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La novela negra vuelve a Sestao con Aritza Bergara

La obra supone la continuación de su ópera prima ‘Bajo la sotana’ sobre la pederastia

La novela negra vuelve a Sestao con Aritza Bergara

Sestao - Escritor de novela negra de noche, guionista de literatura infantil o estudioso de la mitología vasca de día, Aritza Bergara Alustiza (Sestao 1972) es un escritor polifacético que, como avezado buceador que gusta de sumergirse en las aguas de Armintza donde reside, profundiza sin miedo al riesgo en sus creaciones literarias a las que trata de dotar de una trama que no solo enganche o entretenga, si no que haga reflexionar. Algo que ha seguido a rajatabla en su trilogía de novelas negro carbón: Bajo la sotana, Olas negras y su recién nacida Lágrimas de fuego en las que el hilo conductor queda en manos del reportero del imaginado Diario de Euskadi, Martín Alustiza, quien retoma la búsqueda del matacuras de su ópera prima. “Siempre me gusta que, además de que sea un libro entretenido, debajo haya alguna temática que haga pensar a la gente. En Bajo la sotana era la pederastia, en Olas negras era el cambio climático y el modelo energético y en este último son los pueblos originarios de América y la lucha que mantienen a día de hoy por recuperar sus vidas, sus creencias, su cultura o su idioma. En este caso nos centramos en el pueblo Mapuche que como el resto de tribus sufrió la colonización y ahora se les sigue machacando, robándoles tierras y desplazándoles de manera inmisericorde”, apunta este musicólogo que investigando sobre los instrumentos autóctonos vascos se topó con la mitología sobre la que lleva escritos tres libros. El primero -de 2002- dedicado a las brujas, el segundo, en 2003, a los gigantes y el tercero, en 2012, una recopilación sobre la mitología en Euskadi.

“Es un tema que también me apasiona. De hecho, ahora estoy esbozando la realización de una obra de mitología destinada al público infantil en el que quiero que colabore mi hijo mayor que tiene ahora 8 años. Aún no termino de decidirme si el formato será el de un libro o bien un CD para que se pueda jugar con el en el ordenador. Si los niños juegan con ello lo aprenden de una manera totalmente natural”, asegura este padre de familia -tiene otro niño de cinco años- que reconoce que “la novela negra la escribo por la noche. La novela te pide una cierta calma y con dos hijos pequeños, la noche cuando ya están durmiendo es un buen momento”.

‘Matacuras’ Es en esa calma nocturna donde Aritza sintió la necesidad de dar al periodista Martín Alustiza una segunda oportunidad para enfrentarse al personaje de su primera novela, Bajo la sotana, en la que un hombre que sufrió pederastia, ante la pasividad de la justicia, decide cambiar su rol y pasar de víctima a ejecutor. “La primera novela la cerré sin un final clásico en el que los malos mueren o van a la cárcel. No me apetecía y se escapó de la acción de la justicia y del propio periodista que contaba con el apoyo de un policía de Zumaia, Garastazu”, refiere Aritza Bergara, quien matiza que la segunda novela Olas Negras no tiene nada que ver en la trama, más allá de sus dos personajes centrales que investigan un suceso violento en el entorno de la central de Lemoiz.

Es precisamente ese impasse literario cronológico el que aprovecha el reportero para seguir con sus pesquisas hasta dar con una noticia publicada en un diario chileno que le pone en alerta sobre el posible paradero del matacuras. La novela arranca entre Plentzia, donde vive el periodista, y Zumaia, donde reside el inspector Garastazu, aunque muy pronto la novela se traslada a tierras de Chile y a algunos de los sitios que para el autor son muy especiales. “Llega a Santiago y de ahí se traslada a la ciudad portuaria de Valparaíso para luego subir al norte hasta el desierto de Atacama y de allí a la turística zona del Valle de La Luna para finalmente descender hasta Tierra de Fuego deteniéndose en la zona donde viven los Mapuches”, describe Bergara, que en esta ocasión aprovecha la ficción para incluir referencias ciertas de los paisajes de Plen-tzia y su casco urbano e incluso de su historia. “En esta nueva obra Plentzia aparece retratada para que la gente del entorno se vean reflejados o con apuntes que puedan desconocer. Plentzia -que antiguamente se llamaba Plasencia- se acaba de hermanar recientemente con Plasencia que es un territorio que existe en Canadá, en la zona de Quebec, a donde llegaban balleneros vascos, guipuzcoanos, pero también de Plentzia. Es algo que me parece interesante y por ello lo he plasmado en el libro y estoy seguro que mucha gente del propio municipio igual no lo sabe”.