Nunca imaginé poder disfrutar de una oportunidad así”. Ilusionada, Siham se viste con el traje de cocinera para elaborar en el restaurante Bascook de Bilbao una pastela de frutos del mar, plato típico de su país, Marruecos. No está sola. Otras ocho mujeres de siete países han sido las encargadas de dar vida el jueves por la noche a una cena repleta de aromas, de esencias que por encima de todo les ha servido para dignificar su trabajo y empoderarlas. El objetivo, según adelanta Nati Ferreira, la coordinadora del proyecto, es que puedan poner en marcha un negocio de catering o que incluso puedan llegar a abrir un restaurante de comida internacional. De momento, superando todas las dificultades se colocaron el delantal para crear un menú único para el Kurding Club.
Desde el principio este grupo de mujeres del mundo mostró su interés en formar parte de un proyecto cuya raíces parten del denominado mercados de las especias que se celebra todos los domingos en la plaza de la Cantera. Es ahí donde este colectivo cocina in situ platos típicos de sus países. De la calle lo han llevado a un escenario profesional, a los fogones de un restaurante bilbaino. “No hay nada que no se pueda hacer si le pones ganas”, afirman estas mujeres a las que les une una pasión, la cocina.
Con la supervisión del cocinero vizcaino Aitor Elizegi y el apoyo de su equipo, las cocineras del mundo elaboraron un menú para chuparse los dedos para 50 comensales. La joven Siham formó parte de la iniciativa junto a su madre Fátima; Aster, de Etiopia; Nina, de Georgia; Hamdia y Hodan, de Somalia; Nayda, de Sahara; Daba, de Senegal, y Claudia, de Bolivia, que declinó salir en el reportaje. Todas ellas compartieron con DEIA sus inquietudes y su experiencia culinaria. “No estoy nerviosa. Nos han dicho que elijamos el plato con el que más cómodas nos encontramos”, explica.
Las personas que se sentaron en torno a una mesa pudieron realizar un viaje gastronómico sin moverse de Bilbao, repleto de sensaciones y, por qué no, con ese punto de misterio que esconde una cena en la que los ingredientes que lo forman son de otros países. “Los platos que elaboran estas mujeres se pueden degustar en pintxos los domingos en el mercado de las especias”, comentó Nati Ferreira.
Una conversación entre Aitor Elizegi y George Belinga, -impulsor de Koop SF34 en San Francisco-, fue el primer paso para dar vida a esta cena elabora por las manos de mujeres de diferentes países. “Se fue alargando en el tiempo porque no encontrábamos un hueco en la agenda, pero en cuanto me lo contó, no necesité ninguna justificación más para ponerlo en marcha”. De hecho el chef vizcaino define esta iniciativa como “el brote gastronómico más importante de la ciudad de Bilbao en los últimos veinte años”. En este sentido, Elizegi espera que de este proyecto que se ha gestado por primera vez en los fogones de una cocina profesional se abran nuevas oportunidades para que este colectivo pueda hallar una salida laboral y realizarse profesionalmente.
Interés e ilusión Nati Ferreira ha sido la encargada de liderar esta iniciativa gastronómica las últimas semanas. Ella ha sido la encargada de capitanear a este grupo de mujeres que desde el principio han mostrado interés y toda su predisposición para lanzarse en una aventura repleta de aromas y que contiene entre los ingredientes dos primordiales: el interés y la ilusión. “Les ha puesto muchas ganas”, afirma. Todas las mujeres que han formado parte de esta iniciativa culinaria están abiertas a aprender, a mejorar y a labrarse un futuro a miles de kilómetros de sus países de origen. “De lo que se trata es de que con el tiempo puedan ganarse la vida con algo que les gusta. Son mujeres que han llegado de sus países y que solo pueden dedicarse a limpiar o al cuidado de personas mayores. Algunas sí han trabajado de cocineras en sus países, pero para la mayoría su experiencia se centra en la cocina de sus hogares”, explica Ferreira.
Con el mercado de las especias ya han dado sus primeros pasos y han logrado hacerse visibles haciendo lo que más les gusta. Sin embargo, ponerse en delantal y cocinar para medio centenar de comensales en una cocina profesional ha supuesto para ellas “dignificar” esa labor que realizan en sus casas y para su familia.
Con las manos en la masa, mezclando ingredientes que dan sabor a platos tradicionales las nueve cocineras eligieron el plato en el que más cómodas se sienten para sorprender a los comensales. “Ha sido la primera vez que se han degustado las nueve recetas de una sentada. En el mercado de las especias comes uno, dos o tres...”, aclaró Elizegi.
A Mayda del Sahara le fascina el mundo de la cocina. “Siempre lo he hecho, pero para mi familia, para los amigos...”, relata. Esta mujer lleva cinco años viviendo en la capital vizcaina y con mimo elaboró un cous-cous con pollo y verduras tradicional del Sahara. Hamdia y Hodan incluyeron en el menú del jueves Sambusas, un plato típico de Somalia elaborado con ternera. “En Somalia me dedicaba a la cocina, pero una vez en Bilbao no tenía salida. A través del mercado de las especias he podido recuperar mi profesión. Me encantaría poder volver a dedicarme a ello aquí. Sé que tenemos que trabajar mucho, pero estamos dispuestas a hacerlo”, apuntó Hamdia.
Aster es ama de casa y se enfrentó a la cocina profesional sin miedo y con gran ilusión. Un par de días antes elaboró una harina blanca con la que dio forma al Injera, una especie de crepes que se rellenan de verduras. Hace un año que Nina llegó desde Georgia. Aunque trabaja como administrativa para ella cocinar es un placer que le relaja y con el que disfruta. El plato con el que sorprendió a los comensales fue una pxali, un ensalada fría con granadas, berengenas, espinacas... “En mi país este plato se degusta en momentos especiales”, añade.
Esperan que esta cena sea el primer paso a un largo camino que queda por recorrer. Por de pronto en la cocina del Bascook han ordenado las recetas, ajustado las cantidades y han aprendido a trabajar en equipo, midiendo los tiempos. “No se ha tratado solo de cocinar un menú”, dijo Elizegi. Detrás de este proyecto existen muchos elementos que lo hacen aún más rico. “Les dijimos que solas no iban a poder. Todas juntas tienen mucho valor y las hace únicas”, concluyeron.