EL buen tiempo se hizo notar ayer en las campas del parque Uriguen, a pesar de que el cielo amaneció algo encapotado a primera hora de la mañana. Cientos de mungiarras se acercaron al Sukalki Eguna de Mungia para participar, un año más, en este concurso gastronómico referente de Bizkaia, que cumplió 51 ediciones. Los cocinillas más expertos y sus recetas secretas se dieron cita en el evento más esperado y señalado de las fiestas de San Pedro. Un total de 239 cazuelas se presentaron al concurso y fue Betiko Koadrilla la que se llevó la mejor puntuación del jurado y el preciado primer premio.
Antes de que saliera el sol, el parque Uriguen se llenó de participantes, que no tardaron mucho en instalar su campamento base en carpas. Quienes llegaron antes escogieron sus puntos clave, mientras el resto debió conformarse con ubicarse en los espacios restantes, según llegaban al recinto. Una de las cuadrillas más madrugadoras fue la de Lander y sus fieles amigos que tomaron posiciones a las 06.00 horas para colocar su cocina improvisada y majestuosa carpa. “Hemos venido pronto para coger sitio y montar la carpa. Normalmente, nos ponemos al lado de este árbol porque nos da cobijo y estamos a gusto”, detallaba el propio Lander, mientras uno de sus compañeros manejaba la cazuela del sukalki, con el guisado y verduras emitiendo su olor inconfundible y sabroso.
A pocos metros de su improvisado campamento, se situaba la cuadrilla Bitori Narrutxe, denominada así en homenaje a la madre de uno de sus integrantes. Txaber, como jefe de filas, explicaba que era la segunda vez que se presentaban al concurso, tras estrenarse al año pasado y que su objetivo principal era pasárselo bien y comer mejor. “Siempre nos ha llamado la atención el Sukalki. Antes solo hacíamos macarrones pero desde que hemos aprendido a cocinar el guisado al menos nos lo comemos y los pasamos genial”, comentó.
A media mañana, y una vez se cerraba el plazo de inscripciones, cada uno de los txokos improvisados destilaba el olor humeante que caracteriza a este tipo de concursos gastronómicos. Así, mientras unos pelaban patatas, otros removían las cazuelas y había quienes se dedicaban a su hamaiketako, si bien muchos ya habían desayunado a primera hora de la mañana. Otros no pudieron resistirse a echar una cabezadita en la hierba o la tumbona, tras una noche de juerga.
Así, el parque Uriguen se erigió un año más en el epicentro de este evento culinario que reunió a expertos cocineros, con cuadrillas de jóvenes y familias. Durante la mañana no faltaron la música, a cargo de la banda de txistularis Gure Ametsa, la trikitixa de Roberto e Idoia y la fanfarria Txikuri, así como el animado poteo por las calles aledañas al recinto festivo habilitado para este evento.
Materia prima Entre los participantes de esta edición se encontraba el ganador del año pasado, Ramón Zabala, que lideraba su grupo de cocinillas. Vencedor también de varias ediciones más, Zabala mostraba los encantos culinarios de su cazuela, que con solo mirarla, apuntaba a premio seguro. Para Zabala, chef de txoko, la clave del sukalki es emplear “buena materia prima y tener un buen paladar para equilibrar los sabores”. De cara a este año, este cocinero aficionado y abogado de profesión desvelaba que acompañaba su rico guisado con “buenos trozos de carne y verduras” elegidos de comercios locales. “Tenemos expectativas de lograr un premio, pero hay mucha competencia y quedar tercero o el 25 no depende tanto de nosotros”, señaló.
Precisamente, para la elaboración del plato, las bases del concurso limitan los ingredientes a emplear por los participantes. De esta manera, los cocinillas tuvieron que usar, entre otros alimentos, falda o zancarrón, carne de aguja, patatas, cebolla, tomates y el pimiento choricero, ingrediente base para elaborar este guisado. “Una de las bases importantes del concurso es el pimiento choricero porque es un producto local”, remarcaba Kepa Freire, impulsor del movimiento slow food en la localidad y uno de los representantes del jurado.
El propio Freire destacaba que el Sukalki de Mungia es el concurso más antiguo de Bizkaia con 51 ediciones a sus espaldas. El experto cocinero explicó como el evento gastronómico tuvo que pasar “unos años sin celebrarse”, debido a que la situación política lo impedía. “Hace dos años celebró sus bodas de plata, pero para el pueblo la edición número cincuenta tuvo lugar el año pasado y la de este año es la número 51”, subrayó. “El concurso comenzó en 1963, de la mano del cura José María Arregi, que era de Elorrio y creo la S.D. Mungia. De aquí surgieron varios eventos deportivos en el pueblo y el propio sukalki”, describió. Como manda la tradición del popular evento, los participantes se vistieron de blanco y azul representando los colores de la localidad para cocinar a fuego lento sus opíparos sukalkis.
La presentación de cazuelas se celebró entre las 13.00 y 14.00 horas, tiempo en el cual desfilaron por el recinto de la organización los deliciosos guisados preparados horas antes por los participantes. Así, el Sukalki Eguna de este año ha vuelto a reunir a centenares de amantes a la buena cocina, siendo el total de cazuelas presentadas por los participantes de 239. Por su parte, el exigente jurado, formado por personajes conocidos de la localidad, así como cocineros de la talla de Aitor Elizegi, degustó los guisados y anotó con detalle las calificaciones de los platos. Como en otras ocasiones, los jueces valoraron la “presencia, el gusto, el color y el punto de los guisos presentados”, según explicaron desde la organización que este año, al igual que el pasado, estuvo a cargo de la Ikastola Larramendi.
Tras la labor desarrollada por el jurado, y la sobremesa, tuvo lugar la entrega de premios sobre las 17.30 horas, la cual contó, asimismo, con sendos regalos que fueron cedidos por los comercios del municipio.
Para dar el broche de oro a este festivo y gastronómico día, la tarde estuvo animada con un pasacalles también de la mano de la fanfarria Txikuri, que dio paso al famoso “ure-ure”. De eta manera, los más enérgicos y animados pidieron a los vecinos de la localidad que los mojasen desde los balcones. Estos, una vez más, no defraudaron a los allí congregados, en su mayoría niños y jóvenes, y a base de baldes, mangueras y chorros, cumplieron sus deseos.
Finalmente, las fiestas de San Pedro de este año tuvieron como colofón la tradicional romería y la despedida de Marijata, en el balcón consistorial a medianoche. Y como no podía ser de otra manera, se procedió a la quema de pañuelos como símbolo final de los festejos a la espera de la llegada de las fiestas del año que viene.