EL valor patrimonial del Valle de Ayala es tal que ocho históricas torres han sido declaradas por el Gobierno vasco como bien cultural a proteger en la categoría de Conjunto Monumental. El objetivo de la medida adoptada la semana pasada es “preservar sus valores estructurales, constructivos, espacio-funcionales, compositivo-formales e históricos, así como la interconexión de las torres como vivienda y sistema defensivo”.
Tres de esas construcciones defensivas se alzan en los términos municipales de Laudio y Amurrio, en concreto las de Ugarte, Mariaka y Artómaña y el resto en Aiala y Okondo (Negorta, Zubiete, Murga, Cadalso y Zudibiarte). Se trata, en todos los casos, de edificios “ligados a un proceso de transición en las estructuras de poder y de gestión del territorio, que se origina en los siglos bajomedievales y llega hasta inicios del siglo XVI, con el fin de las guerras de linajes y bandos”, precisa el expediente.
Todas las estructuras tienen en común la convivencia en su interior de espacios para la defensa y para la residencia, de manera que las torres estuvieron concebidas para la cohabitación de tropas y señores. Además, incluyen áreas para almacenaje, en caso de asedio y, en algunos casos, maquinaria preindustrial como lagares o molinos. El informe de protección destaca también cómo muchas de estas torres se convirtieron, con el paso de los años, en lugares simbólicos y representativos del poder de sus propietarios.
La casa-torre de Ugarte, emplazada en el barrio del mismo nombre, es la única que queda en pie hoy en día, de la decena que llegaron a levantarse en la localidad de Laudio. Fue erigida en el siglo XV y consta de dos cuerpos adosados, uno ellos el conocido como El Palacio. Fue edificada en el siglo XV y perteneció a la importante familia banderiza de los Ospina de Ugarte, la más poderosa de Laudio junto a sus rivales los Anuncibay.
La torre objeto de protección es de planta cuadrada, consta de cuatro pisos y alcanza los 12 metros de altura. Es una construcción de muros de mampostería con piedras de sillería en sus esquinas y rematada en su parte superior con ladrillo. De su pasada función defensiva dan aún buena muestra sus gruesos muros, las saeteras, las ventanas góticas y la puerta adintelada que todavía se aprecian en la edificación.
Dos en amurrio En un terreno elevado a las afueras de la villa de Amurrio, entre tierras de pasto y plantaciones de pinos, se encuentra la Torre Mariaka. Desde esa estratégica atalaya, los antiguos pobladores podían vigilar los pasos del Nervión. De ese solar procedía Fabián de Mariaca, protagonista de una conocida leyenda y apodado Mariaca el Fuerte. Se dice que cuando la tierra alavesa estaba amenazada por los musulmanes, los soldados buscaron un jefe valiente que les guiará en la batalla. Un anciano les presentó a Fabián que, aunque era un simple agricultor, tenía fama de tener mucho valor. El hombre se puso a la cabeza de tropas e hizo que ganaran varias batallas complicadas. Tras las victorias, el rey eximió de pagar diezmos a la casa Mariaca y Fabián volvió a trabajar en sus tierras cuando estaba libre de luchar en la guerra.
La torre original, ahora declarada Bien Cultural, fue levantada en el siglo XIII por Pedro Ospina de Mariaca pero posteriormente fue desmochada. Consta de tres plantas y tejado a tres aguas y de sus elementos estructurales destacan el arco apuntado en el acceso de la fachada y su dovela central decorada con un escudo del linaje de los Mariaca.
La segunda edificación protegida del término municipal de Amurrio es una casa-torre de estilo gótico-renacentista construida entre finales del siglo XIV y principios del XV en Artomaña. De plata cuadrada, tiene una altura de 12 metros distribuidos en tres pisos y era propiedad de los Ayala.
El edificio se encuentra construido en su mayoría con mampostería caliza margosa, procedente del sustrato local, aunque en las esquinas y en los vanos la obra está realizada con sillería de gran tamaño, muy bien escuadrada y labrada. En la fachada principal se encuentra una gran entrada en arco de medio punto y, según algunos estudios, a la torre se accedía por un puente que arrancaba desde la granja situada justo enfrente.