Abadiño - Si hay alguien que conoce la historia de la Casa de Juntas de Gerediaga, en Abadiño, es José Luis Lizundia. El abadiñarra y uno de los fundadores de Gerediaga Elkartea, descubre los entresijos de este lugar que se remonta casi a la Edad Media. En el pasado, Durangaldea también tuvo una vida política autónoma, y tomaba decisiones sobre sus propios asuntos. De hecho, “durante algunas épocas históricas estuvo separada políticamente del resto de Bizkaia, siendo en algún tiempo frontera del reino de Navarra”, explica el que fuera miembro de Euskaltzaindia.
¿Qué papel desempeñaron las Juntas de Gerediaga?
-El Duranguesado y las Encartaciones no formaban parte del señorío del régimen general de Bizkaia y funcionaban con unas Juntas Generales propias. El espacio de reunión era la citada campa donde se asienta un conjunto de doce piedras dispuestas en círculo, cada una de las cuales ejercía la función de asiento de los fieles que acudían en representación de cada una de las anteiglesias que componen la Merindad de Durango: Abadiño, Berriz, San Agustín Etxebarria (anexionada en 1630 a la villa de Elorrio), Mallabia, Iurreta, Mañaria, Garai, Zaldua (Zaldibar), Arrazola, Axpe, Apatamonasterio e Izurtza, concretamente las doce anteiglesias de la comarca, pues Durango y Elorrio son villas.
¿Hay curiosidades acerca de esas reuniones?
-Las tres reuniones que se llevaban a cabo al año las presidía, desde la piedra central, el Merino o el Teniente Corregidor por delegación del Corregidor de Bizkaia, que representaba al Señor de Bizkaia. Los doces fieles se situaban en círculo, a su alrededor, sentados en la piedra que representaba a su iglesia. A la hora de sentarse no lo hacían por orden caprichoso, sino que se colocaban de mayor a menor en función de la población de cada anteiglesia.
¿Qué decisiones se tomaban allí?
-Gerediaga fue el lugar donde dirimían los asuntos la Juntas de la Merindad de Durango, al menos durante 600 años.
La comarca tenía gran autonomía.
-Así es. Muestra de ello, aunque muchos lo desconozcan, había cárcel propia en la casa de Astola o un sistema judicial propio. Uno de los grandes defectos de la transición fue instalar un único sistema judicial en todo el Estado.
Tras años de investigación, ¿qué es lo que más le sorprende de las Juntas de Gerediaga?
-Hay un libro de Amador Carrandi, desde 1920 hasta 1958 ocupó el cargo de archivero conservador de la Casa de Juntas de Gernika, donde se recopilan las actas de Gerediaga hasta que se suprimen las Juntas. En sus páginas recoge cómo la Merindad de Durango pretendió sin éxito separarse de Bizkaia. Al parecer, no estaba de acuerdo con determinadas decisiones que le afectaban.
¿Qué sería de Abadiño sin la Casa de Juntas de Gerediaga?
-No cabe duda de que no hubiera tenido el prestigio que tiene hoy.
Las campas que rodean la Casa de Juntas de Gerediaga tienen un uso público y pueden ser visitadas. ¿Qué supuso su apertura?
-Existía la necesidad de regular el espacio y se ha conseguido. Su apertura coincidió con un proceso de musealización y la inauguración de seis paneles informativos que explican a los visitantes la relevancia histórica y política de la sede parlamentaria de la antigua Merindad de Durango.
¿Existe desconocimiento en torno a la Casa de Juntas de Gerediaga?
-Ha sido un problema del sistema educativo. Estos temas no han estado muy presentes en los colegios y se desconoce el pasado cercano de un mundo social, político e instituciones propias que ha tenido el Duranguesado y desconocemos todos. También hay que decir que la asociación Hamabi Harri del barrio Gerediaga ha sabido mantener la tradición.
¿Cómo mejoraría esta situación?
-Organizando visitas guiadas con todos los centros escolares de la comarca para que los jóvenes conozcan lo que fueron las Juntas de Gerediaga para la comarca y su historia.
¿Percibe sentimiento de pertenencia en Durangaldea?
-No como antes, pero sí que existe un ambiente social de comarca. Espero que se trabaje mejor para que este sentimiento se pueda transmitir a las generaciones venideras.
Cofundador de gerediaga elkartea