Bilbao - Escuchar por primera vez el sonido de los cuernos en la cima de un monte bocinero produce un efecto corporal similar al bautizo de un novel en un San Mamés abarrotado con el himno del Athletic de fondo. La solemnidad que retrotrae a un tiempo pasado, en el que los teléfonos de última generación con los que ayer se grababa el tañido de las rudimentarias cornetas eran impensables, puso los pelos de punta a más de uno en la XVI edición del Día de los Montes Bocineros.

La jornada deportiva y festiva tuvo lugar en la cumbre -y durante la subida- del Ganekogorta, ascendido por cientos de vizcainos que quisieron presenciar la ancestral llamada con la que se anunciaban las reuniones que se celebraban en Gernika antiguamente.

Las legendarias crónicas escritas por Antonio de Trueba -proclamado archivero del Señorío de Bizkaia en 1862-, que propuso los nombres para los cinco supuestos montes bocineros desde los que se tañía el cuerno, han calado tan hondo que se trata de una cita que las Juntas Generales de Bizkaia promueven cada año; este último con la colaboración del club Gailurra de Bilbao. “Es la tercera vez que organizamos la subida al Ganekogorta, esta vez hemos querido introducir algunas novedades”, señaló Beatriz Rodríguez, portavoz del club de montaña, quien se mostró muy satisfecha por el transcurrir de la jornada, en la que el tiempo acompañó y no hubo ningún percance. “Hemos cambiado el recorrido, saliendo desde Kobetas en lugar de hacer la subida típica al Pagasarri”, explica.

La marcha partió desde la campa de Kobetas a las 8.00 horas. “Hemos salido unas 200 personas, pero luego se ha ido sumando más gente por el camino”, detalló Rodríguez, quien explicó que aquellos que completaron el recorrido de ida y vuelta sumaron 22 kilómetros a pie. El ascenso fue a través del Pagasarri, donde se instaló un avituallamiento. Pero antes de ello, tras atravesar Arraiz, una sorpresa aguardaba a los mendizales. Un espectáculo teatralizado ofreció algunas lecciones necesarias: “¿Cuáles son los cinco montes bocineros?”, preguntó uno de los actores. “Kolitza, Ganekogorta, Sollube, Gorbea y Oiz”, respondió uno de los presentes, enumerando las cumbres por las que visualmente se abarca todo Bizkaia. Otra segunda lección: “¿El cuerno se sopla, se toca o se tañe?”, inquirió el actor, que se aplicó a fondo en llevar a la práctica el concepto adarra jo, la versión en euskera con doble significado. Que el cuerno se tañe quedó claro ya en la cima del Ganekogorta, donde muchos quisieron probar suerte aunque la mayoría no lograron extraer del instrumento -que cualquiera puede fabricar siguiendo seis pasos, según una guía disponible en Internet- más que un sonido similar a una pedorreta, mientras los de alrededor reían la gracia no intencionada. Al mediodía, tras una sesión de bertsos y un aurresku, se escenificó el intercambio de cuernos entre los clubes organizadores (el año que viene será el turno de Ganzabal de Lemoa, que organizará el ascenso al Gorbea) y después fue el tradicional llamamiento colectivo de bocinas.

Posteriormente, se inició el descenso de nuevo a las campas del Pagasarri para reponer fuerzas con un pequeño aperitivo mientras la jornada festiva se amenizaba con danzas vascas, música y teatro. No faltaron a la cita varios representantes de Juntas Generales como la presidenta Ana Otadui o los junteros Jon Andoni Atutxa, Kontxi Claver, Oscar Arana o Aitor Ibarra. Y es que el compromiso de la institución promotora del evento es tal con la tradición bocinera que este año ha encargado un estudio de investigación, que pronto verá la luz, en el que se indaga en esta curiosa costumbre.

Javier González, uno de los autores del trabajo junto a Goio Bañales, participó ayer en la ascensión al Ganekogorta mientras ofrecía su visión de cómo el Día de los Montes Bocineros supone fusionar una realidad histórica y probada con las diferentes interpretaciones hechas a lo largo de los siglos. “En el siglo XIV se tañían cinco bocinas en Gernika antes de comenzar las juntas, está documentado”, explicó. Aunque posteriormente, en el siglo XV un banderizo mezcló ese hecho con la leyenda de Jaun Zuria, al que se dijo que se elegía tocando las cinco bocinas. Siglos después, “el antiforalista más duro” indicó que las bocinas se usaban para llamar a las juntas equivocando las fuentes originales y en 1850 el geógrafo Pascual Madoz aludió a los cinco montes en los que se tañía. Posteriormente, el archivero Antonio de Trueba dio nombre a los cinco montes bocineros como hoy se conocen.