ETXEBARRI. Cuando comenzó a interesarse por el balonmano, Txerra Resa nunca pensó que sus pasos lo llevarían hasta Etxebarri, donde hoy en día, se siente como en casa. “Paso mucho tiempo en el pueblo y la verdad es que ya me siento uno más”, comenta. Y es que este bilbaino al que le corre el balonmano por las venas lleva cinco años en el Club Balonmano Kukullaga, al que llegó atraído por el trabajo que se realiza con la cantera.
El club, en el que todos los equipos son femeninos, basa su filosofía en trabajar con gente de casa, desde abajo hasta donde se pueda llegar, pero siempre con la idea de que hay que cuidar ese trabajo que empieza en las categorías inferiores.
El balonmano se cruzó pronto en la vida de Resa, aunque de algún modo, esta pasión “fue fruto de un rechazo”, ya que antes probó fortuna en otros deportes. Aunque llegara de ese modo, nada más conocerlo se quedó enamorado. Sus comienzos fueron en la cancha y de corto, pero pronto “me di cuenta de mis limitaciones como jugador en el aspecto técnico y táctico”, por lo que cambió de sillón, pero no de juego.
“Fui haciendo los primeros cursos de entrenador y según dirigía a equipos, esa necesidad de aprender y transmitir conocimientos crecía”. De ese modo llegó a sacarse la titulación nacional, siendo muy joven. Actualmente compagina su labor de míster en el Kukullaga -donde entrena a un equipo infantil escolar y a otro cadete federado- con la dirección técnica del club, un puesto “de mucha responsabilidad en un club como este”, y que aún trata de asimilar, porque “implica labores de organización y gestión que se escapan de la pista”, explica.
Pero por si eso fuera poco, también entrena fuera de la disciplina del club etxebarritarra. “La Federación Vasca me dio la oportunidad de ser el seleccionador de Euskadi juvenil femenino”, algo que aceptó con mucho gusto. Gracias al trabajo y el esfuerzo tanto a nivel de su club, el Kukullaga y la labor al frente de la selección, recientemente ha sido galardonado con el premio a mejor entrenador juvenil en el Campeonato de España 2017 con la Selección de Euskadi. Se trata de un premio que para Resa es fruto “del trabajo de todos y el de las jugadoras, que nos ha hecho merecedores del galardón”.
Su trayectoria como entrenador lo ha llevado hasta niveles de primera línea en este deporte, pero al recalar en Etxebarri se ha sentido como en una vuelta al origen. “Vas entrenando desde las categorías inferiores y creciendo junto con las jugadoras, participando en ese camino dentro del club”. Aquí, en el Kukullaga “me siento un privilegiado, ya que además de un club, somos como una familia”.
Desde que llegara el primer día, “todo ha sido muy fácil, un entorno familiar donde se respira balonmano por los cuatro costados y donde estoy rodeado de compañeros y amigos que te aportan en el día a día dentro y fuera de la cancha”. Todo lo que le ha dado el balonmano, Resa lo intenta transmitir cuando entrena. Al igual que “los deportistas crecen y se desarrollan, como entrenador no soy el mismo que cuando empecé”. Siempre intenta inculcar a sus jugadoras y desde la dirección del club valores como la “deportividad, generosidad con el esfuerzo, el compañero y el rival, el compromiso, actitud, responsabilidad, implicación...”. De algún modo, tal y como explica él mismo, “las cosas que te importan de verdad te aportan todo lo bueno y todas las preocupaciones a la vez”, al igual que el balonmano a Resa.
Solo pone una pega a este deporte, y es que a su modo de ver, “aunque se intentan hacer cosas desde las instituciones, al final los deportes mayoritarios se llevan muchas veces más reconocimientos”.