Una vez diseñados los enlaces de los dos extremos del túnel bajo la ría, el siguiente gran hito al que se deberá enfrentarse el proyecto es la definición de su intermodalidad. Es decir, qué medio de transporte público y sostenible acompañará a los vehículos privados a través de sus dos galería paralelas.

Según ha explicado el diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, Imanol Pradales, los equipos que trabajan en el proyecto están ya inmersos en definir cuál es la mejor opción para acompañar al tráfico rodado dentro de los tubos, convirtiéndolas en una infraestructura multimodal. El objetivo es dar al túnel su máximo potencial, maximizar la inversión y el beneficio para las personas de Bizkaia, estudiando cual es la mejor opción desde el punto de vista social, medioambiental y económico. “Desde el primer día dijimos que queríamos que por estos túneles, además de vehículos, pudiéramos aprovechar el esfuerzo inversor para incorporar otro tipo de transporte público sostenible”, ha recordado el responsable foral.

Metro, tranvía, bicicletas... Todavía no hay nada definido en cuanto a qué medio de transporte público acompañará a los más de 51.000 turismos, motos y furgonetas que se calcula utilizarán a diario esta infraestructura. “Todas las alternativas están siendo analizadas. Así como en el caso de los enlaces hemos analizado más de 30 hasta dar con el bueno, o para seleccionar el método constructivo, aquí nos pasa lo mismo; cada euro que invertimos en esta fase del proyecto son miles de euros ahorrados, si lo hacemos bien, en la fase de obra. Y no debemos confundirnos”, ha subrayado Imanol Pradales.

No es el único paso que se tendrá que dar antes de que las máquinas empiecen a construir los túneles. Según ha explicado el diputado foral, todavía se deben definir al detalle los métodos constructivos del subfluvial, según cada uno de los tramos -“no es lo mismo construir el enlace que los túneles”-; analizar las fases de obra y métodos constructivos en los accesos que minimicen las afecciones al tráfico durante las obras; la evaluación ambiental, y el análisis de respuesta del sistema metropolitano con el subfluvial ante posibles incidentes.

ARRANQUE DE OBRA EN 2024

El gran subfluvial que cambiará de forma radical los flujos de tráfico en el entorno metropolitano mantiene las previsiones para su puesta en funcionamiento en el año 2028. Según ha recordado el diputado foral, el proyecto se encuentra ahora en fase de reacción: la licitación se realizó en septiembre de 2020 por un importe de 10,5 millones de euros y la previsión es que esté finalizado en el verano de 2023. “A partir de ese momento deberá licitarse la obra y arrancaría su construcción, con una duración que se estima en unos cuatro años de obras y una inversión de en torno a los 400 millones de euros. Si comienzan las obras en 2024, con cuatro años de trabajo; el año 2028 sería cuando esté en funcionamiento, siempre que la obra vaya bien”, ha avanzado Pradales.

Los túneles bajo la ría están llamados a ser, junto a la segunda fase de la Supersur, la respuesta a los problemas a los que se enfrenta la metrópoli como consecuencia de la falta de alternativas al puente de Rontegi. “Cada día atraviesan Rontegi una media de 155.000 vehículos en los tránsitos entre la A-8, La Avanzada y el corredor del Txorierri. La falta de mallado de la ría se traduce en la alta vulnerabilidad de este nudo estratégico de comunicaciones, así como en la realización de sobre recorridos para cruzar entre ambas márgenes”, ha recordado Pradales.

Se estima que los túneles captarán una media de 51.000 vehículos en día laborable, sacando más de 18.000 vehículos de La Avanzada, 14.000 de la recta de Max Center y 35.000 del puente de Rontegi.