Laukiz - Fue en 1971 cuando Begoña y Teodoro pusieron en marcha una cervecera en Laukiz. Han pasado 45 años. Casi nada. Hoy día, su hijo Óscar está al frente del restaurante en el que se ha convertido aquel pequeño negocio familiar. Óscar Cavia ha enraizado vida, proyecto y corazón en este pueblo chiquitín y bello de Uribe-Butroi. Laukiz es su apuesta. Es su casa. Y se aferra a ese Laukiz suyo, el que evoca a su infancia; a ese Laukiz tan verde, tan vestido de campo y huerta, tan de gentes de toda la vida que se conocen y quedan en la plaza de la iglesia, la de siempre, la que ha sido y es punto de encuentro para varias generaciones.

La vida es un compendio de paradojas, y Óscar, hombre implicado en la vida de Laukiz, apuesta por la esencia de su pueblo, tradicionalmente rural, al tiempo que ve necesario que exista la lógica evolución y modernización que debe experimentar una localidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Eso es lo que quiere para Laukiz: desarrollo e idiosincrasia propia. Un sabio maridaje.

Desde la atalaya del restaurante Ganene, Óscar ha sido testigo del devenir de su pueblo, de la llegada de nuevos habitantes, de la consolidación de la sokatira como santo y seña de la localidad, del surgimiento de nuevos movimientos como el hace poco creado grupo de dantza, de la reducción del número de locales hosteleros que caracterizan al pueblo...

Dinámico y entusiasta, Óscar siente en clave rojiblanca. Es un fiel seguidor del Athletic y cuando viaja para ver jugar a su equipo y estando fuera le preguntan de dónde es, él responde orgulloso: “¡De Laukiz!”.

Desde este restaurante ha visto la evolución de la localidad...

-En las últimas cuatro décadas hemos visto cómo ha crecido el pueblo. Y cómo se ha reducido el número de restaurantes. En 1980 éramos trece restaurantes y ahora quedamos media docena.

En Laukiz predomina el verde.

-Es un pueblo verde. No tiene empresas. Hay restauración pero no hay industria. No sé si será bueno o malo. Nosotros estamos a gusto como estamos.

¿Pero sigue manteniendo el carácter rural?

-Sí. Las cosas van cambiando, pero yo creo que seguimos siendo un pueblo muy rural. Esto ha sido todo caseríos, chalecitos... Ahora va modernizándose un poquitín, se han hecho unos pisos...

¿Y la figura del baserritarra continúa vigente en Laukiz?

-No. Yo creo que baserritarras ya quedan cuatro. Hay quien tiene huertitas, pero la gente ya no se dedica a este tipo de cosas. Se trabaja la huerta, pero para casa.

¿Cuál es el principal cambio que ha experimentado Laukiz en las últimas décadas?

-Laukiz no ha cambiado mucho. Sigue siendo como antiguamente. Sí que ha venido más gente a vivir.

Toda una vida en Laukiz ¿Cómo es la infancia en un pueblo pequeñito como este?

-En mi época, muy bonita porque todo era juego. Jugabas a lo que se llevaba entonces, a campo quemado... Estabas con tu cuadrilla, pero no te cerrabas: ibas a jugar al fútbol a las campas y te juntabas con los más mayores y con los más pequeños. Era completamente diferente. Estábamos todos muy unidos. No había mosqueos. Y si los había en dos minutos se solucionaban. Éramos más ingenuos. Más inocentes. Ahora, como estamos todos con el móvil y todo eso, ya no se ve tanta reunión de cuadrillas, de niños, como antes.

¿Y qué me dice de la sokatira? Gaztedi ha paseado el nombre de Laukiz por todas partes.

-El club lleva muchos años, 54 o 55. Han sido campeones del Mundo, campeones de Europa y son un referente para Laukiz. Hace unos años celebramos las bodas de oro del club con un evento que unió al pueblo. Y eso es lo más bonito. Ahora la sokatira sigue uniendo. La sokatira funciona. Todos los caseríos de Laukiz tienen a alguien que ha tirado en algún momento en sokatira.

¿Lo que más le gusta de Laukiz?

-Que seguimos siendo los mismos de toda la vida. ¿En cuanto a zonas? La plaza. La plaza ha cambiado, pero sigue siendo la misma. La plaza es la iglesia, los bares del pueblo, el cogollo. Tienes el frontón, el probadero... Tienes el ambiente rural de toda la vida pero en el casco. En el pueblo está la virgen de Unbe, quedan caseríos emblemáticos, pero no llaman tanto la atención: si tú bajas de Unbe y te encuentras directamente con la plaza, sabes que el centro del pueblo es aquel. Nuestra infancia ha transcurrido allí. Y yo creo que los chavales de hoy en día, cuando se juntan, quedan allí. Es el centro del pueblo.

¿Qué es para usted Laukiz?

-Es mi casa. Es donde he nacido. Donde tengo mis raíces.

¿Qué cambiaría del pueblo?

-Muchas cosas... La cuestión es que si haces cambios hacia un pueblo más moderno puedes perder la esencia de Laukiz. Al final, es la pescadilla que se muerde la cola. Pero la vida cambia, todo cambia y si tu no te modernizas, el pueblo se muere. Y tienes que buscar algo para que el pueblo no se muera. Cambiaría muchas cosas pero ¿qué habría que cambiar de forma que no se tocara lo que es la esencia del pueblo? Pues es un tema muy difícil.

¿Un deseo para Laukiz, algo que le gustaría?

-Que crezca. Y que se modernice el pueblo sin perder su esencia. Que haya más cosas para el pueblo, otro tipo de actividades. Ya se están haciendo, pero podría haber más.

Hostelero de Laukiz