Síguenos en redes sociales:

Balmaseda recupera la vieja talla de la ermita de Kolitza

Descendientes del vecino que la salvó durante la Guerra la donan a la villa

Balmaseda recupera la vieja talla de la ermita de KolitzaE.Castresana

Balmaseda - Intuyendo que el avance de la Guerra Civil sobre Enkarterri podría derivar en daños catastróficos para el patrimonio, en 1937 Juan Cruz Renovales tomó una decisión: cogió la llave de la ermita de Kolitza y la talla de San Roque que allí se custodiaba y las escondió en su casa. El entonces mayordomo del templo no se equivocaba. Meses más tarde, el monte fue escenario de una batalla que se cobró cientos de vidas y afectó al edificio, que tuvo que ser reconstruido casi por completo. Ocho décadas después, la familia ha encontrado y devuelto a Balmaseda la figura, que quedará expuesta en el museo de historia local.

“Hemos vivido desde niños con el relato de lo que pasó”, primero en Balmaseda y luego en Santander y Valladolid, recordó Mikel Martínez Renovales, bisnieto del salvador de San Roque, quien reconoció que en la villa “es donde mejor está”. Con ocasión de su regreso, “aprovecharemos para realizar una valoración” de la talla que permita datarla con precisión y conocer su estado de conservación, según adelantó el concejal de Cultura, Txetxu Txarramendieta. Y es que parece ser que estuvo en tierras castellanas y el clima seco “provocó que se desprendiera parte de la pintura del perro”.

El bisabuelo de Mikel, Juan Cruz Renovales, era un personaje peculiar y querido en Balmaseda por su implicación con los eventos populares. “Regentaba una taberna en el casco histórico y organizaba los festejos taurinos”, relato. “Según tengo entendido, estaba en todas las salsas, me he topado con su nombre varias veces al consultar los archivos”, corroboró Paloma Sañudo, encargada del museo de historia. Si haber preservado la talla no fuera suficiente, los Renovales acumulan más méritos para ocupar un lugar prominente en el pasado de Balmaseda. “En 1920, mi abuelo, Gaspar, fue el primer Jesucristo que apareció en la Pasión Viviente con el rostro descubierto y se casó aquí”, reveló Mikel. Por ello, que la imagen se haya depositado en el mismo museo que antes estuvo consagrado como iglesia de San Juan supone una doble alegría para la familia.

La figura de San Roque permanece entre las maquetas de la iglesia de San Severino y la ermita de Koli-tza que sirven para explicar el apego de los balmasedanos a sus tradiciones religiosas. “La ermita es una referencia para el municipio, en especial tres días al año: San Sebastián el 20 de enero, San Roque el 16 de agosto y en la romería que se celebra en primavera, en fechas distintas dependiendo de cómo caiga la Semana Santa”, detalló Paloma Sañudo. Los fieles que acuden veneran la imagen que se colocó en sustitución de la que ahora vuelve a Balmaseda, lo que no se sabe es si se talló expresamente o se trasladó desde otra iglesia.

El desembarco de la talla en el museo de historia coincide con la próxima renovación de este espacio que anunció el equipo de gobierno al aprobar el presupuesto para 2018. “Procederemos a mejorar la iluminación, actualizar los paneles e intoducir textos trilingües” para reforzar su atractivo de cara al turismo, según explicó el concejal de Cultura de la villa. Desde principios de año la entrada es gratuita tanto en San Juan como en el centro de interpretación de la Pasión Viviente en el campo de las Monjas. Junto con Boinas La Encartada, sumaron más de 20.600 visitantes en 2017. Alrededor de 4.400 correspondieron al museo de historia, que recibió, entre ellos, a 97 grupos organizados de varios países .