Durango - A sus 69 años y toda una vida en Durango, José María Zamakona lleva un cuarto de siglo disfrutando con las actividades del hogar del jubilado e incluso impartiendo clases de abalorios desde hace más de una década. Trabajando desde los inicios en el proceso para que Durango se haya convertido en Ciudad Amigable con las Personas Mayores, José Mari asegura que su municipio “es el no va más” y tiene en cuenta a las vecinos de más edad.

¿Cómo definiría Durango?

-Tiene una serie de atractivos muy importantes: está ubicado en un entorno privilegiado rodeado de montañas y estratégicamente muy bien comunicado. Es una villa que tiene todo a mano, lo que resulta muy cómodo.

¿Qué es lo que más le gusta?

-La tranquilad que se respira y el hecho de que contemos con numerosas zonas llanas para pasear. Y es que Durango es un pueblo llano y eso es una maravilla.

El orgullo de ser durangarra se le nota por los cuatro costados.

-Durango es el no va más; me he criado aquí y aprecio mi pueblo. Allí donde voy digo bien alto de dónde soy y cada vez son más las personas que nos conocen.

¿Qué rincón recomendaría para perderse?

-Tabira es un sitio precioso para desconectar. Sentarte un rato a la sombra de los árboles se convierte en una opción perfecta en verano.

Rodeados por numerosas montañas, ¿con cuál se queda?

-El monte por el que más he andado desde niño y en cuadrilla ha sido el Mugarra. Tengo muy buenos recuerdos de cómo subí con doce años hasta el buzón en compañía de mi padre. Anboto también es otro monte que siempre me ha gustado.

¿Es Durango un municipio que piensa en sus mayores?

-Sí lo hace y mucho. Durango es Ciudad Amigable con las Personas Mayores y nos tienen en cuenta. Tras Bilbao y Donostia, Durango fue la primera de Euskadi en adquirir este reconocimiento que demuestra que piensan en nosotros.

Está trabajando desde los inicios en el proceso de Ciudad Amigable con las Personas Mayores.

-Hace cuatro años empezamos a trabajar en este proyecto y soy el único que está desde el principio en el proceso. Han pasado muchísimas personas y ahora estamos en la fase de acción.

¿Cómo definiría al colectivo de personas mayores de la villa?

-Hay de todo como en botica (risas). Hay mucha gente que participa en las actividades que se organizan y tiene muchísimas ganas de hacer cosas. Rompemos con el tópico de que la gente mayor solo sale a mirar obras.

¿Cómo viven los mayores?

-Bastante más controlados y más seguros. Muchas personas viven solas y se sabe quiénes son y dónde residen. Otra de las novedades positivas es el comedor social que se ha abierto hace poco para mayores de 75 años.

¿Qué sería de Durango sin el hogar del jubilado?

-Un desastre y un pueblo más triste. Veríamos jubilados por todas partes sentados en la calle con poco que hacer. Gracias al hogar del jubilado tenemos un punto de encuentro para juntarnos y se nos ofrece un amplio número de actividades entre las que la gente puede elegir lo que más le gusta.

¿Una visita obligada para el turista?

-Pocos pórticos se ven tan grandes y sin columnas centrales como el de Santa María y sería un lugar por visitar. También la plaza de Santa Ana es preciosa y no quiero olvidarme tampoco de Tabira.

¿Es Durango un municipio atractivo culturalmente hablando?

-Se ha mejorado mucho en los últimos años y el teatro ha adquirido mucho protagonismo. A nivel de pueblo también hay actividades muy nuestras como La pasión en Semana Santa o la Umeen Euskal Jaia, que impulsa las danzas tradicionales.

¿Qué propondría para alegrar el paladar?

-Contamos con bastantes restaurantes donde se puede comer fenomenal. También hay muy buenos pintxos y cada vez se ven mejores barras.

¿Qué le parece el concurso de pintxos Jan Go Dot que se organizará por primera vez en breve?

-Una muy buena iniciativa y creo que dará buen resultado porque a la gente le gusta salir en cuadrilla, picotear y probar diferentes pintxos.

¿A qué huele Durango?

-Desde hace tiempo a limpio. Ya no huele a contaminación como antes, que teníamos mucha más industria y había más humos.

Defina al durangarra.

-Es una persona abierta, alegre y siempre está dispuesto a ayudar.

¿Qué conserva el Durango de hoy con el que conoció en su infancia?

-Durango es diez veces más grande que el que conocí yo cuando era un niño. El pórtico de Santa María y Santa Ana es de lo poco que se mantiene igual. El resto del municipio ha cambiado por completo.

¿Qué le parecen las fiestas?

-No suelo salir mucho porque hay demasiada aglomeración de gente. Echo de menos más actividades para que los niños y padres puedan disfrutar juntos.

¿Qué recuerdos le traen las fiestas en su juventud?

-Las fiestas potentes eran las de San Antonio. Venía muchísima gente y recuerdo cómo en lo que ahora es la residencia Joxe Miel Barandiaran se hacían pruebas de bueyes.

Jubilado de durango