Miguel A. Pardo
Santurtzi - La vida es un camino incierto del que no sabemos, ni siquiera, su longitud, pero, ante tanta incertidumbre, el ser humano puede elegir a qué velocidad quiere discurrir por el tránsito vital. El santurtziarra Aitor Carrocera ha elegido vivir la vida a toda velocidad. Solo así se explica que, a los 23 años decidiese emprender y crear su propio negocio y que, más tarde, empezase a competir en rallies. Así, su vida tiene como dedicación su tienda, Ritxo, ubicada en Mamariga y como hobby el competir entre curvas y cambios de rasante. Recientemente, Aitor se coronó como campeón de Bizkaia de rally y finalizó el tercero de Euskadi. “Corrí mi primera carrera con 28 años, se puede decir que empecé tarde. Me gustaba mucho, pero jugaba a baloncesto. Iba a ver pruebas, pero no pensaba en correr. Cuando dejé el baloncesto por las lesiones me fui picando con el mundo del motor y me compré un kart”, recuerda Aitor, quien defendió la camiseta del CB Santurtzi hasta 2006.
De los karts pasó a competir en rallies de regularidad con coches clásicos y ahí fue cuando se desató su pasión por el mundo de las carreras. Fue hace justamente diez años cuando comenzó a tomar parte con regularidad en carreras. “Lo que más me gusta es poder disfrutar de la carretera cerrada, tenerla entera para ti”, apunta Aitor a quien, esta afición por los coches no le viene, precisamente, de familia. “Mi padre y mi madre ni siquiera tienen carnet de conducir”, explica entre risas el actual campeón de Bizkaia, quien también fue ganador de este título en 2010, curiosamente, sin haber ganado una sola carrera. Pero esa sequía acabó el pasado 27 de octubre, cuando se alzó con el triunfo en el Rally de Cobreces-Desafío BMW. “Había quedado muchas veces segundo, había tenido problemas mecánicos yendo primero varias veces... A lo largo de estos diez años se me había resistido la victoria y, sinceramente, ganar fue todo un subidón. Llovió y, curiosamente, cuando las condiciones son peores es cuando mejor voy”, indica Aitor, quien tiene de copiloto a Arkaitz Díaz.
Su temporada se concentra en los meses de octubre y noviembre y es en estos dos meses cuando tiene que hacer, especialmente, encaje de bolillos para sacar tiempo para atender su negocio, atender a su familia y dejar también su espacio a su pasión por las cuatro ruedas. “Saco tiempo de donde se puede, por desgracia, sacrificando cosas. En esos dos meses estoy menos con la familia aunque ahora les estoy compensando”, reconoce este santurtziarra que se declara fiel admirador de Dani Sordo y Fernando Alonso. “Mi objetivo para el año próximo es poder seguir compitiendo y, una vez logrado, me gustaría poder correr en el campeonato vasco. Estaría genial”, desea.
EMPRENDEDOR PRECOZ A toda mecha. Así le gusta vivir a Aitor, quien a los 23 años decidió tomar las riendas de su propio negocio. De esta manera nació su tienda, Ritxo. “Primero nos establecimos en Portugalete, en la zona del Puente Colgante y hace doce años nos trasladamos a Mamariga. Había trabajado en una inmobiliaria y, finalmente, decidí dar un cambio a mi vida y me animé”, recuerda. Con ese espíritu, se lanzó al mundo del emprendizaje y, dos décadas después, sigue alzando la persiana de su negocio cada mañana. “En este mundo hay que renovarse constantemente. Es renovarse o morir”, señala. En esa renovación no ha entrado solo el ofrecer al cliente cada vez más productos más allá de chuches, pan y pasteles, sino ampliar y mejorar las instalaciones de su negocio. “He ampliado tres veces la tienda. Antes tenía unos 25 metros cuadrados y cuando he tenido oportunidad, he ido haciéndola más grande”, asegura Aitor quien vive entre chuches y acelerones.