Desde que se autorizó su apertura, los centros de actividad física huelen más a desinfectante que a sudor. Las rigurosas medidas implementadas para hacerlos espacios libre de covid-19 han provocado notables cambios en su gestión, como el desarrollo de aplicaciones para reserva de clases dirigidas o la implantación de más turnos por la reducción de aforo.

Sin embargo, un brote de la variante británica en la franquicia Brooklyn Fitboxing International de Barakaldo, donde se han registrado 62 contagios, ha puesto bajo la lupa la seguridad de los gimnasios y de los centros deportivos. "Para nosotros es importante que se nos reconozca como fuente de salud y no como lo contrario", aseguraba este sábado Santi Ostolaza, director y propietario de Morales Box.

Espaciar los sacos de boxeo o multiplicar las horas de limpieza son algunas de las medidas promovidas en su local de Alameda de Recalde. Ostolaza reconoce que aunque haya habido usuarios que han dado positivo, los contagios no se han producido en el gimnasio, donde se cumplen escrupulosamente todas las indicaciones sanitarias.

"La realidad es que a día de hoy hay estudios que dicen que menos del 0,34% de las personas se han contagiado en gimnasios desde el inicio de la pandemia", explicaba el director, quien añadía que, para ello, han tenido que hacer "esfuerzos logísticos y económicos". Por ello, teme que lo ocurrido en Barakaldo pueda ser un derechazo. "Esta semana ha salido una propuesta en el Congreso para que se considere el deporte como actividad esencial. Al día siguiente Brooklyn Fitboxing tiene un brote. Esa noticia nos hace polvo", apuntaba.

Santi Ostolaza defiende fervientemente la práctica deportiva, sea de la modalidad que sea, desde su boutique de boxeo, donde esta mañana una veintena de usuarios golpeaban los sacos respetando las distancias de seguridad. "Mantener los gimnasios abiertos hace que haya un gasto menor en la Seguridad Social", consideraba el director de Moralex Box, aludiendo a las complicaciones derivadas del sedentarismo o a los problemas de salud mental. "Además está comprobado que los casos más severos de covid-19 tienen bastante que ver con la obesidad o problemas endocrinos", agrega.

MASCARILLA IMPRESCINDIBLE

Con la misma filosofía de que los gimnasios son espacios seguros se opera en el Crossfit Urquijo, donde los usuarios son conscientes de que el uso de la mascarilla es impepinable para poder practicar deporte. Según José Jara, coach del centro abierto en 2015, desde su obligatoriedad en los espacios cerrados nadie ha puesto ninguna pega.

"Apelamos al sentido común de las personas", revelaba mientras los usuarios levantaban mancuernas y barras sin salirse del espacio que tienen asignado para ello. "Se han formado estructuras de un cuadrado por persona. Cada vez que una persona termina de hacer un ejercicio se limpia las manos con gel y después limpia el material con espray", explica, antes de indicar que "los vestuarios están abiertos, limitados para tres personas, pero las duchas están cerradas".

José Jara revela que en los últimos meses han percibido que el afán por la práctica deportiva ha aumentado considerablemente. "Ha habido un boom desde que se empezaron a abrir los boxes, lo que antes ocurría un mes antes de verano o al iniciar enero", indica.

Según el coach, han conseguido limitar el acceso de los usuarios a través de una plataforma de reservas. "Tenemos un acceso limitado a equis personas y si está todo ocupado no pueden venir. Es lo que regula el acceso de la gente para que no haya aglomeraciones", aseguraba.

Tras finalizar la hora que tenía asignada para practicar crossfit, Cristina, que lleva tres meses en el local de Urquijo, reconoce que al principio fue reticente a volver a practicar deporte en sitios cerrados. "Cuando vi que bajaban el aforo, se desinfectaba todo, se usaba mascarilla... me convencí", explicaba esta fisioterapeuta, que defiende el deporte "a muerte".

GIMNASIOS GRANDES

Algo similar relata Carlos Mercádez, director de Altafit Abando, sobre algunos usuarios que antes de reanudar su asistencia al gimnasio solicitaban visitar las instalaciones para verificar que se cumplen todas las medidas. "Hemos hecho una inversión fuerte en la seguridad; colocando rociadores, gel antibacteriano, controlando el aforo y el uso de las mascarillas, aumentando la limpieza... Todo se cumple a rajatabla", asevera.

Según apunta, el aforo que tienen actualmente es del 50%. "Cuando se cumple los tornos se bloquean y no dejan pasar a nadie hasta que otra persona gestione su salida", indica. Asimismo, explica que las clases colectivas se han limitado a grupos de seis personas. "Ello nos ha llevado a reducir muchísimo la asistencia, pero para paliarlo hemos ofrecido más horarios", expone.

Edison Zambrano, usuario de Altafit que no ha faltado desde que finalizó el confinamiento, da cuenta de que "es muy difícil contagiarse en el gimnasio". La misma opinión manifiesta Amaia: "Aquí vengo muy tranquila".