Lekeitio - Calor, gansos y buen ambiente, todo ello aderezado con la asistencia de miles de personas que abarrotaron la localidad costera, dio como resultado otra exitosa edición del Antzar Eguna. Lekeitio fue una fiesta en mayúsculas llegando a su punto culminante durante la tarde, a partir de la 16.00 horas y hasta las 19.00 horas con la disputa de la Antzar Jokoa. 84 potines en liza durante tres horas, en las que se llegaron a contar seis alzadas como máximo y en la que el uso del ganso mecánico volvió a crecer un año más, ya que 32 embarcaciones se decantaron por el ánade artificial, junto a la participación femenina.
Tras una pasada edición en la que las alzadas apenas rozaron el centenar, en esta ocasión la marca fue menor incluso llegando a los 71 en total. Más de la mitad de los captores que entraron en juego no alcanzaron la cota máxima de la soga -a una decena de metros de altura sobre el agua- ni una sola vez, si bien es cierto que alguno de ellos logró arrancar la cabeza al ganso en su breve empeño. Como es costumbre, la ronda la comenzaron las embarcaciones lekeitiarras -hubo 61 locales, dos de la comarca y 21 de “extranjeros”-, en este caso de la mano de Zakilo, gracias al sorteo efectuado a mediodía, cuyo captor, Iker Prieto, completó dos alzadas. Con la tercera cuadrilla llegó la participación de la primera mujer de la tarde, aunque no pudo elevarse mucho ya que se soltó antes de llegar a subir del todo.
Un dato significativo de la fiesta es que la participación femenina cada año es más notoria, llegando en esta edición a 18 captoras en total. Aunque por un lado tener un peso más ligero dificulta la labor de arrancar el cuello al animal, por otro lado les permite una mayor sujeción. Olatz Zarate fue una de las valientes que se atrevió con el reto, aunque horas antes del comienzo se mostraba tranquila. En el bote de su cuadrilla ellas eran las que llevaban la voz cantante, ya que “todos los años el ganso lo coge una chica en nuestra cuadrilla, a los chicos los llevamos de invitados”.
No todas las que iban a participar estaban tan tranquilas como Zarate; Ane Maruri, de la cuadrilla Zirkinik Bez, llevaba arrastrando los nervios desde la noche anterior; “estoy muy nerviosa, ya que tengo miedo de llevarme un buen golpe” relataba montada en el potín mientras esperaba el turno que la acercará al centro del puerto, hasta el lugar donde colgaba el ganso. Para Maruri no era la primera participación ya que el año pasado también lo intentó, aunque no con mucho éxito. “La edición anterior también salí, pero fue poca cosa. Espero superar lo que hice, aunque no es algo muy difícil”.
El Antzar Jokoa ha sido desde siempre una fiesta de carácter competitivo que ha ido sufriendo cambios a lo largo de la historia. En un juego con más de 300 años de tradición, no fue hasta hace unas décadas cuando empezaron a participar las mujeres. Antaño, ademas, solamente tomaban parte los marineros y era muy rigurosa la velocidad que llevaban -12 remeros y el patrón-, e incluso, si quedaba alguna duda sobre quién era el ganador, se organizaba una regata entre ellos, que consistía en dar una vuelta a la isla de Garraitz. Otro de los grandes cambios ha sido el uso de los gansos mecánicos o Antzartek, un ánade de gomaespuma creado de forma expresa para esta fiesta por el centro tecnológico Gaiker.
Al final, el ganador de la Antzar Jokoa fue Ignacio Canduela, de la cuadrilla Apuraten, que tras completar seis alzadas y llevarse consigo el cuello del ganso, se impuso al resto de competidores en las disciplinas de más cantidad de alzadas llevándose la cabeza y también en la categoría de sin cabeza, ya que el resto solo llegó a completar cinco alzadas como máximo.
Por tanto, el Antzar Eguna volvió a convencer, dejando claro que es una fiesta integradora y muy en boga, más si cabe cuando luce el sol como ayer aconteció. Una celebración donde el buen ambiente predominó durante todo el día bajo un intenso calor y en una localidad sin parangón.
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