Los datos aportados en la última asamblea del Consorcio de Aguas (CABB) también confirmaron otra tendencia a la baja en la última década, la de la actividad en las depuradoras de la entidad.

Aunque presentando más dientes de sierra en la gráfica desde 2010 a 2019, la cantidad de millones de metros cúbicos de agua que pasan por las 32 estaciones de limpieza antes de ser depositada en los ríos ha bajado de 141,15 millones a tan solo 108,9 el pasado ejercicio, es decir, casi un 23% de reducción.

El análisis de los datos indica que el bajón del pasado año fue el más drástico. Con respecto a 2018, en el que se depuraron 120,2 millones de metros cúbicos de agua sucia, se ha disminuido casi un 9,5%, es decir, 11,3 millones. Según especificaron en la asamblea los técnicos del ente consorciado, la fuerte disminución fue debida a la escasa pluviometría. Llovió mucho menos, de 1.100 litros por metro cuadrado en 2018 a 1.013 del pasado año. Y es que a muchas de las depuradoras del CABB llegan mezcladas las aguas residuales que producen sus abonados en hogares y negocios y son canalizadas por los colectores con las del agua de lluvia cuando las precipitaciones son abundantes y no se pueden discriminar ambos caudales en los sistemas de canalización

Por eso también durante el pasado ejercicio los tanques de tormenta, los grandes depósitos construidos bajo tierra que sirven precisamente para que nos se mezclen las aguas pluviales con las residuales, acumularon menos caudal. Si durante 2018 se logró impedir el pase de 2,14 millones de metros cúbicos de agua de lluvia, durante el último ejercicio se quedó en 1,77 millones.