ORTUELLA. La sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Ortuella (OKE) se convirtió ayer en un enorme acuario en el que se reunieron cerca de 1.500 peces killis o kill -como se les conoce en los Países Bajos- procedentes de países tan distantes como Brasil o Rusia, pasando por los principales países del centro y sur de Europa o Estados Unidos. Los killis constituyen un grupo de peces de agua dulce, aunque hay variedades que viven en agua salada, que son muy peculiares por ser uno de los pocos peces de “temporada” o como señalaba el presidente de la Sociedad Española de Killis, Jose Ramón García Gil, “son los únicos peces que nacen con la lluvia”. Los adultos, comenta García Gil, entierran su puestas de huevos en los fondos de las charcas, pequeños humedales y arroyuelos de poco cauce donde suelen vivir. “Cuando la sequía acaba con estos biosistemas, los huevos se secan bajo el barro casi por completo -aunque guardan algo de humedad por largos períodos gracias a sus capas protectoras- y solo nacerán cuando llegue nuevamente la lluvia e inunde su hábitat”, explicaba este aficionado que cifra en unos 120 el número de cuidadores criadores existentes en el Estado español, 15 de ellos en Euskadi.
La gran adaptabilidad de este pez a zonas de bajo nivel de agua ha posibilitado que se localizasen ejemplares de killis en las charcas creadas en las huellas de un elefante africano, en rodaduras de camiones en algunas regiones argentinas e incluso en las huellas dejadas por las vacas y los búfalos de agua en zonas pantanosas del Mato Grosso brasileño.
En este último paraje, el presidente de la sociedad holandesa de killis, Jan Willen Hoetmer, descubrió una nueva especie en 2015, un Rivulus catalogado como Anablepsoides Hoetmeri alguno de cuyos ejemplares pueden verse hoy en la OKE (a las 17.00 horas) así como un documental sobre esta expedición a Brasil. “Rociar los huevos y ver cómo en pocas horas hay un pez nadando tiene algo de mágico”, resumió Hoetmer.
Amenazados
Considerados peces ganado, ya que sirven de alimento a otros peces mayores y a las aves, los killis están presentes en todo el planeta, a excepción de la Antártida y Oceanía, si bien la acción humana sobre sus hábitats está comprometiendo algunas variedades de estos peces cuyos machos adultos desarrollan espectaculares mosaicos de colores con los que atraen a las hembras en unos entornos las más de las veces enfangados o con poca visibilidad. Situados casi fuera del circuito comercial de peces de acuario, los killis no se han librado del avance urbanístico que destruye sus biosistemas o la presencia de especies piscícolas invasoras que merman sus poblaciones.
De hecho, ayer, los 400 pequeños acuarios eran como pequeñas Arcas de Noé donde estos aficionados-criadores están llevando a cabo una importante labor conservacionista ya que, a pesar de que existen unas mil especies catalogadas que pueblan prácticamente todos los continentes, en algunos lugares la posible recuperación pasa por contar con las crías existentes en manos de estos aficionados, a pesar de que esta prohibida su cría por particulares. “En Cuba, por ejemplo, es el Estado el que los cría de manera masiva y luego los reparte entre los particulares ampliando así la red de garantía de las especies”, alababa García Gil. La convención exposición finalizará mañana con la subasta de algunos ejemplares expuestos.