Los pasos de Idoia Garai
Tras más de veinte años como profesora de baile, ahora busca su nuevo camino Apasionada de la danza oriental, pertenece a Garrobi, el colectivo de artistas de Getxo
Getxo - Y pasos adelante y, quizás, alguno hacia atrás. Y giros, y también vueltas, muchas vueltas por el mundo, India, Turquía, Israel...
La vida de la bailarina Idoia Garai ha discurrido así. Desde muy joven dio pasos de baile, primero de danzas vascas, en Itxas Argia, luego llegó el primer giro en el camino: virar hacia el ballet clásico. Después, surgirían más: danza contemporánea, gitana, oriental... Las vueltas que da la vida le impulsaron a ser profesora de baile durante más de veinte años en la ikastola San Nikolas y también en los cursos de Fadura. Hasta que un nuevo giro frenó esa trayectoria docente. “De repente, me quedé sin trabajo”, lamenta al hablar de este paso atrás. Ahora intenta seguir adelante: imparte talleres, prepara actuaciones... “Toca buscarse la vida”, proclama. “Yo no pensaba que iba a ser bailarina. No es algo que quisiera ser desde pequeña. Me vino al paso. Me atrapó. Y luego, creo que fue una necesidad; para los que nos dedicamos al arte, es una necesidad humana”, reflexiona esta getxotarra, apasionada por el mundo infinito de las coreografías.
Un universo, que ella siente golpeado, mucho más cuando la crisis empezó a despedazar cabezas. “Es una profesión muy poco valorada. Sin embargo, en los países comunistas, la danza tiene mucho prestigio. En Rusia, el ballet es como el fútbol aquí”, comenta Idoia, a la que sus pasos le han transportado por diversos pedazos del globo terráqueo. “He viajado por todos los continentes un poquito, de turismo mucho, y por trabajo, o relacionado con la danza, he estado en Marruecos, Túnez, Egipto, en India... Allí, estudiando más a fondo, aprendí ayúrveda, que es la medicina tradicional, que guarda mucha relación con China. En India la danza es como un patrimonio, y yo me fui a estudiar una de las ramas del baile. Luego, Israel, es un país que me interesa mucho cultural y artísticamente, tiene una metodología y una enseñanza muy avanzada. Turquía es otro país que me vuelve loca. Turquía, Israel e India me han marcado. Antes de estancarme aquí me movía mucho por esos tres países”, evoca esta bailarina y coreógrafa.
Pese a estas vueltas por el mundo, su carrera profesional se ha centrado casi exclusivamente en su casa. Incluso dio sus tempraneros pasos de baile en la primera compañía que brotó en Getxo de danza y teatro, que se llamaba Non dago? “En los ochenta y primeros años de los noventa, había mucho nivel de danza en Getxo. Es más, era el sitio donde más escuelas de danza y ballet había de todo el Estado”, apunta Idoia. Ella saboreó esa época, pero su inquieto cuerpo la movió hasta Londres, donde continuó formándose, para empezar después su andadura como profesora de baile en las actividades extraescolares de la ikastola San Nikolas. “Y como también me he formado físicamente, me mandaron a Fadura a través de una ETT, y allí di clases también durante once años”, explica.
Hoy en día, sigue cultivando su cuerpo y son muchos los entrenamientos que hace atravesando la envidiable estampa del bosque y la playa de Azkorri. Lo que ha sufrido un frenazo es su papel de profesora al quedarse sin trabajo en la ikastola de Algorta. Así que, como ella misma asegura: “Toca buscarse la vida”.
Oriente, en el horizonte Idoia ya se ha abierto camino antes. “Después de Fadura empecé a tener más trabajos como artista. Los últimos quince años he estado muy ligada a la danza oriental. Como me gustaba mucho la música oriental, me introduje mucho también en la danza de ese estilo y me salieron muchos trabajos así, en grupos y como solista”, expone. También ha permanecido siempre en contacto con el aprendizaje. “Nunca he dejado de recibir clases. El ballet contemporáneo siempre lo tengo muy presente y, depende del espectáculo que vaya a crear, tomo clases y alguna inspiración concreta de jazz, flamenco...”, indica la getxotarra. Una de sus principales creaciones es el proyecto Danzarima, una metodología de aires orientales, esos que tanto le gustan a Idoia. Se divide en tres partes: “La primera es lo blanco, basado en la respiración, en la meditación, el yoga, el pilates... La segunda es lo negro: la parte marcial, la de la disciplina física, y luego está el impulso interior, que es la parte del color, la artística, la de sacar el duende”.
La bailarina getxotarra también forma parte de Garrobi, el colectivo de artistas de Getxo, y allí fluyen las ideas. “Es mucho más fácil estar en contacto con la gente y hacer proyectos en común”, sostiene Idoia. De hecho, esta artista tiene ahor entre manos, junto a un compañero de la asociación, un espectáculo relacionado con Punta Begoña.