Padre Román Elexpuru: “El que hoy tiene un trabajo digno se puede decir que es rico”
El padre Román y un grupo de voluntarios de la parroquia San Felicísimo de Deusto reparten alimentos a unas 370 familias semanalmente. Su labor ha sido reconocida
Bilbao - La asociación benéfica La Gota de Leche decidió hace unas semanas proclamar Personaje Silencioso Villa de Bilbao 2014 al pasionista Román Elexpuru y a los voluntarios que trabajan con él en la atención a los más necesitados. Se trata de un galardón simbólico que reconoce a “aquellas personas, colectivos o entidades que destacan por su eficaz dedicación o procurar el bien de sus convecinos, sin preocuparse por obtener fama ni compensaciones a cambio”. El padre Román lleva 18 años al frente de la parroquia San Felicísimo realizando una gran labor social. Con la crisis ha tenido que multiplicarse para satisfacer la demanda de las personas que necesitan comer.
¿Conocía el galardón de Personaje Silencioso?
-No. Había oído hablar de La Gota de Leche, pero nada de ese premio.
¿Cómo se enteró?
-Vinieron a la parroquia a decírmelo. En un principio dije que no, porque no quiero esas cosas, pero cuando me hablaron de que las ayudas que dan son alimentos para la gente necesitada, dije que sí. Bienvenido el premio para el voluntariado.
¿Cuál es el trabajo que realizan?
-Hacemos muchas cosas. Por un lado, tenemos un equipo asesor de acogida, de orientación, compuesto por una asistente social, un abogado y un experto en inmigración, entre otros. Y junto a ellos están los que se dedican al reparto concreto de alimentos.
¿Cuántos voluntarios trabajan en el equipo?
-En total hay 32 personas.
¿De dónde proceden los alimentos que distribuyen?
-La mayor parte del Banco de Alimentos, tanto los que llegan de la Unión Europea como los del propio Banco. Nosotros también hacemos la operación Kilo en la parroquia, a través de la cual la feligresía aporta alimentos.
¿Con cuánta frecuencia reparten los alimentos?
-Tres veces a la semana. Los miércoles y viernes lo hacemos por las mañanas, y de forma especial, los jueves por la tarde para la gente que, por trabajo o por otra causa, no ha podido venir.
¿Cuántos kilos reparten?
-Al año daremos unas 350 toneladas de alimentos.
¿Y cuántas personas se ven beneficiadas?
-Nosotros estamos dando alimentos a unas 370 o 400 familias a la semana. Muchas de ellas son individuales y otras son familias de hasta diez miembros.
¿Cuál es el perfil de las personas receptoras?
-El perfil mayoritario es el que aparece en las estadísticas: mujer con hijos que no le alcanza para vivir. Pero hay de todo, de todos los continentes. Es muy variado. En estos momentos abunda el latinoamericanos, seguido del africano y de los de aquí, que también hay un grupo muy grande.
¿Hay algún filtro o condiciones para recibir los alimentos?
-Nosotros ayudamos al que más lo necesita. Ayudamos a gente derivada de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, pero nosotros damos a todo el mundo, al que está en la calle y al que no tiene papeles.
Pero establecerán algún criterio, ¿o no?
-Sí, bueno. El equipo de recepción hace un estudio, una ficha de la situación que vive cada persona y en base a eso se le da un cartoncito en el que se establece la comida que le corresponde.
¿Desde cuándo realiza esta labor?
-En esta parroquia siempre se ha realizado esta acción. Cuando yo llegué, hace 18 años, había muy poca gente que percibía este tipo de ayuda, pero ya existía, aunque la mayor parte era nacional.
¿Cuándo se intensificó?
-El año 2000, aproximadamente, cuando comenzó a venir mucha gente de fuera, sobre todo latinoamericana.
¿Y con la crisis?
-Desde que se inició la crisis hubo mucha demanda y fue aumentando progresivamente.
¿Cómo está en estos momentos?
-Nosotros hemos notado que ha remitido algo este último año. Igual es porque vienen menos aquí y van a otras partes, pero el caso es que aquí ha disminuido.
¿Cómo ve el futuro?
-Yo creo que mientras no haya trabajo, la situación va a ser mala. La persona que tiene trabajo tira para adelante. Hoy en día el que tiene un trabajo digno se puede decir que es rico frente a uno que no tiene.
¿Le piden trabajo?
-En este mundo del pobre, lo que te piden en general es trabajo, y mientras no tienen, lo que hay que hacer es darles otro tipo de ayuda, que vivan al menos, que se alimenten.
¿A pesar de llevar tantos años desarrollando esta labor le siguen impresionando las historias humanas de la gente que llega a su despacho?
-Sí. Yo lloró con ellos porque hay dramas tremendos. Hay gente que está sufriendo un montón, que está perdiendo las casas en su lugar de origen, porque la empeñaron y no encuentran trabajo. Hay gente que, al no tener otra opción, se dedica a la prostitución. Todo este mundo es tremendamente doloroso porque no consiguen trabajo y no pueden alimentar a sus hijos a pesar de las ayudas que reciben de las instituciones.
¿Qué le parece la RGI, que a veces es muy criticada?
-Es una solución muy buena, pero parece que no llega a todos.
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