Bilbao - Aunque no existe un censo de porteros, son numerosas las personas que realizan el trabajo de admisión en los accesos de discotecas, pubs y locales de ocio nocturno del territorio vizcaino. Quienes trabajan en este sector reconocen que los tiempos han cambiado y que en la actualidad realizar esta labor es muy complicado. “Terminas haciendo de padre, de profesor y de psicólogo de la gente que frecuenta los locales”, apunta a DEIA el jefe de Seguridad de la empresa Soul Security. “La gente que sale de noche no atiende a razones, no tiene modales y algunos van puestos hasta arriba y encima salen con la lección bien aprendida. A la mínima te lanzan la gran frase de: Te voy a denunciar”.
Según relata este portero con una amplia experiencia, se consigue mucho más utilizando la palabra que con malas formas y enfrentamientos. “A mí, un grupo de chicas, que presumían de ser ingenieras, me han llegado a insultar, a menospreciar mi trabajo porque no les dejaba entrar al local. Les intentaba explicar que el aforo estaba completo y que no podían acceder. No lo querían entender. Al final con su comportamiento ellas mismas se quedaron en evidencia delante de la gente que estaba allí”, cuenta. Los enfrentamientos han sido numerosos. En otra ocasión, una joven le estampó el móvil en la cara. “Si quieres me denuncias. Mi padre es juez”, le lanzó.
En sus catorce años cuidando y controlando el acceso a numerosos locales en Bilbao, Gasteiz o Logroño, entre otros lugares, este hombre ha tenido que soportar insultos, desprecios e incluso en varias ocasiones ha tenido que lidiar con varias personas que le han terminado amenazando con una pistola. “¿Que qué haces en ese momento? No perder la calma. Es clave. Un portero debe tener más cabeza que fuerza física aunque también es importante. Pero lo que vale en muchas de las situaciones que suceden por la noche es estar preparado mentalmente”, asegura. Pero sin lugar a dudas, la peor experiencia que ha vivido este portero fue cuando un joven le hirió con un cuchillo. “Todo sucedió rápido, no tuve tiempo para nada. Mientras intentaba apaciguar y controlar la situación, el joven que me agredió respondió sacando un cuchillo. Encima, yo me defendí, le golpeé y me terminó denunciando”, explica.
Sin embargo, este hombre reconoce que la mala fama que tienen algunos porteros se la han ganado con creces. “Ha habido porteros que no estaban cualificados para ejercer esa labor y eso ha perjudicado a todos”, admite. Pero ahora todo ha cambiado. “Las discotecas se cuidan mucho a la hora de elegir a la gente”, explica. “Los porteros nos somos unos matones sin cerebro”, insiste.
Pese a no existir una reglamentación que fije cuáles son los requisitos que deben cumplir los porteros, actualmente las empresas de seguridad buscan un perfil más profesional. “Ya no vale con que la persona vaya al gimnasio y esté cuadrada. Ahora se piden muchas más cosas”, lanza. Y prosigue: “Un problema con un portero perjudica la imagen del local. Como en todos los trabajos, hay buena y mala gente. Ahora las empresas buscamos gente preparada, cualificada y que te ofrezca una garantías”, relata.
Para el jefe de la empresa de contratación de porteros, la nueva reglamentación va a ser “positiva” para profesionalizar el gremio. “Algo hay que hacer. Ahora mismo encontrar a gente preparada es muy difícil”, apunta. Trabajar de noche y en torno a locales de ocio es, según dice este portero, una labor ingrata, pero que te ayuda a conocerte mejor a ti mismo. “Por fuera te haces duro, pero por dentro te ablandas. Es curioso, pero es así”, concluye.