Desde el siglo XIX la masonería ha formado parte de la sociedad vasca sin distinción de clases. A esta institución pertenecieron “personas decisivas” en el desarrollo de la sociedad vasca, que “han dejado huella con sus progresos”, indica Aitor Miñambres, director del museo Memorial del Cinturón de Hierro, que junto con el Ayuntamiento de Berango, ha organizado una exposición y una conferencia sobre la masonería en Bizkaia. Un “patrimonio invisibilizado” que se pone de relieve con motivo de las Jornadas Europeas de Patrimonio, cuya temática gira este año sobre promover encuentros para interactuar con los grupos que tradicionalmente han sido subrepresentados y marginados en la presentación y la interpretación del patrimonio cultural.Así, por medio de una exposición fotográfica, que estará ubicada en el salón de actos de Berangoeta durante el mes de octubre -de 12.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas de lunes a viernes; y sábados y domingos de 11.00 a 13.00 horas-, se dará a conocer la persecución sufrida por los masones. “Tras la Guerra Civil, la masonería sufrió una represión durísima por parte del franquismo, acusada de ser la causante de la decadencia del país. Todavía hoy en día sigue estigmatizada y sin ver reconocida su integridad. En esta ocasión, tendremos acceso a ese patrimonio desconocido, aún no incluido en el marco de la Memoria Histórica”, destaca Miñambres.

Al mismo tiempo, además de la muestra, también se ha programado el día 7 una conferencia, de 19.00 a 20.30 horas -media hora antes se podrá visitar el museo-, a cargo de Xabier Gómez y Urko Cuesta, este último, presidente de la asociación Hitzaren Etxea, impulsada para restaurar la memoria de las logias masonas vizcainas que fueron represaliadas por el franquismo y la honorabilidad de la masonería.

De esta forma, la exposición y la conferencia ofrecerán un recorrido “desde mediados del siglo XIX para tratar de recuperar logias y nombres que había en Bizkaia y son desconocidos”, apunta Cuesta. Así, por ejemplo, tras realizar una investigación en el Archivo de Salamanca, donde han recuperado datos y documentos, desvela que había logias en “Portugalete, Erandio, Bilbao, Bermeo, etc., funcionando desde el siglo XIX”, y que ahora se exponen en Berango. Además, se relata quiénes eran esas “personas relevantes” de la sociedad vizcaina como “Mazarredo, Urquijo, Cándido Palomo, Tomás Meabe o Medinabeitia”, que pertenecían a la masonería.

Sobre esta línea, Cuesta sostiene que es importante “dar visibilidad a esas personas” que formaban parte de esa institución y que vieron cómo su “honorabilidad” se ponía entredicho durante el franquismo bajo el misterioso halo que aún perdura y envuelve a la masonería. “Este tipo de actividades permiten acercar la masonería a la gente, para que vean que hay personas detrás, sus historias, etc., porque todavía tiene esa especie de pátina oscura sobre qué se hace o a qué se dedica”, prosigue.

Igualmente, el itinerario visual analiza el periodo de la segunda república, “en la que en el gobierno provisional de Azaña la mayoría eran masones”, apunta Cuesta. En la conferencia se analizará también el hecho de la abundancia de “republicanos masones” o la influencia de “ingleses masones en Bilbao”. En este caso, Cuesta indica que los ingleses que venían a trabajar a Bilbao por las minas, ingenieros o industriales, trajeron su forma de trabajar lo que generó una “cultura masónica” en Bizkaia. Una cultura que a lo largo del tiempo ha ido compaginando “claroscuros”, es decir, épocas de mayor y menor bonanza, con otras de represión como la del franquismo, que Cuesta califica de “persecución personal y cruel” de todo un aparato del Estado que incluso llegó a crear una ley ad hoc para perseguirlos. “Hubo una logia en Sevilla en la que asesinaron a 300 masones”, indica Cuesta, en relación a una de las fotografías que se pueden ver en la exposición, en la que se observan las cruces puestas sobre los rostros de una serie de personas eliminadas por los franquistas. Un hostigamiento que también sufrió la logia Altuna de Donostia hasta el punto de que “tuvo que disolverse”, agrega Cuesta, quien sostiene que “los gobiernos totalitarios, bien sean de derechas o de izquierdas, siempre han ido en contra del librepensamiento”.