No abusar de la calefacción, que supone "casi la mitad del consumo", y revisar la factura para no pagar más de lo necesario son dos de las claves para ahorrar que plantea Aitor Ossa, miembro de la cooperativa Goiener y coordinador en Euskadi de Powerpoor, una iniciativa de la UE para apoyar a las personas que sufren pobreza energética.¿Cuántas familias sufren pobreza energética en la CAV?

—Según los últimos datos disponibles, de 2020, al 8,5% de las viviendas el gasto energético les supone un gran porcentaje de sus ingresos y el 6,5% consumen muy poca energía porque no pueden afrontar el gasto. Por otra parte, el 7,6% de los hogares tienen dificultades para mantener una temperatura adecuada y el 5,2% tienen retrasos en las facturas.

¿Han empeorado estos indicadores durante la pandemia?

—En comparación con 2019, todos han ido a peor, en parte por la pandemia, pero también por la crisis energética y la subida de los precios de la electricidad y el gas.

¿De qué manera ha repercutido la crisis sanitaria en este ámbito?

—La pandemia ha afectado porque hemos tenido que pasar más tiempo en casa, lo que supone un consumo mayor. Tenemos que pagar más por la factura, pero si nuestros ingresos no suben, esa proporción va a peor. Si a eso le añadimos el desempleo, el tema empeora aún más.

¿Cuál es el perfil de las familias que sufren pobreza energética?

—Los perfiles principales suelen ser familias numerosas y muchas veces migrantes. También hay personas pensionistas que tienen problemas para afrontar la factura y familias monoparentales. Las mujeres inmigrantes son un colectivo vulnerable.

¿Para algunas personas encender la calefacción es un lujo?

—Sí, desafortunadamente para algunas personas es un lujo. Algunas familias están en tal situación que tienen que decidir si calientan la casa o tienen una alimentación mínima.

¿Se utilizan alternativas para calentar el hogar, incluso peligrosas, por falta de recursos?

—Sí, algunas personas calientan con leña, lo que puede suponer un riesgo de incendio. Las estufas catalíticas, que consumen oxígeno dentro de la vivienda, también tienen cierto riesgo. Algunas veces usan velas porque no tienen otras opciones o estufas y radiadores eléctricos en mal estado que, además de un riesgo, suponen un gasto muy grande.

¿Se corta hoy día la luz a familias en situación de vulnerabilidad?

—A raíz de la pandemia han ampliado el periodo de protección de corte de suministros, pero todavía se dan casos, aunque yo diría que más a nivel del Estado. Si una familia no está pagando la luz, se la cortan.

¿Qué ayudas se pueden solicitar para no llegar a ese extremo?

—Las más universales son el bono social eléctrico y el bono social térmico, que se concede de forma complementaria. Es un descuento en la factura que te aplica la comercializadora de referencia. Por otra parte, desde los ayuntamientos se ofrecen las ayudas de emergencia social para hacer frente, entre otros, al gasto energético. Se tramitan a través de los servicios sociales.

¿Qué errores se cometen y suponen un 'derroche' de energía?

—Incidiría en la calefacción, que supone casi la mitad del consumo de una vivienda. Hay que asegurar una temperatura mínima adecuada, pero sin abusar de ella. Utilizar el termostato es una manera fácil de regularla un poco mejor. Dejar las luces encendidas consume, pero no supone un gasto tan grande. Otra ineficiencia habitual es usar electrodomésticos en mal estado. Un frigorífico viejo consumiendo 24 horas, 365 días, a la larga supone un gran gasto. También es frecuente no utilizar los aparatos adecuadamente.

¿A qué se refiere exactamente?

—Poner la lavadora, por ejemplo, para limpiar dos ropas supone malgastar mucha energía. O dejar la nevera cinco minutos abierta, porque se calienta y consume mucho más. También habría que revisar las facturas inadecuadas, ya que muchas familias, por desconocimiento, están pagando más de lo que necesitan.

¿Cómo saber si el contrato se ajusta a las necesidades de la familia?

—Lo más óptimo es entender cómo funciona la factura o preguntar a la compañía, que está obligada a ofrecer esa información, aunque algunas confunden más a las personas y les ofrecen servicios que realmente no son necesarios. Muchas veces tenemos incluidos en las facturas servicios de mantenimiento o de seguros que no estamos utilizando. Reducir la potencia, por ejemplo, es una manera bastante fácil de ahorrar en la factura, pero para eso hay que tener más información.

¿Qué otras carencias suelen detectar cuando realizan los asesoramientos a domicilio?

—Viviendas en mal estado. El hecho de tener viviendas sin aislar, con ventanas viejas o puertas que se cierran mal, también afecta. La falta de infraestructura adecuada supone un problema en el ámbito energético.

¿Algún otro consejo para ahorrar en la factura eléctrica?

—Tener el chip de la energía y pensar cómo la gastamos, si una máquina cuando la usamos está consumiendo en el periodo adecuado y lo que necesita o más. Tener esa perspectiva no cuesta mucho y con una información básica se puede mejorar. Reducir el consumo de la calefacción porque cuesta mucho, mejorar las infiltraciones y otras ineficiencias y optimizar la factura mejora el consumo y el gasto.

"El 7,6% de los hogares no mantiene una temperatura adecuada y el 5,2% tiene retrasos en las facturas"