HAY quien comienza el año con nuevos propósitos. Hacer más ejercicio, dejar de fumar, llegar pronto a los sitios... Otros, sin embargo, se proponen ser más organizados y evitar dejar las cosas para última hora. “En 2019 intentaré ser más organizada. Quiero entrar el año con buen pie”, decía entre risas Carmen Jiménez que el pasado día 31 se acercó hasta el Mercado de La Ribera para realizar las últimas compras navideñas y así tener todo preparado para la cena de Nochevieja. Ya a las 9.00 horas, como buena madrugadora, hacía cola en la pescadería Bego para hacerse, principalmente, con marisco. “He comprado langostinos, almejas... Pero nada de percebes que su precio están por las nubes”, comentó Jiménez. Y es que este marisco es inalcanzable para muchos, ya que los gallegos rozaban los 200 euros y los más baratos, de procedencia francesa, estaban en 40. “Esto no está hecho para el bolsillo de muchos, aunque sea un manjar y estén riquísimos”, prosiguió.
Entre la aglomeración se encontraba también Nieves Amperio que, al igual que el 24 de diciembre, aprovechó la ocasión para hacer la última compra del año. “Almejas, caracolillos, zamburiñas... He venido más tarde que la otra vez, pero me he encontrado con menos cola y además no hay demasiada gente así que la cosa me ha salido mejor de lo que pensaba”, expresó.
El marisco es el gran protagonista estas fiestas y teniendo en cuenta que en Nochebuena los productos estaban frescos, muchos aprovecharon de nuevo la ocasión para comprarlo en Nochevieja. “Está todo muy fresco y muy bueno. También hay que decir que el día 31 hemos notado que los precios han subido un poco, pero no ha sido exagerado. Lo bueno hay que pagarlo”, expuso Toñi Antonia Benítez.
A pesar de que la gran mayoría hiciese cola para la pescadería, las carnicerías no se quedaban atrás. A las 10.00 horas el puesto Corderos Mariano César se quedaba sin su producto estrella: el cordero. “Lo hemos traído por encargo y también alguno que teníamos por aquí. Se ha vendido todo, nos hemos quedado sin nada”, comentó uno de los carniceros, Víctor Rojo.
Sin ir mucho más lejos, las pescaderías de alrededor albergaban en su interior a una multitud de gente que tenían que esperar hasta treinta números. “Con el trabajo y los niños no me quedaba otra que hacer la compra del día 31. Nos ha venido muy bien que abriesen este día tan señalado”, explicó José Luis Gómez.
Lo mismo le sucedió a Marisa Fernández que se encontraba a su lado. Esta bilbaina lleva más de veinte años encargándose de las compras navideñas y solo compra lo mejor, aunque se fije mucho en los precios. “Hay que comprar poco y bueno. Cuando me enteré que abrían el día 31, me lo pensé un poco y al final me animé a venir. Me encargo de mis nietos y no tengo mucho tiempo, pero creo que voy a hacer una buena compra”, comentó. Al finalizar, entre percebes, quisquillas, mejillones, nécoras, almejas... “me he dejado casi 230 euros y todavía no he acabado porque tengo que comprar pasteles. Todos nos gastamos parecido pero lo que tengo claro es que, la próxima vez, intentaré hacer las compras antes para evitarme colas”.
Y es que al igual que las carnicerías y pescaderías, las pastelerías decoraron sus escaparates con sus mejores tartas, aunque la mayoría fuesen por encargo. “No quería quedarme sin ninguna”, dijo Alberto Sarasua que paseaba su bandeja por el mercado de La Ribera.
También las verduras Dejando el marisco y la carne a un lado, las verduras también fueron las protagonistas en las bolsas de algunos compradores. Este fue el caso de Bruno Balparda que no dudó en acercarse hasta el mercado para añadir a su carro unos huevos. Por su parte, Begoña Alonso tiene un motivo para explicar el por qué de comer algo de verdura en estos días tan señalados. “No es por el precio o porque me guste más o menos que la carne o el marisco, pero he comido tantos bombones y polvorones que he decidido comenzar el año comiendo más sano”, explicó entre risas Alonso.
Por las calles del Casco Viejo solo se veían personas con bolsas y haciendo también largas colas para comprar lotería. El frío no invitó ni siquiera a poner las terrazas en los bares. Sin duda, un comienzo de año gélido, de nuevos propósitos y muchas compras.