Veinte años. Este es el tiempo que dio el Banco de España para que los ciudadanos pudiesen cambiar sus pesetas a euros. 19 años y 364 días después, el plazo está a punto de finalizar y cientos de personas se han desplazado hasta la sede de Bilbao a realizar el cambio de divisas con mucha prisa, pues a partir del día 1 de julio sus monedas y billetes perderán todo su valor. Esto ha generado colas, muchas colas, que desde la semana pasada han reunido en la Gran Vía a personas de distintos puntos de España que han llegado con carteras, bolsas y maletas llenas de pesetas con la intención de reciclar su dinero.

"Se está acabando el plazo y vienen todos a última hora, hoy habrán pasado cientos de personas y es físicamente imposible que atendamos a todo el mundo, el día no tiene horas suficientes para atender a todos los que han venido", explica Alfredo Zoreda, auxiliar administrativo del Banco. Aclara también que hay dos colas, una para cambiar al dinero al momento y salir con el efectivo, que es la que mayor tiempo de espera tiene, y otra para dejar las pesetas en un depósito para que en cuanto en ventanilla tengan tiempo las cuenten y les hagan una transferencia a su cuenta bancaria.

Colas en la Gran Vía de Bilbao

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Largas colas en el Banco de España de Bilbao para cambiar pesetas por euros

TRES HORAS DE COLA

"La gente prefiere llevárselo en efectivo, pero cuando pasa un par de horas en la cola se lo replantea y entran a dejarlo en depósito. Al final me estoy haciendo amigo de la gente de la cola, hay alguno que llevará aquí tres horas tranquilamente", asegura el auxiliar.

Algo menos lleva Ricardo Sedano en la fila, un taxista que ha venido desde Logroño a petición de un cliente. "Traigo cerca de 1.400 euros al cambio, soy el único que está cobrando por hacer cola, así que por mi como si tengo que estar tres días", bromea Sedano.

Peor lleva la espera Francisco Pedrosa, quien lleva ya hora y media esperando para cambiar 40.000 pesetas a 240 euros. "Se las encontró mi tía cuando se puso a limpiar la casa después de que se muriese su marido. Me preguntó si las quería y he cogido un autobús en Burgos capital de tres horas para venir que ha pasado por todos los pueblos", cuenta Pedrosa. En cuanto al destino del dinero, explica que lo va a invertir en vivir como un rey. "El dinero está para gastarlo, yo ahora me voy a ir a comer y voy a pasar la tarde por Bilbao", concluye.

En el lado opuesto de la cola se encuentra Fernando Colsa, un joven de 22 años que ha acaba de llegar desde Cantabria. "No sabía que el plazo acaba el miércoles, ayer me lo dijo mi padre y me pidió que le hiciese el favor de ir. No tengo ni idea de cómo se hace el cambio así que espero que me lo expliquen bien", explica. Para hacer más amena la espera, Pedrosa ha venido con un amigo y, aunque nadie le ha prometido nada, mantiene la esperanza de que de los 70 euros que va a conseguir su padre le de "alguna propina".

PARA COLECCIONAR

Un poco más adelante Maricruz Llorente y Benito Lago esperan su turno con tranquilidad. Según explica el matrimonio de Santurtzi, han llegado a la cola hace tres cuartos de hora con 6.000 pesetas. "La verdad es que ni nos hemos molestado en contarlas. Hemos recogido todas las que teníamos por casa y las hemos traído, aunque hemos guardado algunas para coleccionar, como las redondas de plata que había antes. Llevamos quince días queriendo bajar al Banco, pero no hemos podido". Al cambio, la pareja tiene alrededor de 36 euros, dinero que esperan gastar en cuanto salgan en una buena comida en un restaurante.

A menos de 24 horas para que se termine el plazo, todavía quedan cerca de 1.580 millones de euros sin canjear, el 3% del importe total de billetes y monedas que había en circulación cuando se introdujo el euro físico en 2002, según el Banco de España. Habrá que esperar un poco más para conocer cuánto de este dinero se ha perdido definitivamente, pero todo indica que, de 166 en 166 pesetas, los cajones de vascos y españoles van a continuar almacenando una fortuna que a partir de hoy no valdrá más que el material en el que están grabadas e impresas. l