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Ander Berreteaga: “En el puerto de Plentzia hay tertulia todas las mañanas”

Ander Berreteaga: “En el puerto de Plentzia hay tertulia todas las mañanas”Juan Lazkano

PLENTZIA. El punto de partida de este paseo es el puerto, donde lleva Ander asentado, de una manera u otra, 56 años - “¡Y tengo 64!”-. Pescador jubilado, nacido en Barrika, pero con amarras soltadas en Plentzia, su característico bigote - por algo le llaman Bigotón- y su pantalón de mahón marcan la diferencia en la localidad de eternos aires marineros.

¿Cómo era Plentzia en blanco y negro?

-Yo volvería a tener 25 años con ese Plentzia de antes. Con ese empiece. Con aquellos txikiteros que cantaban por todos los bares. Eran unos fenómenos. Y el domingo, con el txikiteo y la cantata... aquello era... Y bueno, cuando yo era joven, Plentzia era un pueblo mucho más pobre. De los pescadores, quien tenía un motorcito... ¡era la leche! Yo empecé a trabajar en una empresa y se fue a la quiebra y tenía un gasolinito y me eché a la mar sin saber. Me tocó la lotería de conocer a un gran hombre, Juanito Eguía, que aún vive con 95 años, y lee el periódico sin gafas, conduce... No es que sea un buen hombre, es que si hay Dios, Juanito es mejor que Dios. No solo me ayudaba sino que venía a la mar conmigo. Si había que ir a las tres de la mañana, ahí estaba. Hoy en día, hay menos pescadores, pero cada uno de ahora pesca lo de siete de antes, bien por la tecnología o por que los chavales son cada vez más listos. Pero ahora hay menos, porque generalmente uno no quiere que su hijo pase por todo lo que él ha pasado.

El puerto tiene otro aspecto en la actualidad...

-Ahora parece Puerto Banús. Tiene un aire un poco más pijo. Además, este puerto es del Gobierno vasco, pero han hecho un puerto para unos cuantos solo. Cada x años se debería hacer un sorteo de amarres, porque lo que ocurre ahora es que si el barco está en regla, el que lo tiene ya es para siempre. Han hecho como un coto privado con dinero público. Y claro, no todo el mundo tiene 20 años para ir a coger la embarcación.

Pero estos días tienen algo de ayuda, ¿no?

-Es cierto que ahora han puesto un botero, que está agosto y hasta el 11 de septiembre y lleva a la gente desde aquí, del puerto, hasta las embarcaciones. Está de diez de la mañana a diez de la noche y solventa un poquito el problema en verano.

Plentzia y la ría; la ría y Plentzia... Inseparables.

-La ría sí que ha cambiado porque al hacer el puente, cambió el curso, hay menos calado que antes, hay menos riadas también... El puente fue un cambio muy grande. Había una correntada terrible y ello mantenía el calado, pero había más inundaciones. Ahora, la ría sale con más tranquilidad del agua y se va posando y quitando calado.

Y todos los que tienen embarcación, a salir en la procesión de El Carmen...

-Aquí se vive mucho. A la gente le gusta salir con las embarcaciones. Este año ha sido a las cuatro de la tarde y había muchísima gente. Plentzia para sus fiestas es muy plenciano. También para la Madalena, ahora enseguida en San Antolín... Sus fiestas son de guardar mucho. En realidad, el plenciano es muy plenciano para todo, tiene mucho sentimiento de pertenencia, de identidad. Sobre el todo, el plenciano antiguo, es muy arraigado a su tierra y... puede llegar a unas discusiones en el bar por la bahía de Gorliz (risas)...

¿Cómo era la época de pescador?

-Tocaba madrugar. Me levantaba a las dos y media de la mañana y entonces no había lo que hay ahora. Levantábamos a mano las redes. Con la primera maquinilla que traje alucinaron todos. Al principio se pensaban que eso no levantaba las redes y unos hasta se pusieron a hacer sokatira tirando para ver si podían más que la maquinilla. Pero terminaron por los suelos... Ahora, que ya estoy jubilado, me vengo aquí a las mañanas a la tertulia que se forma en el puerto. Hay esa costumbre. Son muy abiertos. Tú das tu opinión, si quieres y si no, te callas (risas).

¿Y cómo es Plentzia ahora, bien entrado el siglo XXI?

-Plentzia tiene un paseo increíble, La Concha de San Sebastián será bonita, pero toda esta zona... Además, ahora ves en la ría a un montón de chavales en piragua, que es una gozada. Ves a gente haciendo surf en la playa también. Tienen más diversión con menos espacio. Hay gente que ha movido el pueblo. Y bueno, este es un lugar un poco dormitorio y eso lo notan los comercios. Y, sin ánimo de ofender, a los que somos de Plentzia, los meses que más nos gustan son mayo y junio y luego septiembre y octubre, si hace bueno. Porque hay ambiente, pero no tanta gente... Luego ya en invierno, nos quedamos los de mantenimiento. Así nos llaman en los bares: “Ahí vienen los de mantenimiento”. Somos los indígenas, como digo yo.

Y todos se conocen, claro.

-Hombre, aquí empiezas a decir: “¿Qué hay?” Y terminas con la lengua gastada. Nos conocemos todos. Los bares nos conocen también y eso es una garantía. Si tienes algún problema, siempre tienes a alguien que te saca del apuro. En ese aspecto, sí es mejor que antes, porque los tasqueros entonces... (risas).

Pescador jubilado de Plentzia