Aumenta un 5% la violencia filio-parental en Bizkaia
El programa de intervención familiar especializado atendió el año pasado a 336 personas
Bilbao - El programa de intervención familiar especializado en violencia filio-parental Hobetzen, diseñado para atender a familias en las que se producen agresiones tanto físicas como psicológicas por parte de los hijos para ganar poder y control sobre su madre, padre o cualquier otro familiar o figura que cumpla este rol, atendió el pasado año en Bizkaia a un total de 336 personas, pertenecientes a 103 familias, lo que supone un aumento del 5% en relación al año anterior.
Del total de personas asistidas, 80 eran adolescentes varones, 29 adolescentes mujeres, 101 madres, 71 padres, 24 hermanos, 25 hermanas y otras seis personas del entorno de los jóvenes agresores, según indican fuentes de la Diputación vizcaina.
Este plan, desarrollado por el Servicio de Mujer e Intervención Familiar del Departamento Foral de Empleo, Inclusión social e Igualdad, y puesto en marcha en 2008, experimenta un incremento de usuarios año a año, pasando de los 292 asistidos en 2015 (cuando hubo un aumento del 18,2% respecto al año precedente), a los 311 al año siguiente (+6,5%), llegando a 320 en 2017 (+2,85) y 336 el pasado año. Del mismo modo, el número de adolescentes, tanto hombres como mujeres, atendidos se ha incrementado en los últimos años, pasando de 96 en 2015, a 100 al año siguiente, alcanzado los 101 en 2017, para llegar a los 109 del pasado ejercicio. Parecida evolución muestra la cifra de familias asistidas, que ha ido creciendo desde los 91 núcleos familiares a los que se prestó ayuda en 2015, a 97 familias al año siguiente, 98 en 2017 y alcanzado las 103 el pasado ejercicio.
El programa aborda situaciones de violencia desde una intervención integral con el sistema familiar, para transformar el modelo instaurado en la dinámica familiar por uno “más sano y satisfactorio” con el objetivo de que “desaparezca la violencia”, indican los responsables del plan.
Para alcanzar los objetivos del programa, con cada familia trabaja un equipo compuesto por dos figuras psicoterapéuticas y una figura educativa. Desde su inclusión en el programa, las familias pasan por cuatro fases diferentes, tres propias de intervención y una de seguimiento.
Fases En la primera fase de observación, cuya duración es de cuatro semanas, se establecen los objetivos de trabajo a desarrollar. En una segunda fase de intervención, con una duración estimada de diez meses, se persiguen la consecución de los objetivos marcados. En la tercera fase de finalización, con una duración aproximada de un mes, se fomentan las estrategias de la familia para seguir las pautas y mantener los cambios logrados, hacer balance de la intervención y acordar los contactos de seguimiento. La finalización del proceso puede desembocar en una salida adecuada, una vez finalizado el proceso y logrados los objetivos propuestos, o en salida inadecuada, en la que la familia abandona, o en la que la intervención se da por concluida desde el programa ante la “falta de implicación y colaboración de la familia en el proceso psicoterapéutico y socioeducativo”, detallan. La última fase consta de un seguimiento de la situación de la familia, que habitualmente es telefónico aunque también puede ser presencial. Su duración es de doce meses, con un último contacto que se intenta realizar de manera presencial y en el que se evalúa la situación de la familia respecto de la problemática. Durante 2018, un total de 54 familias estuvieron presentes en el programa exclusivamente en la fase de seguimiento. - E. P.