L franquismo constituyó la denominada Comisión de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria sin haber acabado aún la Guerra Civil. Fue creada en febrero de 1938. Tenía como objeto establecer las normas y controlar la construcción de cualquier tipo de monumento. Consultada al respecto, la licenciada en Historia del arte, Garazi Arrizabalaga, ilustra que para este movimiento golpista antidemocrático el arte era “pura propaganda y todos los monumentos que se levantaron -incluidas las arquitecturas- tenían un fin claro: exaltar la ideología triunfal y evocar simbólicamente a los ausentes en sus dos formas fundamentales: los héroes y los mártires”.

La Comisión de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria exigía que estos monumentos respondiesen a un mismo criterio artístico e histórico, evitando la diversidad de iniciativas y orientaciones. “Por tanto, creando un tipo de arte concreto que se podría denominar arte funerario franquista”, concreta.

El cementerio de Durango cuenta al final de la calle principal con una capilla que cumple todos esos requisitos. El Archivo Municipal de Durango custodia el pliego de condiciones de su diseño y construcción ya que el consistorio local decidió demoler la capilla existente hasta la fecha. Su razón era la siguiente: erigir una exprofeso una nueva que exaltara la ideología triunfal y evocara simbólicamente a los ausentes en sus dos formas fundamentales: los héroes y los mártires. El citado pliego de condiciones registra las siguientes palabras: “Será un panteón capilla para honrar a los mártires y héroes de campaña en el cementerio de Santa Cruz”.

Hasta la fecha, el PNV -hoy en la oposición- llevó a cabo diversos cambios en esta capilla. El alcalde jeltzale fallecido, Juan José Ziarrusta, impulsó un proyecto personal para eliminar la simbología franquista del inmueble y rebautizó la capilla como “espacio de reconciliación y paz”. Se desvistió el interior de unas placas de mármol con los nombres de los citados como “caídos por España”, incluso las vidrieras -en la actualidad hay cristales- y la simbología exterior, excepto la cruz franquista de grandes dimensiones que sigue siendo el pico de altura del camposanto municipal. Es decir, se retiró, incluso, el símbolo de Cristo de la entrada y se dejó su forma de escudo, pero no la cruz católico-franquista, ni el arte funerario del monumento del régimen dictatorial.

comisión municipal

Años más tarde, su sucesora, la también jeltzale Aitziber Irigoras, declaró las siguientes palabras: “Debe quedar claro que la capilla no la vamos a derribar, pero sí hacer unos cambios. Lo haremos a través de la comisión municipal de los bombardeos, pero sí queremos darle una vuelta”, aseveró. Irigoras -hoy docente- preveía retirar “elementos como un cristo que hay en su interior o la cruz”, declaró el 1 de abril de 2017. Desde entonces, no se han dado nuevos pasos al respecto. El cristo crucificado de casi dos metros de altura continúa hoy en el mismo lugar rodeado de más cruces -dos de ellas son ventanales-, incluso un altar.

Un lustro después, en el año que se cumplirá la conmemoración del 85 aniversario del bombardeo contra Durango del 31 de marzo de 1937, DEIA ha solicitado su posicionamiento sobre este monumento franquista a diferentes agentes, así como a los grupos políticos con representación en el ayuntamiento de la villa. El Consistorio está gobernado desde 2019 por los grupos políticos EH Bildu y Herriaren Eskubidea Elkarrekin-Podemos.

Las diferentes siglas de la corporación local coinciden en abogar por la ausencia de fascismo y franquismo en el cementerio y en el resto de Durango, ahora bien, en la actualidad ninguno responde directo a si retiraría la cruz. La alcaldía de la villa es de EH Bildu, asegura que está trabajando en relación con el bombardeo de 1937 y la represión fascista posterior. “El tema de la cruz está en nuestra agenda de trabajo. Al igual que en otros temas relacionados con la memoria en este caso también lo realizaremos conjuntamente con asociaciones y personas interesadas y que nos puedan ayudar a dar la respuesta adecuada a cada uno de los temas de la agenda”, manifiestan Aritz Bravo y Marian Bilbatua.

Gobiernan en coalición con Herriaren Eskubidea, quienes tienen “claro que se debe erradicar todo vestigio franquista y fascista. En esa línea estamos trabajando junto a la mesa de la memoria creada está legislatura para que después de casi 85 años las víctimas y familiares del bombardeo de Durango tengo su merecido reconocimiento, reparación y justicia”, expone Julián Ríos.

Desde el PNV, declaran que siempre han trabajado para preservar y transmitir la memoria histórica. “Fue precisamente el alcalde jeltzale Juan José Ziarrusta quien impulsó los homenajes del 31 de marzo para recordar el triste bombardeo de Durango en el 2004 y también la eliminación de la simbología franquista del cementerio”, valoran y detallan más su argumento: “Así el gobierno del PNV remodeló la capilla del cementerio eliminando la simbología franquista y convirtiéndola en un espacio de paz y reconciliación. Es importante seguir trabajando y dando pasos para cumplir con la Ley de la memoria histórica”, valora Mireia Elkoroiribe.

El PSE, por su parte, estima que los temas de la memoria histórica avanzan, aunque “probablemente mucho más lento de lo que nos gustaría, claro ejemplo es lo que nos ha costado sacar a Franco del Valle de los Caídos”, valoran. Los socialistas entienden que “teniendo en cuenta que en la capilla se encuentran homenajeadas personas con diferentes sensibilidades (que esto sería otro debate), si lo que se pretende es recordar a los muertos en la guerra no debería sobresalir ningún tipo de simbología que pueda suponer un rechazo o que no represente a parte de ellos”, comunica Jesica Ruiz.

Los agentes consultados son más explícitos al abordar la pregunta de si eliminarían la construida como cruz triunfalista católico-franquista. Así, el historiador e investigador Jimi Jiménez, por ejemplo, lo tiene más claro. “Mi opinión personal no solo es retirar la cruz, sino quitar también todo el significado religioso de que sea una capilla, es decir, convertirlo en un habitáculo”.

El fotógrafo referente en exhumaciones de la Guerra Civil, Mauro Saravia, mantiene otro pensamiento diferente, si bien sí considera que la cruz es fascista. “Aunque siempre respetaré las decisiones democráticas, siento que cada vez que eliminamos un monumento franquista, estamos cayendo en lo mismo que hicieron ellos. Borrar todo vestigio que no sea congruente a su pensamiento”, espeta y parafrasea al historiador británico Tony Judt: “Una nación tiene que haber recordado algo primero para luego poder comenzar a olvidarlo. Hasta que Francia no comprendió a Vichy tal como fue, y no como eligió recordarlo mal, no pudo dejarlo de lado y continuar”.

años de trabajo

Desde años atrás, la asociación memorialista Durango 1936 Kultur Elkartea trabaja al respecto. Hoy forma parte de la mesa municipal de la memoria. La entidad no acató la mutación de capilla a espacio de paz y reconciliación y que en ella se escribiera sobre mármol el nombre y apellidos de los muertos de los bombardeos fascistas del 31 de marzo y 2 y 4 de abril de 1937 junto al nombre y apellidos de los fusilados por republicanos como vendetta del bombardeo también fascista no planificado del 26 de septiembre de 1936 en la localidad.

Argumentan, que como capilla que es sigue un espacio religioso católico en el que algunos de los “homenajeados” no les gustaría ser citados, como pueden ser comunistas, anarquistas o socialistas. Y, por otro lado, aducen que a aquellas personas que “no les gustaría estar junto a sus verdugos”.

En lo que a arte funerario franquista se refiere, en opinión de Garazi Arrizabalaga, la capilla se trata de un monumento que “está sujeto a un valor histórico puesto que es testimonio de una época pasada, pero evoca un pasado doloroso donde no son dignificadas todas las personas en igualdad de condiciones. Para poder abogar por su conservación debería ser privado de todos los elementos franquistas o bien evocar la memoria de todos los caídos”.

La licenciada en Filología hispánica y documentalista Marian Díaz Gorriti aporta un análisis sobre este edificio del Ayuntamiento de Durango. A su juicio, la cruz es de estética totalitaria, fundamentada en crear “una atmósfera de ordeno y mando. Es en realidad una capilla católica erigida en su día para exaltación fúnebre de “ciertos” caídos en la Guerra Civil. Por lo tanto, excluyente con el resto, en las antípodas de la máxima cristiana al prójimo como a ti mismo”.

Díaz Gorriti valora que, al cambiar el contexto, “se quiso blanquears. Sin embargo, el conglomerado destila el “espíritu” de la época. Asimismo, conserva la esencia del gusto arquitectónico que imperó en el franquismo, creo recordar denominado desornamentado, exudando virilidad hegemónica, y que en la actualidad hacen de este búnker crucificado un conjunto de un mal gusto exquisito”.

La Comisión de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria exigía que estos monumentos respondiesen a un mismo criterio artístico

Las diferentes siglas de la corporación de Durango coinciden en abogar por la ausencia de fascismo y franquismo en el cementerio