LA grandeza de una actividad se mide por el número de personas que reúne. La procesión de la Virgen del Carmen de Santurtzi es un gran evento en ese aspecto, y ayer volvió a reunir a más de 40.000 personas que, a pleno sol, vivieron una edición más de esta centenaria procesión. Pero la grandeza verdadera del Día del Carmen en Santurtzi reside en su poder de unir y emociona. Porque es mucho más que un acto religioso, es un viaje hacia las raíces de un municipio que ha nacido, crecido, disfrutado y llorado con el mar. Ayer, tres generaciones de santurtziarras, devotos y no devotos, honraron a la tradición de su localidad y escribieron un nuevo pasaje de esta historia que cumple ya 110 años.

Cada 16 de julio es una jornada especial en la localidad marinera desde que sale el sol. A las 8.00 horas tuvo lugar el tradicional Rosario de la Aurora que marcó el inicio de una jornada que explica el carácter, la personalidad de esta aldea que, con el paso de los años, se ha convertido en un municipio de 47.000 habitantes. El día del Carmen es una jornada de momentos y sonidos. El instante más emocionante para muchas personas llegó a las 18.00 horas cuando al calor de los acordes de la Banda de Santur-tzi salía el paso de la Virgen del Carmen por la puerta de la iglesia de San Jorge. En ese lugar fue donde empezó todo, en ese punto fue donde cuenta la leyenda que unos monjes ingleses crearon un monasterio en honor a San Jorge y pusieron la semilla para que germinase Santurtzi. La reacción del público, por más que pasen los años, siempre es la misma al ver salir la imagen de la Virgen del Carmen: vítores, aplausos y rostros de emoción y felicidad contagiosa. Así, con esa banda sonora, la comitiva de la procesión, inició sus pasos con el puerto santurtziarra como destino final. Pero antes, dicha comitiva tenía que seguir paseando por la historia de su municipio. Lander Campos bailó el aurresku de honor a la Virgen en un punto que marca la relación de Santurtzi con el mar; en el inicio de los terrenos que hace más de un siglo el municipio ganó al mar. Al son del txistu y al ritmo que marcaban los pasos del dantzari la emoción fue creciendo. Emoción que queda reflejada en los teléfonos móviles que tratan de inmortalizar los momentos que se viven en esta procesión. Una vez finalizado el aurresku el paseo hacia el puerto no se detuvo. Sin prisa, pero sin pausa y disfrutando de cada paso, la comitiva llegó hasta el embarcadero del puerto santurtziarra donde la imagen se trasladó a la embarcación Karmengo Amabirjina.

Allí comenzó la parte más singular de esta procesión, la que huele a mar y sabe a salitre. El Karmengo Amabirjina estuvo muy bien acompañado en este viaje por el mar puesto que cerca de un centenar de embarcaciones hicieron el paseo junto a la Virgen del Carmen. Las personas que se daban cita en los barcos eran una fiel representación de lo que es Santurtzi: mujeres vestidas de sardineras, miembros de las cuadrillas del municipio? Y cómo no, no podía faltar la primera edil santurtziarra, Aintzane Urkijo. “El de hoy es un día muy emocionante, cargado de significado para los santurtziarras. Es un viaje a nuestra historia, a nuestra tradición, a nuestro sentimiento y a nuestra personalidad. Ver a tanta gente feliz y sonriente es maravilloso”, señaló Urkijo. Tampoco quisieron perderse esta cita Josu Erkoreka, Cristina Uriarte, Ibone Bengoetxea, Andoni Ortuzar, Itxaso Atutxa, Iñigo Iturrate, Mikel Torres, Josu Bergara, Saulo Nebreda, Iñigo Ortuzar y Txema Ezkerra, entre otros. Sin duda, el instante más emocionante fue la ofrenda en recuerdo a las personas que el mar se llevó para no devolverlas jamás.

Los cuadrilleros Esa emoción la reflejaron los elegidos mejores cuadrilleros de 2018, Sandra Bragado y Markel González. La primera reconoció que “ha sido un día muy especial porque mi abuela se llamaba Carmen”, mientras el segundo confesaba que “es uno de los días más bonitos de las fiestas. Mi ama estaba muy emocionada”.

Tocaba deshacer los pasos que la procesión había dado mar adentro, tocaba volver a tierra firme. Allí aguardaban más de 40.000 personas, muchas de las cuales, siguieron la procesión por la pantalla gigante instalada en el puerto de Santurtzi. El Karmengo Amabirjina llegó a puerto. Ató amarras y se volvieron a repetir las ovaciones y los vítores hacia la Virgen.

La traca final llegó con los fuegos artificiales que iluminaron el cielo santurtziarra para dar paso al concierto de Víctor Manuel y a una noche de fiesta en Santurtzi, un municipio que se derritió en su procesión en honor a la Virgen del Carmen.