Bilbao - Menos enfados entre el personal a pie de metro, pocos problemas sobre el asfalto y mucha, mucha, gente esperando al paso monótono y fugaz primero de la ruidosa caravana que acompaña a La Vuelta y después del pelotón. Las sugerencias lanzadas a comienzos de semana tuvieron buena acogida entre la ciudadanía que, con paciencia y resignación, optó mayoritariamente por el transporte público para llegar a Bilbao y por el suburbano para moverse por la ciudad. Los turistas eran ayer los únicos que se encontraron descolocados y desorientados -“todo cortado, todo cortado”, se quejaba Rosa, de Barcelona, mapa en mano y que además se había quedado sin poder subir al bus turístico-, por los cortes de calles a los que obliga el impecable fluir de una prueba de estas características.

Y eso que se apuró hasta el final para permitir el paso de peatones e incluso de coches particulares por según qué barrios del botxo. Lógicamente, el primer corte se hizo en la zona de meta, la Gran Vía, a primerísima hora de la mañana: antes de las 8 esa arteria de Bilbao era ya territorio bici. Desde ese momento, cientos de voluntarios [Lagun] ataviados con sus chalecos amarillos se fueron desplegando por el recorrido urbano para contribuir al buen sabor de boca dejado por la etapa entre la afición patria y la forastera. El tramo final tuvo un especial cuidado por parte de Bilbao Garbi, con varias máquinas de limpieza trabajando a 500 metros de la meta hasta pasadas las tres de la tarde. El objetivo era extirpar una mancha de gasoil en la curva a derechas que se abre a la Gran Vía, pletórica ayer con miles de personas.

Desde ese punto salieron también, en varias tandas, un centenar largo de niños y niñas de entre 8 y 12 años. El deporte y los hábitos saludables, la movilidad respetuosa con el medio ambiente, la educación vial... Todos esos y más fueron los premios que ganaron ayer estos pequeños ciclistas animados por padres entregados -como el caso de Alain con sus dos hijos- o por profesores incansables -como la hermana Rosa Arana, del Colegio La Pureza- que no paraba de transmitir consejos a un par de discípulas: “Sin poneros nerviosas, despacio y tranquilas, sin mirar para atrás... Lo importante es que hagan deporte. Pero lo más importante es participar”, expresaba.

Un día feliz para las chicas y también para las monjas repartidas por ese último tramo de la carrera para animar a su pelotón. Eso sí, los gritos posteriores para espolear a los profesionales fueron más estruendosos gracias a las miles de personas congregadas a ambas orillas de la Gran Vía. Un hecho que se dejó notar en la mayoría de los locales hosteleros de la zona de influencia de la meta. María Antonia Lorenzo, al otro lado de la barra del Everest Bi, así lo reconocía pese al contratiempo que tuvieron con varios cañeros de cerveza: “La calle ha estado a tope de gente. Muy animada. Todo lo que se haga para bien, bienvenido sea”, sentenciaba. Hoy, entre las 11.00 y las 13.00 horas se repetirán los cortes de tráfico en Bilbao coincidiendo con la salida del pelotón desde San Mamés hacia Zorrotza.