Los ayuntamientos de Güeñes y Zalla han decidido interrumpir el estudio previsto sobre la calidad del aire en ambos municipios que iba a evaluar el impacto de las emisiones de Glefaran. Ambos municipios aseguran que la próxima instalación de “un nuevo proyecto industrial” en los terrenos que ocupa en parte la planta de biomasa y “los avances para la llegada de otros en los próximos años pueden hacer desaparecer la actividad” y provocar que el análisis pierda su sentido.

Los consistorios avanzan que la primera de las iniciativas empresariales inicirá “en breve” la tramitación para su implantación en 30.000 de los 70.000 metros cuadrados de la antigua papelera, de propiedad privada. Existen otros proyectos “con un grado de desarrollo menor, pero también muy avanzados”, que se asentarían en el resto del terreno. Sin entrar en detalles, garantizan que “próximamente” podrán aportar más información.

Estos negocios “permitirán rehabilitar la zona y generar empleos de calidad para las dos localidades”, celebran. Ante esta situación, entienden que el estudio de calidad del aire, en el que se iban a invertir 220.000 euros y se encontraba en fase de licitación pública, “quedaría sin efecto”.

El alcalde de Güeñes, Juan Andrés Iragorri, y el de Zalla, Juanra Urkijo, recuerdan que “la generación de empleo y la atracción de nuevas empresas industriales a Enkarterri ha sido y seguirá siendo una de nuestras prioridades y demandas”. Sobre todo, tras constatar cómo “en las últimas décadas muchas empresas del entorno cerraban o se trasladaban a otros lugares”. Gracias a la implicación de diferentes instituciones, remarcan, y “la colaboración público privada”, en septiembre se verán los primeros resultados en un proyecto “con los máximos estándares en protección medioambiental” mientras se trabaja en futuros proyectos para la comarca.

Por su parte, desde Glefaran se limitan a afirmar que “estamos dando pasos para convertirnos en un polo de bioeconomía”. Además, precisan que el periodo de vida útil de la caldera actual de la planta de biomasa marcado por la legislación expira “el 31 de diciembre de 2026”.

Vecinos de Güeñes y Zalla denuncian desde hace seis años las emisiones procedentes de las instalaciones de Glefaran, que consideran perjudiciales para la salud, recriminando además que se hiciera uso de la autorización ambiental integrada concedida en su día a la papelera de Pastguren. Convocados por la plataforma ciudadana Güeñes Bizia, reclamaron a las instituciones soluciones urgentes en dos manifestaciones, la segunda de ellas en 2020, poco antes de la pandemia.

Por aquellas fechas, los ayuntamientos de Güeñes y Zalla respondieron a la preocupación anunciando la elaboración de un estudio sobre la calidad del aire en los dos municipios para despejar cualquier tipo de duda. El examen iba a incluir valoración de las emisiones derivadas de la planta de biomasa, análisis de documentación histórica y modelización climática en el entorno de sus instalaciones, estudio de emisiones de gases, vapores y partículas en las instalaciones de la empresa y del aire que se respira en cuatro campañas intensivas de un mes cada una. Todo ello, con mediciones en continuo durante un año.

El malestar persiste pese a que el lehendakari indicó en noviembre que Glefaran “cumple la norma europea”. La formación Güeñes Elkarrekin llamó a concentrarse en el Ayuntamiento en el pleno de ayer porque “no permitimos que se juegue con la salud”.

Caldera

2026

La vida útil de la caldera de la planta de biomasa finaliza el 31 de diciembre de 2026. Es decir, diez años después de su puesta en marcha con oposición vecinal. Glefaran anticipa que están “trabajando para convertirse en un polo de bioeconomía”.