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Las joyas de los villanos

Perodri, Matia y Sánchez Joyeros pertenecen a tres sagas de familias que llevan trabajando en la villa desde hace más de seis décadas. Bilbao tiene 188 joyerías; algunas, herencia de artesanos orfebres

Las joyas de los villanosOskar Martínez

La fabricación de joyas es una de las artes más antiguas. Desde tiempos inmemorables se ha atribuido poderes mágicos a estas piezas que siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. Si de algo pueden presumir los villanos de Bilbao es de contar con esos poderes sobrenaturales que han quedado grabados por el trabajo realizado por joyeros artesanos en la historia del botxo. Según datos recogidos por la patronal del comercio de Bizkaia, Cecobi, la villa cuenta en la actualidad con un total de 188 negocios dedicados al mundo de las joyas. Sin embargo, no a todas las empresas les avala una arraigada experiencia que se refleja en las piezas que diseñan, joyas con “alma” que son las que realmente quieren lucir los bilbainos, según destacan los maestros joyeros.

DEIA ha querido recoger historias de algunas de esas empresas dedicadas a este apasionante mundo de la joyería y que, a pesar de estar sumergidos en las campañas navideñas, han hecho un hueco en sus agendas para atendernos. Cuando Perodri Joyeros nació, su fundador, Carlos Pérez Albertín, ya contaba con una extensa trayectoria trabajando en varios talleres artesanos de Bilbao. Fue allí donde aprendió un oficio que pronto hizo suyo y realizó con pasión durante su vida. Carlos fundó su propio taller, un tesoro tan valioso como las joyas que realizó en él, ya que a día de hoy sigue manteniéndose como núcleo inicial de esta marca. Susana y Carlos Pérez, hijos del fundador, tomaron el testigo de su padre hace algo más de una década y a día de hoy, ambos se encargan de mantener el estilo de trabajo y la profesionalidad que aprendieron de él.

“Nos gusta mantener la fabricación dentro de nuestras fronteras para poder seguir ofreciendo siempre la misma calidad a la que están acostumbrados nuestros clientes y la única forma de poder hacerlo es siguiendo todos los pasos, en cada fase de producción, desde que se crea el diseño original hasta que se engastan y pulen las joyas”, destacan. Según explica Carlos Pérez hijo, en una pieza es fundamental además de trabajar con los mejores materiales, los acabados que se realizan. “El hecho de contar con un taller propio resulta básico para garantizar en cada diseño esa exclusividad real y honesta que requiere una joya en particular y el concepto del lujo”, afirma.

En la actualidad Perodri dispone, además de las dos joyerías de Bilbao, de otras boutiques ubicadas en ciudades como Burgos, Madrid, Gasteiz o Salamanca, entre otras. En opinión de Carlos, el contacto directo con el cliente es fundamental para lograr que la confianza perdure a lo largo de décadas. “A los bilbainos les gustan las buenas piezas, pero que sean discretas, no ostentosas. Es un cliente al que le gustan las joyas de diseño”, agregaba.

Lo cierto es que hay piezas que no pasan de moda. Ejemplo de ello es la joya creada por el fundador de Perodri y que con motivo del 50º aniversario su familia decidió reeditar. Se trata del Doublette, un colgante reversible que hoy vuelve con un diseño inspirado en Safari, la última colección de la firma, un punto de encuentro especial entre el pasado y el presente. “Hay joyas que siguen cautivando por su belleza, por la inspiración con la que se creó”, dice.

Tradición e innovación El mundo de la joyería viene desde la época de las cavernas y fue utilizada igual que ahora, para realzar la belleza, sugerir emociones, para indicar la riqueza y el poder, o como símbolo de la espiritualidad. En las primeras épocas, los materiales eran los huesos, los dientes y las piedras. Con el tiempo, se les unió una amplia gama de metales, piedras preciosas y semipreciosas,... Jesús Matia es otro de esos artesanos joyeros que conserva el romanticismo para crear piezas que embellecen. Él ha dado continuidad a la labor que hace más de seis décadas inició su padre en un pequeño taller ubicado en Ribera 19, en la primera planta de un edificio singular del siglo XVIII.

Matia es una empresa que combina a la perfección tradición e innovación y sigue buscando el equilibrio entre el diseño y la calidad, dedicándose única y exclusivamente a la creación de joyas. “Somos una empresa activa, dinámica y con criterios de modernidad”, describe Jesús. Hace trece años decidieron abrir una tienda en la calle Ercilla en la que cuentan joyas con diamantes. Matia asegura que la única manera de sobrevivir en los tiempos difíciles es siendo fiel a los principios y a los clientes que han confiado en la firma durante más de sesenta años. “Somos innovadores y no damos bandazos en lo que a los materiales se refiere, no trabajamos con nada que no sea oro. Tenemos más calidad de la que tuvo mi padre porque disponemos de unos adelantos técnicos que antaño no existían. Ahora hacemos unos diseños por ordenador espectaculares, para que el cliente pueda ver la pieza antes de crearla”, describe Matia.

Artistas orfebres y joyeros han explorado la interacción de la joyería con el cuerpo, empujando y llegando a límites insospechados con este arte. La joyería se ha convertido en arte para vestir, para realzar la belleza de quienes las lucen. Inma Allende representa, junto a su marido, Jon, la tercera generación de la saga de Sánchez Joyeros, un negocio que fue fundado por el joyero artesano Tomás Sánchez. Según explica Allende para ellos el mejor cliente es el que sabe apreciar una buena pieza.

“Eso es fundamental. Lo cierto es que si tomamos como parámetro el precio nos dirigimos a todo tipo de público, desde el que se gasta 150 euros hasta el que quiere algo muy exclusivo de 30.000 euros. Cualquiera de los dos recibirá el mismo trato, absolutamente personalizado”, destaca desde la boutique de la calle Ercilla. En su opinión el éxito en joyería se consigue mediante la experiencia del día a día con el producto, los viajes a las mejores ferias: Suiza, Italia, Asia, España... y, finalmente, con la formación continua.

“Hemos cursado estudios de gemología especialista en diamantes, tasación de joyas, especialización en piedras de color (rubí, zafiro, esmeralda...), y Jon hizo un curso de orfebre de mesa. Digamos que él está más especializado en el acabado final de la pieza y yo en todo lo concerniente a la pureza de la piedra, el corte, el brillo, el color?”, añade. Los villanos de Bilbao pueden presumir de contar con las joyas más preciadas, esas que brillan con luz propia aunque pasen los años.