“Al acabar los cursos me suele gustar poner un vídeo para invitarles a reflexionar. En cierta ocasión vi cómo una de las personas lloraba al verlo. Después me acerqué en privado y le pregunté qué pasaba. Había recordado el accidente que tuvo en el que la persona que le acompañaba quedó en silla de ruedas”. Son algunas de las experiencias que suma José Antonio Palomares Ramírez en su curriculum como profesor de Formación Vial y Formador de Recuperación de Puntos desde 2006. Fue uno de los primeros.Desde entonces, por sus aulas han pasado todo tipo de alumnos. “No hay un perfil”, dice, aunque sí aprecia que el número de mujeres es menor. Por lo demás, los hay prácticamente noveles, experimentados, abogados, albañiles, médicos... Está claro, en todo caso, que los más expuestos a perder puntos y por tanto el carnet son los repartidores y viajantes, en general la gente que utiliza más el coche. Por eso, ellos pueden realizar este tipo de cursos cada año y no cada dos como el resto de los conductores. Su mayor gratificación es cuando se ha encontrado en la calle con algunas de las personas que ha realizado el curso y le ha parado para agradecer todo lo aprendido.

Control riguroso

Palomares está convencido de la bondad de estos cursos. Sobre todo porque “el factor humano puede evitar el 70% de los accidentes”, así que la actitud del conductor es fundamental.

Es lo que trata de transmitir en estos cursos. Responsabilidad, concienciación pero tampoco le duelen prendas a la hora de poner cifras a las muertes por despistes, por alcohol, por no llevar cinturón. Al final, José Antonio trata de reflejar que detrás de cada número de muertos hay personas. “Vidas rotas”, dice en alusión a las declaraciones de reclusos que se arrepienten de haber llegado a esa situación por una imprudencia.

No son muchos los reincidentes en la pérdida total o casi total de los puntos, según sus datos. “Al final, el curso es costoso de tiempo, cuesta dinero y no es cómodo. Por eso quien lo realiza una vez se conciencia bastante”.

Si algo caracteriza las clases es la seriedad. Se ficha a la entrada y salida con foto y firma y el cumplimiento de las 12 horas se lleva a rajatabla. “Vamos, que si alguien lo había pensado, no se trata de un paripé”, señala una de las personas que ha realizado este curso recientemente.

“Parece que no te puede pasar, pero de pronto cometes dos despistes seguidos y te encuentras con que te faltan un montón de puntos y que no te puedes arriesgar”. Ese fue el caso de Juan. “Me encontré con que me quedaba un punto y no podía arriesgarme, así que de inmediato pregunté por una autoescuela donde pudiera realizar la recuperación de puntos”. Pero Juan pensaba que las clases serían “menos formales”. Después de 12 horas recibiendo la formación de Palomares reconoce que “he aprendido muchas cosas que no sabía, o mejor, he tomado conciencia de cosas en las que no me había parado a pensar”.

Palomares cree que “la concienciación es fundamental” y en ello basa sus clases.