Unai, el pincel minimalista
El gatikarra expone estos días en Mungia su obra ‘Óleos’, una selección de sus últimas creaciones Admirador de Oteiza, sus padres querían que estudiara Arquitectura pero optó por Bellas Artes
Gatika - Unai Arteta lleva el arte escrito en su mirada. En sus gestos y tono de voz se denota la pasión que destila por sus cuadros de expresión minimalista, donde los colores y las figuras quedan en un segundo plano para remarcar una elaboración pictórica simple y sin aspavientos. Arteta es un joven gatikarra de apenas 28 años que comenzó muy joven en la pintura, puesto que a los doce años una de sus profesoras de la ESO le recomendó apuntarse a una academia al comprobar que no cesaba de pintar sus apuntes de la clase de Gizarte. No obstante, pronto comprobó que los centros reglados no le llenaban y apostó por formarse de manera más autodidacta, hasta que a la edad de 17 años tuvo claro que quería dedicarse a esta disciplina artística y se matriculó en la licenciatura de Bellas Artes de la UPV/EHU.
Fue una decisión difícil de explicar en casa porque sus padres querían que siguiera los pasos de su hermano, arquitecto de profesión, pero tenía claro que esta carrera era la que más me gustaba. “Me llevé una grata sorpresa porque me ayudó a evolucionar en mi arte y a apostar más por un estilo más realista cuando hasta ese momento solo había hecho obras figurativas”, explica. Ejemplo irrefutable de ello es su apuesta firme por crear cuadros pintados en negro porque, según detalla, pretendía infundir un “mayor realismo” a sus creaciones. “En esta sociedad de información en la que vivimos, lo que más llama la atención a la gente es el realismo, especialmente la que carece de conocimientos técnicos, bien por falta de interés o porque estudia otras carreras porque es lo que más conoce del arte”, argumenta convencido.
Durante estos días y hasta el próximo 17 de octubre, este joven pintor expone en Torrebillela Kultur Etxea de Mungia su muestra Óleo en la que exhibe una cuidada selección de sus últimas creaciones, muy vinculadas al estilo realista que quiere impregnar a su arte. No en vano, tal y como describe la temática de esta obra se centra en la dialéctica negativa, un término empleado en arte y que tiene como fin “simplificar la elaboración del cuadro, quitar al máximo colores, figuraciones... hasta convertirlo en un lienzo más simple”, expone. De hecho, Jorge Oteiza, uno de los artistas que más admira, empleó esta técnica en la creación de sus esculturas. “Él comenzó con figuras muy complejas para luego vaciarlas para llegar a un punto que fue el cero. Este puede ser el camino que un artista puede seguir para lograr hacer lo que quiera expresar o transmitir”, opina.
En su corta pero intensa trayectoria, Arteta ha expuesto en cinco o seis ocasiones, una cifra pequeña, reconoce, si bien no es muy amigo de estar en demasiadas galerías al año debido a que sus obligaciones laborales de su trabajo a turnos en el polideportivo municipal no le dejan mucho tiempo libre. A esta razón añade el coste económico que supone cada exposición en casos como la logística del traslado de los cuadros o el precio de los materiales. “Un cuadro de dos metros puede llegar a costar 90 euros, por no hablar de lo que cuestan los pinceles, pinturas..”, describe.
A la hora de analizar la situación actual que vive su mundo artístico, Arteta no duda en criticar la falta de gratuidad de la oferta cultural, sobre todo en el acceso a los museos. “Creo que para ayudar a garantizar el futuro del arte es clave la gratuidad de los museos, es algo que pasa en Londres, donde la mayoría son de acceso gratuito”. En Bilbao “solo hay ofertas limitadas, como por ejemplo el Museo de BBAA que deja libre una tarde por la semana”. En este contexto, Arteta apuesta firmemente por fomentar un arte más popular y accesible. “En mi opinión, falta que el arte sea más público y que no hubiera que pagar por verlo”, concluye.