Durango - A sus 57 años, Agurtzane Irigoras muestra su orgullo cada vez que habla sobre el casco histórico de la villa. Vicepresidenta de la asociación de vecinos Durangoko Alde Zaharra (DAZ), nació en Kalebarria y lleva un cuarto de siglo viviendo en Goienkale. Valorando especialmente la comodidad que supone vivir en esta zona del municipio, tiene claro que “tenemos cantidad de cosas que no se venden bien fuera de nuestras fronteras”.

Defina el casco histórico.

-Maravilloso y bien estructurado, con una bonita Zeharkale atravesando las cinco calles paralelas que componen el casco. Cómodo y lógicamente histórico. Muchas veces no valoramos lo que tenemos en casa porque estamos acostumbrados a verlo y perdemos la perspectiva de su belleza.

¿Qué tiene el casco que engatusa a quien lo ve?

-Si estuviera en Andalucía te diría que tiene duende (risas). Tiene algo que permite hacerte uno con el ambiente y no te sientes nunca extraño en él.

¿Lo mejor de vivir en esta zona?

-Sin duda alguna la comodidad. El vivir en el casco histórico te permite tener todo tipo de servicios, comercio y hostelería, y esto se traduce en una gran calidad de vida. Por otro lado, aunque no te pares a pensar todos los días en ello, tener la constancia de que vives en un lugar histórico es precioso.

¿Qué rincón del casco histórico es su favorito?

-La plaza de Santa Ana. Aparte de que es una preciosidad, he pasado unos años de mi infancia muy felices en casa de mis abuelos allí.

¿Qué destacaría de Santa Ana?

-El arco, porque estamos hablando de historia viva de Durango. Es la única puerta que queda de las seis que conformaban la antigua muralla que se construyó alrededor de 1556. Ahora, por fin, con la limpieza que le han hecho, ha quedado impresionante.

¿Qué importancia tiene en la villa?

-La plaza de Santa Ana es un punto emblemático y querido donde la vida cultural juega un papel protagonista con actos muy durangarras como La Pasión o las Zezenak dira en fiestas.

Pasamos a otra de las maravillas de la villa: el pórtico de Santa María. ¿Qué destacaría del mismo?

-Son muchas las personas que desconocen que se trata del pórtico más grande del mundo. Es precioso ver cómo en un pórtico se llevan a cabo conciertos, exhibiciones de bailes y un montón de eventos culturales. El hecho de que fuera derribado en los bombardeos de 1937 lo convirtió en un símbolo para los durangarras.

El orgullo de ser vecina del casco viejo se le nota por los cuatro costados.

-Por supuesto. Tengo que decir que me siento muy orgullosa de ser durangarra y pienso que hay cantidad de cosas que tenemos que no se venden bien fuera de nuestras fronteras y habría que hacerlo porque merecen la pena.

En lo gastronómico, ¿qué recomienda?

-En el casco la oferta gastronómica es tremenda. Contamos con grandes barras de pintxos y las opciones son numerosas.

Otro elemento fundamental del casco viejo son sus txikiteros. ¿Qué sería Durango sin ellos?

-Aunque parece que su presencia ha decaído un poco, su figura es emblemática. Tengo muy claro que Durango sería mucha más aburrido sin su presencia.

¿A qué sabe el casco histórico de Durango?

-A historia y buena gente.

Fundada en 2003, ¿qué papel juega Durangoko Alde Zaharra (DAZ) en el municipio?

-Es un papel bastante más importante que el que las instituciones muchas veces nos quieren hacer ver pero los vecinos saben que peleamos por la mejora de su calidad de vida y seguiremos haciéndolo porque tenemos correa para rato.

¿Qué diferencias hay entre el casco histórico actual y el que conoció en su infancia?

-El ocio nocturno que puede haber ahora no tiene nada que ver con el de antes y hoy hay mucho más comercio en todos los rincones. También pienso que estamos más sensibilizados que antaño respecto a que contamos con un casco histórico precioso.

¿Qué sería de Durango sin su casco antiguo?

-Perdería su esencia porque es el eje y el alma mater del pueblo.

VIcepresidenta de la asociación Durangoko Alde Zaharra