sE considera “vasca de adopción” porque, a pesar de haber nacido en Tenerife, sus padres son vascos y “con los años” decidieron volver a Bilbao, cuando ella tenía 6 años. Valentina Muga es una joven de 24 años apasionada de la moda. De hecho, se dedicó al marketing de moda durante tres años, diseñando estrategias en una oficina para vender ropa por todo el mundo. Pero, “sin duda”, lo que más le gusta hacer a esta joven es viajar. Comenzó acompañando a su aita en los viajes de negocio y por ello pasaron temporadas en Canadá, China o Alemania. Viajar es algo que lleva en la sangre, su inquietud por conocer nuevas culturas, nuevos lugares y formas de vida han hecho que viajar se convierta para ella en “algo muy natural”.

Pero, para que tuviese ese valor para ella, tuvo que salir de su zona de confort porque según pasaba el tiempo comenzó a sentirse “vacía” a pesar de estar introducida en la industria en la que ella siempre soñó trabajar. En aquel entonces, vendía ropa “al mundo” pero se cansó de hacerlo. “Estaba ardiendo por dentro”, confiesa. No quería vender más. Lo que realmente necesitaba era conocerse a sí misma. Dejó de ponerse excusas y “pocos meses más tarde” comenzó a hacer lo que siempre se había negado por “miedo”. Se dio espacio. Una oportunidad. Se negó a hacer lo que se suponía que debía de hacer. “Necesitaba conocerme a mí misma”, admite.

Por eso dejó de ponerse justificaciones y se plantó en India para formarse como instructora de yoga. “En el momento en el que tomé la decisión todo comenzó a alienarse”, narra esta joven. Según se certificó en Yoga Allience, viajó al Himalaya para convertirse en profesora de un convenio de budistas mientras aprendía los detalles que esconden el silencio, la meditación y la filosofía: “Ví a Dalai Lama, practicaba meditación y asistía a clases de yoga con profesores indios”.

De hecho, la pasión de viajar la comparte con su hermana Paula así que no dudó en viajar a Varanasi y volar a Sri Lanka para reencontrarse con ella. Una vez aterrizaba en la isla ambas han estado participando en diferentes proyectos. Uno de ellos fue en la primera cafetería vegana que existe en Sri Lanka, donde han estado diseñando varios espacios artísticos.

Todo comenzó cuando Valentina contactó con un resort para ofrecerse como profesora de yoga y es allí donde le hablaron de la primera cafetería vegana de la isla: The Vegan Kitchen. A pesar de ser el primer local vegano en Sri Lanka, según explica Valentina, “se cocinan muchísimas recetas veganas” pero lo que pretendía el equipo de esta recién abierta cafetería es ofrecer todas esas recetas y a su vez promover un nuevo estilo de vida.“Parece ser que la cosa va bien porque han abierto hace poquito otro local similar en Arugam Bay, una zona turística al este de la isla”, explica.

De hecho, han podido dejar volar su imaginación para poder ser todo lo creativas que quisieran para dar su toque artístico a la cafetería vegana. Han pintado un jardín en el escaparate, han diseñado una pared utilizando el logo y han creado diferentes carteles usando pizarras con los productos que la cafetería quería promocionar. Además, aprovechando que realizan las recetas de diferentes platos veganos, realizaron una sesión fotográfica a los diferentes platos que habían elaborado para la promoción.

“Prácticamente” sin dinero De hecho, asegura que si realmente se quiere viajar no hace falta “demasiado”. Ella, por ejemplo, viaja “prácticamente” sin dinero. Se dedica a buscar proyectos que le interesan, en los que siente que le pueden aportar de una manera personal y en los que ella cree que también puede contribuir de alguna manera a la empresa o los promotores a los que ofrece su labor a cambio de comida y de una cama.

El proyecto de la cafetería vegana en el que ahora se encuentra sumergida y que se cruzó con el de manera inesperada le ha inspirado también nuevas inquietudes que tenía guardadas en sí misma sin saberlo. “Volverme vegetariana es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida”, dice. De hecho, junto a su hermana Paula comenzaron a reducir poco a poco su consumo de carne. Por ello, una vez ya instalada en Sri Lanka comenzó a plantearse que el mejor estilo de vida que le convendría sería el veganismo. Cada vez son más la cantidad de proyectos que tiene entre manos. Le esperan diferentes lugares de la isla para visitar ya que irá a impartir clases de yoga. Después viajará a Australia donde dará lecciones de esta especialidad deportiva.