Lezama - Txaber Sáenz y Oskar Benegas son dos amigos de la infancia que comparten una pasión desaforada por la escritura y su amor por Lezama. Sus abuelos eran primos carnales y desde txikis jugaban juntos por la calles de esta localidad de Txorierri con su cuadrilla de colegas. “Oskar vivía en Bilbao y cada fin de semana cogía el tren para quedar conmigo y nuestros amigos. Íbamos a visitar a nuestra amama y a jugar por la plaza o las campas del pueblo”, recuerda con cariño Sáenz.

Sin embargo, por los destinos que tomaron sus vidas, tuvieron que separarse a la edad de los 13 años y no tener noticias el uno del otro. Solamente en una ocasión tuvieron la oportunidad de conversar tras finalizar la selectividad que les daría acceso a sus carreras universitarias. “Fue a los 18 años y recuerdo que yo venía de Bilbao, subí a casa de mi amama y, Txaber, tú bajabas, te pregunté por los exámenes, y me contestaste: creo que voy a aprobar... esa fue la última vez que nos vimos”, señala con nostalgia Oskar. Una amistad interrumpida durante más de treinta años y que, casualmente y gracias a su afición a la escritura, han podido retomar estos dos autores literarios.

Ahora ambos peinan canas y cuentan con 46 años, pero una vitalidad desbordante que les lleva a conceptualizar la escritura como algo más que un simple hobby. “Yo sabía que Txaber escribía, porque ahora vivo en Lezama y tengo amistad con sus hermanos que me dijeron que había publicado un libro y lo busqué... pero Txaber se había mudado desde hacía un tiempo a Gernika”, explica Benegas.

Ambos confiesan haber leído las novelas del otro pero no se han atrevido a telefonearse. Solo recientemente, decidieron romper el hielo y volver a quedar para contar sus experiencias literarias. En el caso de Txaber, administrativo de una empresa de Zamudio, su amor por la escritura le vino en segundo de carrera. “Comencé a escribir a los 19 años, cuando me fui a Holanda a estudiar. En aquella época no había Internet ni móviles? y escribía cartas a mi familia. Y como me gustó mucho y mis padres se emocionaban, vi que lo hacía bien y me animé a seguir con mis relatos”, describe. No obstante, este autor lezamaztarra dejó pronto de escribir y abandonó su pasión durante una década, para centrase en otros aspectos de su vida. Fue gracias al consejo de un amigo que le sugirió presentarse a un certamen literario, lo que le hizo sacar su vena escritora y retomar su carrera.

Fruto de esta activa labor escritora, Sáenz cuenta ya con una veintena de obras en el mercado y su temática es variada. No en vano, escribe tanto de ciencia ficción como relatos históricos, sobre la Guerra Civil, así como de “género thriller a lo Stephen King”, detalla. Su última publicación es el libro Alma de duende, una antología de relatos del propio Sáenz en los que muestra sus hijos literarios predilectos, es decir, obras escogidas y narradas por el autor, con su particular visión de la realidad. En ellas, Txaber exhibe sus miedos, sus inquietudes, su apasionante y simbólico espacio literario.

Oskar Benegas, por su parte, es médico y un gran aficionado a la historia. Aprovecha cada viaje que realiza al extranjero para documentarse a la hora de escribir sus novelas. Especializado en la Edad Media, le encanta escarbar en la historia de esa época y contextualizarla en Bizkaia para aportar una visión al lector más social que estrictamente histórica. “Mi punto de interés se centra en contar aspectos como pueden ser el modo en el cual los señores feudales hacían acopio de grano en sus molinos”, ejemplifica Benegas.

Su última obra se titula Basabe, editada en 2013, y forma parte de una trilogía que se completa con Brujas del monte y otra entrega que saldrá al mercado antes de que finalice el año.

A pesar de no vivir ambos autores de lo que escriben, porque cuentan con sus propios empleos, estos veteranos escritores han declarado un amor eterno a la literatura del que no piensan renegar. Sin embargo, tanto Sáenz como Benegas son conscientes de las dificultades económicas que vive el sector editorial, donde prevalece el auge de las descargas de obras literarias de forma fraudulenta e ilegal. “Y más en un país como el nuestro en el que apenas se lee y los pocos que lo hacen, piratean las obras literarias”, lamentan al unísono.