiesta tras los dos años de parón por la pandemia”, reconocieron.

Había ganas, muchas ganas de fiesta y, además, el tiempo acompañó. No había excusa para faltar a San Nikolas. Entre las muchas carpas que se colocaron en La Canilla, había una que destacaba por su colorido y por un gran unicornio hinchable que coronaba el tejado; pertenecía a la cuadrilla Pimplatenportu. Además de un unicornio, lucía unas cortinillas de papel y, dentro de la carpa estaba el secreto mejor guardado: el sistema con el que servían el kalimotxo, compuesto de un grifo con su propio circuito en el que una Black&Decker era una pieza indispensable, el centro de todo. “Se trata de un día bonito, de reunión y este año hemos tenido, además, buen tiempo. Venimos a disfrutar, a reír y a comer”, resumieron.

Pimplatenportu junto al unicornio que lució en lo alto de su carpa.

San Nikolas transforma La Canilla cada año en un punto en el que huele que alimenta. El aroma de las paellas, los chorizos asados o a la brasa, la panceta y demás platos embriaga el aire y abre el apetito de cualquiera. Los integrantes de la cuadrilla Axolagabeak estaban preparando la comida sin prisas con el reloj. “Este año no hemos madrugado, hemos llegado sobre las 10.30 horas y hemos cogido sitio. La verdad es que hay, más o menos la misma gente que otros años, nos encanta el ambiente y el hecho de que sea una fiesta de día también atrae”, explicaron Mota, Txipi e Iván, miembros de Axolagabeak.

La cuadrilla Axolagabeak no se perdió su cita con San Nikolas.

Colas en los hinchables

Entre unos y otros se generó una grandísimo atmósfera en La Canilla a lo largo de toda la jornada. Como no podía ser de otra forma, los más txikis tuvieron un espacio preferente dentro del ambiente festivo y como ya es tradición en San Nikolas, pudieron disfrutar de una serie de hinchables que siempre triunfan. La jornada de ayer no fue la excepción y las colas para poder acceder a los hinchables ubicados en la zona de La Canilla más pegada a la ría. Pero sin duda alguna, quienes dan color y vida al día de San Nikolas son las cuadrillas de Portugalete, grupos que, a lo largo de toda la mañana estuvieron participando en los distintos concursos entre grupos que se llevaron a cabo. Por su parte, la música tomó parte importante en las celebraciones de ayer. Así, a mediodía los integrantes de Portugaleteko Txistuzaleak amenizaron la matinal y es que mientras las cuadrillas preparaban el almuerzo, los txistularis pusieron banda sonora a los preparativos de la comida. Ya por la tarde, una vez se relajaban en la sobremesa reposando la copiosa comida, llegó el turno de la animación callejera, que corrió a cargo de Monstruos Band Bass. Con el paso de las horas, la actividad no decayó. Ni mucho menos. Para comenzar la noche, Saltoka Dantza Plaza puso los primeros ritmos, representando el aperitivo perfecto para la romería que comenzó a medianoche y corrió a cargo del grupo Aldats. El broche final a la fiesta de San Nikolas llegó a las 03.00 horas, cuando en la txosna que se habilitó en el recinto festivo se procedió a la tradicional quema del Kolas.

De esta manera, Portugalete volvió a disfrutar tras dos años de parón de la fiesta de San Nikolas, una celebración que ninguna cuadrilla portugaluja se quiso perder, una celebración en la que todos disfrutaron a pleno sol.

En corto

  • Fiesta esperada. La fiesta de San Nikolas era una actividad muy esperada por las cuadrillas portugalujas tras el parón obligado de dos años a causa de la pandemia. Los jarrilleros no fallaron y volvieron a llenar hasta los topes el paseo de La Canilla.
  • 17 horas. La fiesta de San Nikolas tuvo una duración oficial de 17 horas, aunque algunos alargaron más la celebración. La programación comenzó a las 10.00 horas con el tradicional lanzamiento del txupin y el último acto tuvo lugar a las 03.00horas con la quema del Kolas.
  • Gran ambiente. El corazón de Portugalete vivió ayer un grandísimo ambiente. La Canilla se convirtió en un mar de carpas en las que cada una de las cuadrillas celebró su propia fiesta y comida. A lo largo de la jornada, los más txikis pudieron disfrutar de hinchables y el público en general gozó con los concursos de cuadrillas y otras actividades como, por ejemplo, las actuaciones musicales.