Bilbao - Para las personas que le gusten las noches electorales trepidantes, esas en las que hasta el último voto cuenta para decantar el poder hacia un partido u otro, la del próximo 26 de mayo no pasará a la historia. Ese domingo, los vizcainos elegirá a sus representantes en las Juntas Generales y la corporación que gestionará su ayuntamiento durante los próximos cuatro años. La estabilidad sociopolítica que vive el territorio y la sensación de bienestar que siente la mayoría de la ciudadanía vizcaina no auguran grandes sorpresas para ese día, con un PNV que busca revalidar su liderazgo, el PP y Podemos en claro retroceso, un PSE que puede mejorar ligeramente sus últimos resultados de 2015 y EH Bildu que parece haber tocado ya su techo de votos.

Si por algo ha estado marcada esta última legislatura es por la gran estabilidad, tanto política como económica y social, que ha vivido Bizkaia. Aunque siempre hay reivindicaciones y ámbitos en los que mejorar, los vizcainos están satisfechos con la situación que vive el territorio: sin la amenaza terrorista con la que durante cuarenta años atenazó ETA, una política de pactos entre diferentes partidos que ha permitido a las instituciones gestionar su día a día de manera normalizada y sin sobresaltos, a diferencia de otras zonas del Estado como Catalunya, y una situación económica mejor que la del entorno, recuperados de una crisis que no golpeó de forma tan dura como en otras regiones.

La población vizcaina tiene, en general, una sensación de estar bien gobernada, de vivir en un territorio estable, que ha superado bien la crisis económica y que avanza. Una situación que tiene su reflejo en una mayor estabilidad de voto y de la que se benefician, sobre todo, los partidos que ostentan el gobierno en las instituciones, a diferencia de momentos de crisis, en los que la ciudadanía suele abogar por un cambio de sus representantes. En un marco como este de bienestar, siempre mejorable, la ciudadanía tiene a dar la espalda a los partidos que generan conflicto o plantean cambios drásticos en el sistema, y a apoyarse en las siglas más dispuestas a los pactos que permitan sacar adelante los proyectos importantes.

En este escenario, y con el PNV gobernando tanto en la Diputación y como en la mayoría de los ayuntamientos, todo parece apuntar que el 26 de mayo los jeltzales revalidarán su liderazgo en el territorio. De hecho, algunas encuestas llegan incluso a augurar que rozarían la mayoría absoluta en las Juntas Generales, pasando de 23 a 25, solo uno menos que la mitad más uno en una cámara que está constituida por 51 apoderados. De hecho, sería el partido que más escaños ganaría en las próximas elecciones forales, de las que se elige el diputado general. Podrían llegar a recibir el voto del 43,5% de los electores, frente al 38,2% logrado en los últimos comicios de mayo de 2015.

La otra cara de la moneda la ponen tanto Podemos como el PP, que se perfilan como los grandes damnificados en las urnas el próximo domingo electoral. El partido liderado por Pablo Iglesias, que irrumpió con fuerza en Bizkaia hace cuatro años -en las Juntas Generales se situaron como tercera fuerza política y seis apoderados, y lograron resultados más que notables en municipios como Santurtzi, Leioa, Getxo, Portugalete o Basauri-, pasa por horas muy bajas y no parece probable que ni siquiera que repita aquellos resultados. La fuerte ilusión que generó hace cuatro años como alternativa de cambio ha caído de forma abrupta, tanto por la forma en la que gestionaron la posibilidad de liderar esta alternativa cuando tuvieron la oportunidad como por los conflictos internos que han vivido en estos cuatro años -en Madrid, más lejos, pero también en Araba y en el propio Bizkaia- y que han terminado por desgastar al partido.

PP y Podemos El PP arrastra el duro revés que supusieron los resultados electorales de 2015. Ya entonces, fue el gran castigado en las urnas: perdió en las Juntas Generales la mitad de sus ocho apoderados, mientras que en el Ayuntamiento de Bilbao, donde en su día fue segunda fuerza pujante, se hundió a la cuarta, y en una localidad como Getxo, donde no hace mucho peleó por el triunfo, se desmoronó cediendo la mitad de su representación, lastrado por los escándalos de corrupción y la falta de un candidato con tirón. El relevo de Pablo Casado al frente del partido frente a Mariano Rajoy, querido y respetado entre los votantes, no ha terminado de calar entre los simpatizantes vizcainos y algunas encuestas le vaticinan perder hasta tres de sus cuatro representantes en las Juntas Generales, y tiene muy difícil sacar cabeza en Bilbao o Getxo, sus feudos históricos.

Frente a esos dos extremos, se sitúan dos partidos que mantendrían más o menos su apoyo en el territorio, con posible ligeros incrementos. EH Bildu parece haber tocado su techo de votos ya que, aunque sigue manteniendo una militancia muy fiel, no logra atraer electores periféricos de otros partidos. Parte desde una nada desdeñable segunda plaza en Bizkaia, con once apoderados en las Juntas Generales y gobernando en municipios como Bakio o Elorrio, aunque perdió localidades importantes como Lekeitio, Gernika-Lumo o Sopela, donde había estado gobernando el mandato anterior.

Empujado por la ola de Pedro Sánchez, el PSE puede incluso mejorar ligeramente los resultados que obtuvo hace cuatro años, cuando marcaron un nuevo mínimo histórico y, tras perder la Alcaldía de Barakaldo, únicamente se quedaron al frente de los ayuntamientos de Portugalete y Ermua. Aunque en las encuestas que se realizaron antes de la convocatoria de las elecciones generales quedaba relegado a la cuarta posición en Juntas Generales, su figura como líder frente a los partidos de la derecha le ha relanzado en intención de voto en los comicios forales y municipales.

Partidos emergentes como Vox y Ciudadanos no terminan de cuajar en Bizkaia, como no lo hacen a nivel de Euskadi, debido a un discurso que se opone de forma radical al concierto económico y el sistema foral. Pese a que el nacionalismo español tiene sus simpatizantes en el territorio, que hasta ahora encontraban su respaldo en la papeleta del PP, no son capaces de pescar en ese nicho de votos, más allá de algunos votos de sentimiento franquista. Es difícil que puedan alcanzar el 5% del recuento en municipios como Getxo o Bilbao, y no lograrían representación en las Juntas Generales, con una intención de voto del 2,5 (Ciudadanos) y del 0,6% (Vox).