la formación que hemos recibido es importante para hacer mejor nuestro trabajo, para cuidar mejor. Y es buena tanto para la persona usuaria como para nosotras”, afirma Flor Blandón, una de las 38 alumnas que acaban de recibir el diploma que acredita que ha realizado 480 horas de formación en atención sociosanitaria. Un paso que para muchas mujeres que trabajan internas como cuidadoras de personas dependientes les resulta muy complicado pero que necesitan para obtener el certificado de profesionalidad y seguir trabajando o para mejorar laboralmente.

A pesar de las dificultades que suponen unos horarios de trabajo extensos, unos calendarios con pocos festivos, disponer de muy poco tiempo libre, el ser migrantes o, en muchos casos, tener obligaciones familiares, esas 38 mujeres han completado un curso que las pone en las puertas de superar satisfactoriamente el proceso para obtener el certificado de profesionalidad como cuidadoras en domicilios. Que estas mujeres hayan podido realizar este curso y adquirir diversos conocimientos en las áreas sanitaria y psicosocial ha sido posible gracias al proyecto Mentsad, puesto en marcha por Grupo SSI. “Mentsad -explica Susana Moreno, responsable del área de gestión del conocimiento de SSI- trata de dar respuesta a una situación recurrente y preocupante: la de miles de mujeres que trabajan como cuidadoras, muchas veces en condiciones desfavorables, y a menudo sin los conocimientos adecuados. Esto puede causar perjuicios tanto a las personas a las que atienden, incluso fomentando un mayor grado de dependencia en lugar de mejorar su autonomía, como a las propias trabajadoras, que a menudo sufren el síndrome del cuidador o lesiones”.

Susana Moreno destaca que en las alumnas de los dos cursos Mentsad que ya se han impartido “se ve claramente la ilusión por sacarse el certificado de profesionalidad” y también por aprender a hacer mejor su trabajo. Señala que para muchas cuidadoras contar con el certificado es un paso para acceder a otro tipo de trabajo, ya que la mayoría de las que tienen contrato figuran como empleadas de hogar, y eso les resta derechos laborales. “También hay algunas que no se plantean trabajar en otra cosa, quieren seguir cuidando, pero ven que necesitan tener conocimientos para hacerlo mejor”. La responsable de SSI añade que “con una sociedad cada vez más envejecida y una población con necesidades sociosanitarias cada vez más complejas, es necesario que las cuidadoras tengan más y mejores competencias. Trabajar desde la buena voluntad está muy bien, pero es mejor tener unos conocimientos específicos para mejorar los cuidados que pueden dar”.

Formación adaptada La importancia del proyecto Mentsad radica en que es un tipo de formación dirigido específicamente a las mujeres dedicadas al trabajo de cuidados en domicilios. El curso se ha diseñado para que estas cuidadoras, que en su inmensa mayoría son migrantes de origen latinoamericano que trabajan en el régimen de internas, puedan acudir a las sesiones de capacitación grupal, que se realizan los sábados, y seguir el material didáctico, además de realizar ejercicios de autoevaluación y diversos trabajos planificados para la semana. El curso no tiene ningún coste económico para las alumnas, pero sí hay una exigencia “de compromiso de asistencia y de mucho trabajo”. “Cuando hacemos la selección de las personas que van a hacer el curso ya les decimos que el mayor esfuerzo lo tienen que hacer ellas, porque es una metodología basada en la autoformación. Ellas tienen que trabajar muchos contenidos a lo largo de la semana, por eso después de la primera sesión del curso tengo miedo de que muchas se desanimen al ver todo el trabajo que tienen por delante. Pero la verdad es que no, que la respuesta es muy buena y que prácticamente todas las que empiezan acaban el curso”. Para la próxima edición de Mentsad ya hay más de cincuenta personas inscritas y como el número de alumnas a las que pueden dar cabida en las aulas de Grupo SSI es limitado se da prioridad a las cuidadoras que trabajan como internas y a las que tienen horarios de mañana y tarde, “lo que les impide acceder a alguna de las otras formaciones que se imparten para obtener para el certificado de profesionalidad”.

Las personas que trabajan como cuidadoras de dependientes en domicilios deben tener el certificado de profesionalidad como asistente personal o auxiliar de ayuda a domicilio antes de finales del año 2022 y hay dos vías para acceder a esa certificación: la formación y la acreditación de competencias. De hecho, tras acabar el curso una parte importante de las alumnas de Mentsad se inscribe en los dispositivos que la administración (el IVAC) abre periódicamente para evaluar las competencias como cuidadoras y emitir el certificado. La formación que acaban de concluir no les da acceso directo al certificado, pero sí las habilita para inscribirse en el dispositivo y les da los conocimientos para superar la evaluación, lo que sumado a su experiencia y tiempo de trabajo -el 79% de las alumnas lleva más de 3 años dedicándose al cuidado de personas- facilita el éxito.

Elisabeth, Cintia, Alexandra María, Claudia, María Daisy, Doris, Isidora, María Guadalupe, Norma o Katy Cecilia, entre otras muchas mujeres con edades comprendidas entre los 28 y los 58 años, ya tienen en sus manos el diploma que acredita que han realizado 480 horas de formación sociosanitaria y una orla con las fotos de todas las alumnas de la segunda edición de Mentsad. El 97% de estas mujeres -detalla Susana Moreno- son migrantes, las procedencias con más representantes son Nicaragua (el 42% procede de este país), y Bolivia (el 24%), pero también hay personas de Honduras, Colombia, Perú, Ecuador, Paraguay y Chile. Para todas ellas acabar el curso y contar con su diploma supone el reconocimiento a varios meses de esfuerzo, pero “que, por supuesto, merece la pena”.

“Es muy útil” En el último día de clase muchas recordaban que dedicar al curso parte de su escaso tiempo libre se había hecho duro al principio, pero que enseguida vieron que las enseñanzas eran muy beneficiosas para ellas. “Todo lo que hemos aprendido me ha ayudado muchísimo -cuenta Lidia Orozco, de Nicaragua- .La señora que estaba cuidando era muy dependiente y saber utilizar una grúa, algo que nunca había hecho hasta este curso, me vino muy bien. También me ha servido a la hora de administrar los medicamentos y para serle útil al médico de cabecera cuando venía a la casa”. Lidia, que lleva diez años viviendo en Euskadi, trabaja interna y acaba de firmar un contrato para cuidar a una persona en Santurtzi. Flor Blandón también procede de Nicaragua. Ella lleva 9 años en Euskadi y aunque al principio trabajó como interna, ahora tiene dos medias jornadas para atender a personas que requieren ayuda pero aún mantienen su autonomía. Flor está segura de que su forma de trabajar y las personas a las que atiende “se van a beneficiar” de los conocimientos adquiridos en el curso. “En el tema sanitario aprendes muchísimo, yo no manejaba mucho las posiciones que tienes que utilizar para evitar que tu cuerpo sufra cuando mueves a las personas y eso es muy importante porque te beneficia a largo plazo, te evita lesiones. Aprendes mucho, por ejemplo a distribuir la carga en todo el cuerpo cuando levantas a una persona”, asegura. La idea de crear Mentsad, recuerda Susana Moreno, surgió de la colaboración que Grupo SSI realiza con Torre de Babel, un colectivo de mujeres migrantes dedicadas al trabajo de hogar y los cuidados organizado dentro de Fundación Ellacuría. “Estuvimos trabajando todo un año con este colectivo de personas, analizando distintas posibilidades porque veíamos las dificultades que tenían para obtener el certificado de profesionalidad. SSI es una entidad sin ánimo de lucro que ya había participado en formaciones dirigidas a estas trabajadoras y gracias a ese contacto previo sabíamos lo difícil que es tener la certificación por la vía no formal”, añade.