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El poder de las velas benditas de la Candelaria

Tradicionalmente, han tenido mucha utilidad en ritos eclesiásticos y para la protección relatos como los recogidos por Juan Manuel Etxebarria en Gorbeialdea

El poder de las velas benditas de la Candelaria

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Quedaba poco para la llegada del invierno. Unas ovejas que pastaban en Gorbeia notaron el cambio de tiempo y se inquietaron. La nieve comenzó a caer y a blanquear la tierra y los pastores que cuidaban el rebaño empezaron a discutir sobre qué hacer. Finalmente, decidieron refugiarse en la cueva de Supelegor para pernoctar con el rebaño. Una vez allí, todos se tranquilizaron y el pastor de mayor edad, siguiendo la costumbre, encendió una vela bendecida por la candelaria, por si acaso. A medianoche, unos raros ruidos asustaron a todos. Los pastores se dirigieron a la boca de la cueva y vieron cómo una bandada de pájaros intentaba entrar sin poder. Entonces el viejo pastor le dijo al joven: “Escucha, estos son pájaros-demonios y no pueden entrar porque hemos encendido una candela bendita”. A la mañana siguiente, al aparecer espacios de nieve derretida, los pastores apagaron la vela y sacaron las ovejas. Nada más salir, todos los pájaros-diablos entraron en Supelegor.Este relato, recogido por Juan Manuel Etxebarria en sus más de cuatro décadas de contacto directo con habitantes de los pueblos de Gorbeialdea para la búsqueda y recopilación de mitos y leyendas, es una buena muestra de la creencia popular de que “los símbolos cristianos tenían mucha fuerza sobre cualquier ser mitológico. Dejaban sin poder a estos personajes. Se consideraban salvoconductos de seguridad”. Es el caso del común gesto de santiguarse, de algunos toques de campana o de las velas bendecidas el 2 de febrero, Día de la Candelaria. “Como reza el título, el elemento básico de esta celebración es la candela o vela que se bendecía en las iglesias en el acto religioso correspondiente. Hay de diferentes tamaños y tipos: de cera virgen de abejas , de color amarillento, de color blanco que son las más sencillas, o con argizaiolas o típicas velas de cera amarillenta delgada enroscada en una tabla tallada que según se gasta hay que desenroscarla”, enumera a modo de ejemplo el doctor en Filología Vasca natural de Zeberio y miembro del grupo Etniker-Bizkaia de Etnografía fundado por José Miguel de Barandiaran, de quien fue discípulo. “Era -asegura Etxebarria- una costumbre muy arraigada en nuestros pueblos, pero que últimamente va en decadencia”.

El poder de la vela bendita

Esas velas bendecidas el Día de la Canderalia han tenido, tradicionalmente, muchas utilidades en rituales eclesiásticos al ser puestas y encendidas “junto al sagrario en las iglesias, en las sepulturas familiares dentro de la iglesia, en los bautismos, en la vigilia mortuoria en la mesilla junto al difunto o en los santuarios”. La percepción de protección y seguridad que ofrecen ha estado, también, muy interiorizado por la población y muy presente en la vida diaria hasta el punto de que se encendían durante las tormentas para evitar la caída de rayos o en farolas portátiles “para andar de noche y evitar el miedo o cuidarse de las ánimas errantes” y era muy común que agricultores y ganaderos las llevarán en el zurrón “para cualquier menester” como es el caso del relato protagonizado por los pastores que se refugiaron en Supelegor.

No es de extrañar, por tanto, que las velas benditas se mencionen en dichos populares como el recogido por Juan Manuel Etxebarria en euskera: deabruari be kandela bigaz egin behar jako argi, badaezpada (también al diablo hay que hacerle luz con dos candelas, por si acaso). Además, el 2 de febrero es una fecha copada de refranes relacionados, sobre todo, con la climatología, ya que para que las cosechas vayan por su curso normal, por Candelaria tiene que hacer frío. “En Zeberio, por ejemplo, dicen: Kandelarioetan denpora epela baino otsoa ardi artean hobe”, mejor el lobo entre las ovejas que tiempo templado por la Candelaria”, apunta el etnógrafo que, como estudioso e investigador de los ritos y costumbres de Gorbeialdea defiende la difusión y puesta en conocimiento de estas tradiciones. “No hay por qué ser creyente para recordar y mantener las costumbres. Son parte de nuestra historia y cultura, lo que nos hace pueblo. Y hay que saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos”, afirma.

Intenso santoral de febrero

El nombre de Febrero viene de Februarius. En la mitología romana, Februus, era el dios de los muertos y de la purificación “y en la antigua Roma, en este mes se celebraban las fiestas parentales o Parentalia que eran festejos fúnebres que se celebraban, todos los años, del 13 al 21 de febrero en honor a los difuntos de una familia (parentes) y, a veces, de un país”, explica Etxebarria. También tenían lugar, entre el 13 y el 15 de febrero, las famosas fiestas Lupercales (o Lupercalia), una antigua celebración pastoral, posiblemente pre-romana, “para evitar los malos espíritus y purificar la ciudad, y para liberar a la salud y a la fertilidad”.

El papa Gelasio I (de 492 a 496), escandalizado por las costumbres y rituales que rodeaban al festival, prohibió y condenó en el año 494 la celebración pagana de las lupercales que sustituyó por otro similar en el que se celebraba la purificación y fertilidad de la Virgen María. “En el imperio romano el mes de febrero que miraba hacia la primavera, estaba lleno de fiestas paganas y poco a poco la Iglesia Católica fue cristianizando el calendario con un santoral abundante. Por citar algunos ejemplos, ahí están: la Candelaria, el 2 de febrero; San Blas, el 3 de febrero con su bendición de cordones y productos varios para consumo de personas y animales; Santa Águeda, cuya víspera salen diferentes grupos y coros, cantando la vida de la santa por pueblos , barrios y caseríos, destacando el famoso coro de Arratia; San Valentín el 14 de febrero, día de los enamorados... En resumen, el cristianismo va imponiendo su estrato cultural encima del pagano, aunque en muchos casos confluyen los dos”.

Y una particularidad del euskera es que los meses reciben nombres relacionados con elementos de la naturaleza, en el caso de febrero: otsail (mes del lobo), zezeil (del toro), katail (del gato) o iltxiki (mes pequeño).

“La creencia de que los símbolos cristianos tenían poder frente a los seres mitológicos ha estado muy extendida”

“A las velas benditas se les atribuye protección ante las tormentas o las ánimas errantes”

Miembro del grupo Etniker-Bizkaia