Bilbainos por el mundo
Jóvenes bilbainos que no residen en la capital vizcaina narran a DEIA cómo ven la ciudad desde cientos de kilómetros, las evoluciones que creen que se han dado en la villa y su impresión sobre Bilbao cada vez que vuelven a casa
BOGOTÁ, Milán, Toronto, Copenhague, Madrid... son algunos de los lugares donde algunos bilbainos deciden emprender una nueva vida. La mayoría de ellos no lo hace por cambiar de aires sino porque no tienen otra opción por estudios o trabajo. En la comparativa, el botxo de sus amores siempre sale mejor parado. Todos ellos aseguran que valoran Bilbao “mucho más” desde que no viven en la ciudad. Ane Recalde se mudó a Madrid hace siete meses. Alberto Alonso vive en Copenhague desde hace un año pero hace seis que se marchó de la capital vizcaina y vivió en Madrid y Estados Unidos. A Ane Arce le concedieron la beca de Global Training y ahora estudia en Bogotá, Colombia. Erik Pérez se mudó a Budapest por trabajo, al igual que lo hizo Iratxe Garrachón, que desde noviembre reside en Milán. En cambio, Martín Santana cuenta que se mudó a Toronto para vivir una aventura y salir de su zona de confort.
A pesar de que estos protagonistas no se conozcan entre sí, todos ellos tienen algo en común: reivindican y valoran Bilbao. “Cuando sales a vivir fuera de tu ciudad la valoras mucho más, es algo así como que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, explica Ane Recalde, quien asegura que “realmente no sabes lo maravillosa que es tu ciudad hasta que te vas a vivir a otra”. Por su parte, Ane Arce, cree que cuando se está una temporada viviendo fuera de la ciudad se ve todo, “normalmente con mejores ojos y lo aprecias mucho más”. Algo similar opina la bilbaina Iratxe Garrachón que, a pesar de afirmar que lo ve “igual que siempre, con su encanto particular” cree que “al volver a casa quieres mucho más todo aquello que tu ciudad ofrece”. Ella misma se fija en ese pequeño comercio de su barrio, que quizá nunca se había percatado que estaba en ese lugar. “Pasar tiempo fuera de tu ciudad hace que cuando vuelvas, la aprecies mucho más de lo que ya hacías y tengas en cuenta todas sus opciones y posibilidades”, cuenta esta joven con entusiasmo.
Erik Pérez lo tiene claro. “Cuando vuelvo, la veo infinitamente limpia”, dice. Cree que los bilbainos realmente no consideran este aspecto de Bilbao porque es lo que ven a diario. Sin embargo, desde que vive en Budapest, valora que limpien la ciudad día a día. “Aquí en Budapest es muy normal descalzarse nada más entrar en casa. No es por hablar mal de la ciudad, porque es una ciudad estupenda, pero si no te descalzas y llevas un poco húmedos los zapatos dejas huellas negras por toda la casa”, relata.
Pero sin duda, es la evolución urbanística que se está dando en la capital vizcaina estos últimos meses lo que más destacan estos expatriados bilbainos. “Cada vez que voy lo encuentro un poco más cosmopolita. Siento que es una ciudad que se está modernizando mucho y muy rápidamente, y que atrae cada vez más a turistas de otros países”, opina Alberto, quien cree que cada vez que vuelve a su tierra la ve más internacional pero sin renunciar a sus tradiciones. “Tiene más vida en la calle y la veo más multicultural” algo que considera “muy positivo”.
Subraya además que otra de las zonas que ve que ha tenido más evolución es el centro, el Casco Viejo y Bilbao la Vieja. “Son calles por las que siempre que paso me quedo sorprendido con la cantidad de nuevos negocios, bares y restaurantes que han abierto”, cuenta. Por su parte, Martín Santana, se queda sorprendido con los embarcaderos o el paseo marítimo y Ane Arce percibe que el Muelle de Marzana o Zorro-tzaurre han sido las áreas que más transformación están sufriendo.
Guggenheim, athletic y pintxos Tras varios meses, incluso años, viviendo fuera de la capital vizcaina, tanto Recalde, Arce, Pérez, Alonso, Santana y Garrachón han creado su propia cuadrilla y cada vez que piden a sus amigos qué es lo que destacarían de Bilbao todos ellos lo tienen claro: la famosa gastronomía de la que todo el mundo habla bien. “Mis compañeras de piso sevillanas se mueren de ganas de que las lleve a Bilbao de pintxos. Quieren ir de bar en bar siempre con un pintxo en la mano”, cuenta Ane Recalde. Alberto, expresa que los pintxos también son muy conocidos por parte de sus amigos. “Los bares de tapas son bastante populares en Copenhague y muchas veces también sirven pintxos. Siempre que los daneses han probado estos bocados les han encantado”, afirma.
Pero donde hay unanimidad absoluta es en el Athletic, el tema que, sin ninguna duda, levanta más pasiones y aúna más voluntades. “Otra de las cosas características que define a Bilbao es el ambiente que se crea en un día de partido. Yo, por ejemplo, en Bilbao vivo cerca de San Mamés y disfrutar de ese ambiente es una suerte”, opina Recalde. Ahí coincide plenamente Alberto: “Todo el mundo conoce al Athletic”, dice.
Sin embargo, cree que el Guggenheim está prácticamente a la altura del equipo futbolístico. “En Copenhague hay mucha gente que también conoce el Guggenheim porque a los daneses, en general, les apasiona la arquitectura y el diseño”, cuenta. Por su parte, los amigos de Iratxe Garrachón que conocen “algo más de Bilbao”, lo primero que mencionan es el Guggenheim. “De ahí pasamos al Athletic y terminan mencionando los pintxos”.
Al comparar la capital vizcaina con la ciudad en la que viven estos seis protagonistas lo tienen claro: “Bilbao es sinónimo de calidad de vida. Es una ciudad con muchas facilidades, sin tanto estrés y sobre todo, a diferencia de Madrid puedes estar paseando por la ciudad y en 20 minutos en coche acabar sentado en una playa. En definitiva, mucho verde, mucho mar y una gran ciudad”, cuenta Recalde.
Por su parte, Arce, relata que la diferencia más sustancial entre Bogotá y Bilbao es su tamaño: “Bogotá es una ciudad con ocho millones de habitantes, algo que implica que sea una urbe caótica y desordenada. El tráfico es una locura porque los servicios públicos no funcionan nada bien y las infraestructuras son bastante malas, nada que ver con el sistema de transporte y carreteras que tenemos en Bilbao”, opina esta joven.
La seguridad en las calles La inseguridad en las calles de la capital colombiana es otro gran handicap para Arce. “Los niveles de inseguridad en Bogotá son infinitamente mayores que en Bilbao. Es cierto que ha mejorado mucho la situación y no siento que sea una ciudad peligrosa, pero aun así no puedo andar sola por la calle de noche como en casa”, cuenta.
Iratxe Garrachón cree que Bilbao es una ciudad “cómoda” porque las distancias entre los diferentes lugares de la capital vizcaina “no son muy grandes y puedes llegar andando a la mayoría de sitios”. Sin embargo, en Milán, al igual que en otra ciudad grande, las distancias son mayores y tardas más tiempo en llegar al lugar que deseas. “En ese sentido estaba muy mal acostumbrada”, asegura Garrachón. Erik Pérez extraña la “limpieza y la alegría” que se percibe en las calles de la Villa. “Estamos acostumbrados a la lluvia y aunque truene podemos salir a dar un paseo. Aquí si llueve solo se sale a lo importante, como para ir a trabajar o a hacer compras pero del ocio se disfruta en casa. Por su parte, Alberto Alonso no lo duda. “La comida de Bilbao es de mucha mayor calidad tanto en los supermercados como en los restaurantes. En Copenhague los restaurantes y cafeterías son muy acogedores pero después, la comida no tiene tan buen sabor como la nuestra”, expresa. Y, además, tiene claro que la naturaleza que rodea a la capital vizcaina es “mucho más impresionante”.
Sin embargo, a pesar de que estos jóvenes admiren su ciudad natal y se deshagan en alabanzas, tanto Arce como Recalde reiteran que el ambiente que hay en las calles de su ciudad de acogida es mayor que el que se vive en la capital vizcaina. “Puede ser lunes o fin de semana pero las calles están llenas siempre”, explica Recalde. Por su parte, Arce reconoce que el hecho de que viva en un lugar más grande que Bilbao supone que éste sea mucho más cosmopolita. “Hay muchos restaurantes internacionales, ferias, exposiciones, conciertos y gente de todas las partes del mundo”, relata.
Alonso admira el bienestar de Dinamarca donde, según asegura, los jóvenes se independizan al cumplir la mayoría de edad. “También trabajan y estudian al mismo tiempo y tienen todo tipo de ayudas del Estado. En Copenhague es imposible no llegar a fin de mes con un trabajo a jornada completa. Siento que aquí hay más perspectiva de futuro”, concluye.