Abadiño - El abadiñarra Iker Munilla ha necesitado muchos años hasta asimilar que padece esclerosis múltiple, también conocida como la enfermedad de las mil caras, ya que a cada persona afecta de una forma diferente. Le detectaron la enfermedad cuando tenía 29 años y tras un largo periodo de adaptación, decidió luchar y ayudar a que la enfermedad se conozca aún más.
El pasado fin de semana Abadiño llevó a cabo un mercadillo solidario, impulsado por el PNV de la localidad, para recaudar fondos para la asociación Adembi que ayuda a todas las personas afectadas con esta enfermedad. Para la ocasión, este abadiñarra de 42 años, Iker Munilla, fue la cara visible. Un vecino de Matiena que, tal y como él indicó, “desde que diagnosticaron tuve claro que tenía que luchar”. Así, mañana estará presente en la fiesta de Busti Zaitez vendiendo camisetas e informando sobre la enfermedad. Aunque ahora se muestra muy convencido, ha pasado por un largo periodo donde tuvo que “reaprender a vivir”. Iker está casado y tiene un hijo, su familia es su pilar fundamental, a lo que se agarra para hacer frente al desafío que la vida le ha deparado. Cuando tenía 29 años, poco se podía imaginar lo que le venía por delante. Unas primeras irregularidades motoras a la hora de dar órdenes a su pie izquierdo que hizo levantar las sospechas. “Se me iba, no podía controlarlo y entonces fui al médico para saber qué me pasaba. Me hicieron un montón de pruebas y ninguno me decía lo que podía tener. Al final un médico me golpeó la rodilla con un martillo y mi pierna saltó. Instantes después me dijo que era esclerosis múltiple”, recuerda Iker. Y es que este trastorno ocasiona mucha sensibilidad en las articulaciones y ese fue el detonante para que se le diagnosticara la enfermedad. “Es como si mis venas de la cabeza fueran unos cables de electricidad pelados y entonces fallan a la hora de dar las ordenes”, explica Iker. Momentos después de conocer el diagnóstico, el mundo se le cayó encima. “Yo solo pensaba ¿por qué a mí? ¿Por qué me ha caído esto? Y no encontraba respuesta alguna”, recuerda. “Pasé un tiempo muy mal, aunque hasta los 34 años yo pude hacer vida normal y podía ir a trabajar”, añade. Durante los primeros años tuvo que asimilar la nueva vida que le tocaba y enfrentarse a los retos que la enfermedad le iba a poner. “La vida es como una carrera donde tienes que sortear los obstáculos”, puntualiza Iker mientras se sujeta con su bastón. Recuerda que fue una dura etapa de su vida donde no encontraba respuestas ante el futuro que le esperaba, “hasta que conocí el yoga. Sin duda es lo que me ayudó a descansar la cabeza, a estar tranquilo conmigo mismo y ver la vida con otro optimismo”, añade. Hace ocho años tuvo que dejar de trabajar porque la enfermedad afectó de lleno a su pierna izquierda y después también a la derecha. “Pedí la inutilidad y desde entonces no puedo trabajar y suelo ir tres días a la semana a rehabilitación del hospital de Galdakao”, recuerda con una sonrisa ya que esta misma semana le han dado el alta y podrá disfrutar de sus vacaciones con su familia. “El yoga me salvó. Me ayudó a sobrellevar la esclerosis y coger fuerzas para darme cuenta que me tocará luchar toda la vida”, comenta un optimista Iker. Dice sentirse a gusto dando la cara para que la gente conozca esta enfermedad.
Será mañana domingo cuando las playas y piscinas de Euskadi celebrarán un año más la campaña de sensibilización de la esclerosis múltiple. A través del Mójate Busti Zaitez se pretende dar a conocer esta enfermedad a la sociedad, con la venta de camisetas para recaudar fondos y sensibilizar a la sociedad sobre esta dolencia.