Karrantza - Nació “en la República Dominicana” y vive en Salamanca, pero su corazón pertenece a Karrantza, donde arraigó su vocación entre iglesias y mansiones de indianos. Por eso, ningún símbolo encaja mejor en el premio Karrantza Naturala a la historiadora del arte y catedrática Maite Paliza que la reproducción del prisma de Ahedo: una estela románica de unos 800 años de antigüedad hallada casualmente en la iglesia del barrio homónimo en 2002 durante unas obras. Se ha concentrado en los siglos XIX y XX y suma más de 200 publicaciones entre libros y catálogos de exposiciones, que la convierten en un referente ineludible de una época “muy importante y de gran crecimiento”, que significó un punto de inflexión también en Enkarterri.
Aunque sus “diez primeros años” transcurrieron al otro lado del Atlántico, “veníamos de visita a Karrantza durante los veranos”, así que el valle no le resultó extraño cuando la familia Paliza Monduate se estableció en la comarca. No sería con carácter definitivo para ella, aunque entonces todavía no lo sabía. Empezó sus estudios universitarios de Geografía e Historia en Deusto. Sin embargo, la capital vizcaina no le ofrecía los recursos necesarios para cumplir su verdadera idea: especializarse en Historia del Arte, lo que le motivó a emprender otra mudanza a Salamanca para licenciarse en 1981, obtener el doctorado cum laude por unanimidad en 1988 y una cátedra en 2012. En 2014 ganó el premio María de Maeztu a la excelencia científica.
Desde Salamanca se ha mantenido al tanto de la actualidad carranzana. Como cuando “me llamaron” para comunicarle un descubrimiento sorprendente. Unas valiosas pinturas renacentistas habían aparecido en la iglesia vieja de San Andrés de Biañez, “ocultas tras un retablo construido entre los siglos XVII y XVIII”. “Debieron pensar que se habían pasado de moda y decidieron taparlas, más tarde el retablo se deterioró y lo que escondía salió a la luz durante la restauración”, relata. Es una pequeña gran muestra del “extenso patrimonio” que atesora el municipio de mayor superficie de Bizkaia en sus más de cincuenta barrios y del que Maite se siente muy orgullosa.
Pero si hay un periodo por el que se siente atraída es el del esplendor de los indianos, entre finales del siglo XIX y principios del XX. “Acabo irremediablemente focalizada hacia la arquitectura de esa época, pese a que la pintura y escultura también son muy interesantes”. La emigración a América “se convirtió en un fenómeno clásico en toda la cornisa cantábrica, más en las zonas deprimidas donde la gente no encontraba trabajo con tanta facilidad”. Pero no todos fueron indianos. No todos se enriquecieron ni regresaron a su tierra. Karrantza ha dado grandes nombres que invirtieron parte de su fortuna en su valle natal. Buena conocedora del contexto económico y social, para Maite Paliza, destacan dos. Uno, Romualdo Chávarri, que propició la llegada del tren, la acometida de agua y la construcción de la iglesia nueva de Biañez después de escalar desde su puesto de dependiente en una mercería de Puerto Rico hasta amasar una fortuna. Su estatua de bronce fue robada hace seis años en el barrio y nunca más se ha sabido de ella. “Lo que menos gente conoce es que fue masón”, apunta la historiadora del arte. La otra figura relevante entre los indianos locales es Miguel Sáinz Indo, quien promovió numerosos proyectos urbanísticos y “al volver de América se mudó a un palacete en Madrid en el que se exhibían cuadros de Goya”.
Un opulento modo de vida que transmitieron en las construcciones desperdigadas por Karrantza. En especial sus propios domicilios como reflejo del estatus que habían alcanzado. Maite Paliza no titubea al elegir su mansión favorita: “Por su tamaño, diseño y jardín, la casa Hernáiz, que se encuentra en el barrio de Concha muy cerca de la plaza del Ayuntamiento proyectada por un arquitecto francés”.
Entre sus libros e investigaciones sobresale la monográfica dedicada al arquitecto Manuel María de Smith Ibarra, autor en el valle de edificios como la iglesia de Soscaño y la residencia de Nicolás Vicario en Concha. “Se ha reeditado cuatro veces desde que lo publicó la Diputación Foral de Bizkaia” en 1987, según explicó la organización del premio Karrantza Naturala al reconocer su trayectoria. Este libro daría lugar a una exposición en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1991. Además, Maite Paliza fue comisaria de una muestra sobre arquitectura indiana en Karrantza y Lanestosa que acogió el Museo de las Encartaciones en 2005. “He de reconocer que no vengo a Karrantza tanto como me gustaría, ahora que mi madre vive en Bilbao”, pero siempre le deberá a la tierra de su infancia y sus antepasados haber encaminado su vida profesional.