El ultramarino que atendió a Fleming
EL famoso doctor Fleming, aquel que descubrió la penicilina, debió pensar lo mismo que Aitor Elizegi sobreLópez Oleaga: “Aquí habrá algo bueno para mí”. Porque la memoria de este centenario ultramarino bilbaino sito en la esquina entre las calles Ledesma y Astarloa dice que Fleming entró a hacer su compra cuando pasó por Bilbao. Y Elizegi, cocinero, presidente de Bilbao Dendak y miembro, junto a la fotógrafa Maite Bartolomé y el arquitecto Elías Mas, del jurado que distinguió al comercio, aseguró ayer que “en López Oleaga siempre encuentras algo bueno, tengas 10, 20 o 40 años”.
Y ese es uno de los grandes motivos por los que Moskotarrak distinguió a los gestores del establecimiento, fundado en 1904, con el premio Paraje Bilbaíno.
La presidenta de la comparsa, Gloria Prieto, hizo entrega a Pedro López Otegui de la placa de cerámica que lo atestigua. Mientras, el alcalde la villa, Juan Mari Aburto, les dio un retoño de tilo, símbolo del enraizamiento en Bilbao.
Aburto agradeció el compromiso del establecimiento por permanecer “en una calle que ha cambiado mucho. Sin embargo, vosotros seguís aquí”. Evocó el tiempo de su infancia, en el que degustaba los cacahuetes de López Oleaga, y rememoró a su padre llevando a casa las botellas de buen vino adquiridas en el mismo sitio. “Es una gozada. Gracias por el trabajo que habéis hecho, por el que hacéis y por el que haréis”, remarcó.
José Mari Amantes, de Moskotarrak, que ofició de presentador, subrayó que lo que hoy es una prestigiosa delicatessen nació como “un ultramarino en el que se podían comprar desde alpargatas hasta champán”. Después, tuvieron que ir adaptándose a los cambios. Uno de ellos, el racionamiento del café en la posguerra, les obligó a emplear su tostadora para torrefactar frutos secos. Ese fue el origen del más sencillo de sus éxitos.
Entre los asistentes, los concejales Itziar Urtasun, Iñigo Pombo,Alba Fatuarte,Samir Ladhou y Beatriz Marcos, junto al exalcalde Ibon Areso. También acudieron el directivo del Athletic Javier Aldazabal, los populares K-Toño Frade y Marino Montero, la bloguera Esmeralda Erlo, los periodistas Arturo Trueba, Txuskan Coterón e Iñaki Astigarraga, el cantautor Iñaki Basabe, el imprescindible as del txistu y el tamboril Mikel Bilbao y el presidente de Unicef País Vasco, Isidro Elezgarai.
Estuvieron José Ángel Pereda, Ricardo Martín Ariño y el premiado el pasado año, Luis Arbiol, de Ultramarinos Gregorio Martín, así como Ángela Azkona y Alex González, de Loitz Cerámica, autores de la placa de la que se hizo entrega. De Moskotarrak se dejaron ver, entre otros, Luis Ángel Castresana,Jabi Romano, Iñaki Pastora, José Nolaso, Yolanda Goikoetxea, Juan Alonso, Iñigo Burgos o Asun Muñoz.
Estaban muy orgullosos miembros de varias generaciones de los galardonados; Javier López Oleaga, firme a sus 81 años; Teresa López Oleaga, Pedro López Otegui, Marisol Otegui, Agustín López Otegui, Marisol López Otegui y Emilio Azumendi.
Pedro se mostró agradecido a todos por el premio. Y dio tres veces las gracias “a quienes hacen posible que sigamos adelante: los clientes”, además de felicitar a Moskotarrak por su cuadragésimo aniversario.
El acto, que había comenzado con un aurresku de honor a cargo del bailarín Igor Zabala y el txistulari Jon Ansorena, concluyó amenizado por las voces del otxote Txipli-Txapla, del que forma parte el periodista Xabier Lapitz.
López Oleaga se suma así a una lista de Parajes Bilbaínos de los que forman parte Charcutería La Moderna, la Bodeguilla Vallejo, el Salón de Té New York, la pastelería Arrese o Ultramarinos Gregorio Martín. Quizá el doctor Alexander Fleming pasara por varios de ellos.