En realidad, algo más de la mitad de La Catedralque hasta la fecha ha sido retirado y revisado de aquella monstruosa avalancha de residuos que hace seis meses sepultó a Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán. Las huellas del colapso del vertedero en el que trabajaban todavía son visibles en el núcleo zaldibartarra de Eitzaga y alrededores, donde el paso de camiones no ha parado ni siquiera durante el confinamiento.

Hoy mismo se han realizado sendas concentraciones en Zalla y Markina en recuerdo de los dos trabajadores desaparecidos desde hace 6 meses, como puede verse en este vídeo de Pablo Viñas.

Concentración en Zalla en recuerdo de Alberto y Joaquín

Concentración en Zalla en recuerdo de Alberto y Joaquín

Desde el pasado 6 de febrero, hoy hace seis meses, más de 11.000 camiones han movido unos 230.000 metros cúbicos de material, clasificado en su integridad como residuo peligroso, hasta la celda y los puntos de acopio temporales localizados en los aledaños del vertedero. Cada porción de ese revoltijo de tierra y residuos es debidamente revisado, rastrillado e inspeccionado por máquinas especiales, personal técnico y perros adiestrados para hallar cualquier resto orgánico. De momento, nada de nada. Solo útiles de trabajo, alguna ropa y el coche de Sololuze, pero de eso hace ya cuatro meses.El vehículo fue localizado en una de las zonas más próximas a la antigua plataforma de la báscula de pesaje que daba acceso a la instalación gestionada por la empresa Verter Recycling. Y precisamente en esa área (B1) y en la inmediatamente inferior (D2) se mantienen sin descanso los trabajos sistemáticos y metódicos, de una precisión casi quirúrgica, para buscar los cuerpos de Sololuze y Beltrán. El personal técnico que trabaja sobre el lugar sabe que son zonas calientes porque las probabilidades de éxito son infinitamente mayores que las habidas hasta la fecha.

Y es que, de acuerdo con los datos recogidos en las investigaciones de la Ertzaintza sobre cuáles pudieron ser los últimos movimientos de los dos trabajadores del vertedero, "por las trayectorias, estamos trabajando en zonas que son bastante calientes€ Ahora sí que estamos en zonas en las que siempre estamos con la esperanza de poder recibir una llamada o ver algo€", suspira Aitor Zulueta, uno de los engranajes que contribuye a diario para que la maquinaria institucional y administrativa esté engrasada y no se detenga en la búsqueda de los cuerpos de los trabajadores desaparecidos.

Zulueta es director de Patrimonio Natural y Cambio Climático del Gobierno vasco y se ensucia las botas cuando toca hacerlo. El lunes hubo reunión de obra y mañana, en pleno agosto atípico, tiene otra sobre una auditoría. "Siendo conscientes de la dificultad, siempre tenemos la esperanza de que aparezcan y más ahora que estamos en las zonas calientes. Al principio ya advertimos que sería un trabajo bastante largo, pero ahora que hemos llegado a la zona más probable esperamos tener algún resultado. Tenemos esa esperanza. Sobre todo por las familias, por poder darles, dentro de la desgracia que están viviendo, un motivo para que puedan descansar", subrayó Zulueta.

El pasado lunes una retroexcavadora desenterró en las proximidades de la ubicación de la báscula (B1) una estructura metálica. O eso creen, porque "estaba como un acordeón". De hecho, todavía están examinando la pieza en cuestión para tratar de saber qué es y dónde estaba. "No sabemos si era algún elemento de la báscula o qué". La fuerza de la avalancha la ha dejado en un estado irreconocible. "Está absolutamente achatarrado", describían las fuentes consultadas. Saberlo sería de utilidad porque arrojaría algo más de luz a las investigaciones y podría ayudar a centrar las labores de búsqueda. "No sabemos si se trata de una plancha de la báscula u otro elemento metálico, la criba, algún tipo de útil o herramienta que había en la explotación,€".

Como en alguna ocasión ya han explicado desde el Servicio de Emergencias del Gobierno vasco, durante este operativo de búsqueda ya ha ocurrido que "materiales o algunas cosas que estaban unidas han aparecido en puntos distantes" a consecuencia de la potencia del empuje de tierra, árboles y residuos. Un problema que, sin embargo, no ha frenado los trabajos para estabilizar y asegurar el gigantesco rompecabezas en que se convirtió aquella montaña de basuras venida abajo.

Desde julio, los trabajos ocupan las zonas más próximas a la antigua plataforma de báscula y la zona inmediatamente inferior, el talud que está justo por debajo. "Esa es la hipótesis, que el deslizamiento pudo sorprender a Alberto y Joaquín en esa zona y que puedan estar, o bien todavía en la zona de plataforma o en la inmediatamente en continuidad con la zona de plataforma. Un poco por el movimiento€", ilustraba Zulueta mientras repasaba algunos datos: "Calculamos que los volúmenes que tenemos en esas zonas están entre 11.000 y 12.000 metros cúbicos".

El resto de zonas de búsqueda en que inicialmente fue parcelado aquel desprendimiento -el mayor desastre ambiental de Euskadi cuyas causas investiga la Justicia- han sido meticulosamente cerradas. "Era necesario hacer el rastreo en todo. No podíamos descartar ninguna hipótesis", cerró Zulueta.

90%

1,5 millones de metros cúbicos se movieron aquel 6 de febrero, de los que casi 400.000 se salieron fuera de lo que es el vaso de Verter Recycling. En el momento del deslizamiento, el vertedero tenía 1,8 millones de metros cúbicos depositados, lo que significa que se desplazó casi el 90% de todo el material que estaba almacenado. En toneladas, alrededor de 2,5 millones de toneladas. Y de esos 400.000 metros cúbicos que salieron de la superficie impermeabilizada, unos 230.000 ya han sido movidos, revisados, rastrillados, inspeccionados y almacenados en la nueva celda y en dos acopios temporales. Además, esta semana Verter Recycling ha empezado las tareas para habilitar el espacio en el que se hará la ampliación del depósito de seguridad 1.

1,4

"No hay riesgo de nuevos desplazamientos", resume Aitor Zulueta. Los trabajos actuales están en unos factores de seguridad calificados de 1,4. En esa escala, el 1 significa que se está en el límite, a punto de entrar en inestabilidad. Toda la zona está monitorizada de forma continua con sensores que captan desplazamientos milimétricos. "Cuando captan el más mínimo movimientos, nos vamos porque lo que no podemos es poner en riesgo la seguridad de los trabajadores de la obra", zanjó el director de Patrimonio Natural.

"Después de seis meses es todavía más importante continuar con la monitorización, el control y las medidas de seguridad"

Director de Patrimonio Natural