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El arte de cazar la inspiración al vuelo

La tienda de productos italianos Grossi acoge en su ‘Spazio Grossi’ una instalación de Hipólito García, ‘Bolo’, todo un clásico

El arte de cazar la inspiración al vuelo

Alo largo de mi vida he conocido a gente con ese don: la habilidad de cazar la inspiración al vuelo como si fuese una mariposa africana difícil de ver. Es todo un arte. La rareza se acentúa si, como ayer, uno tropieza con dos personajes con esa cualidad en la misma historia. El relato se reduce como una de las grandes salsas: Hipólito García Fernández, Bolo para las artes, todo un clásico de un Bilbao que sobrevive en las sombras, inauguró su último trabajo en el Spazio Grossi. La trastienda del relato tiene otra sustancia, mucho más sabrosa. Ahora les cuento.

Comenzaremos por Hipólito. Desde los diecisiete años, Bolo ha sido letrista de diversos músicos (pop y punk por encima de todas las cosas...), lo mismo hijos de sellos independientes que de multinacionales y ha sido mánager, gestor de salas de conciertos, promotor dj, poeta o artista. En ese universo underground de la creación, Bolo es presidente de República, toda una autoridad. Ayer presentó su último trabajo en el Spazio Grossi, la cuarta pared de un tienda de especialidades culinarias italianas, bajo el nombre de Huesos del renacimiento. El artista confesaba que la idea de la instalación -una sucesión de huesos que recogen las marcas y huellas que deja toda una vida en los huesos del hombre hecha con témperas blancas sobre cartulinas negras...- no le vino sino que la inspiración es algo que va y viene en el aire, algo que se atrapa o no.

La idea convenció a Fausto Grossi, otro aventurero de la vida. El hombre regenta una singular tienda de alimentación italiana -prueben las pizzas, auténtica artesanía transalpina...- en el 14 de Manuel Allende y cada primer lunes de mes presenta una exposición en la cuarta pared de su local. Bolo le pidió un armisticio en el calendario por compromisos adquiridos en Madrid (asienta sus reales en Lavapiés hace más de una década...) y ayer puso en marcha la instalación, con su suculenta cocina como avituallamiento de los presentes en la casa, con aires de vieja trattoria. Fausto, junto a su compañera Victoria Lasheras y su hija, la ceramista Luz Grossi, viven en su sueño.

amigos del arte El arte corre por las venas de muchos de los amigos de Bolo. Se dirían que son de la misma sangre. Y muchos también de ellos se acercaron ayer a la cita. Desde la pintora y psicopedagoga Natalia Gómez-Rubiera, hasta el cartelista José Naveiras, pasando por el diseñador gráfico de Camisetaimedia, Iban Fernández, Julián Borao, fundador y coordinador de Noches Poéticas Bilbao; Fernando Marcos, fotógrafo, poeta y hombre de jazz, Luis Mari Cibrian, José Ignacio Dermit, Bilillo, cantautor y antiguo líder de Los Santos, grupo fundamental de la escena pop bilbaina de principios de los ochenta; Anton Pellanne, Ainhoa M. Retenega, Alexis Falkas, Javi Gutiérrez, Diana Tarceño, Charo Gutiérrez, Blanca Martín, Sahara Vicente; el escultor Efrén Carlos García, Rosa Ruiz, Lorena García, Ekain Pujana, Jaime Fernández y un buen número de invitados que disfrutaron de las ocurrencias de Bolo, cazador al vuelo.