Jesica Bordoni y Daniele Amalfitano viajaban en un tren cuando encontraron su sueño. Buscando la manera de conjugar sus dos pasiones, la literatura y la artesanía, soñaron ciudades repletas de libros. Calles y plazas inundadas de grandes obras. Bueno... quien dice grandes, dice obras de 4,5 por 6,5 centímetros. Bukkis, los han bautizado. En aquel tren nació Apuka Ediciones, una editorial de minilibros ecológicos.

Los minilibros están hechos a mano, con papel certificado FSC y encuadernados en corcho. Pero eso es solo el recipiente, el cuerpo de un pequeño tesoro. “Siempre nos gustó intentar crear algo que pudiera ser un símbolo”, explica Daniele, “un símbolo del amor por los libros y por lo que representan los libros. Pensamos en una miniatura por la sensación que podía suponer tener la infinidad de emociones que simboliza un libro en la palma de la mano”. Artesanía, literatura y simbología juntos en un único producto.

Apuka Ediciones ha creado hasta la fecha tres colecciones en las que convergen cuentos infantiles y obras de Shakespeare, Tomás Moro o Cervantes entre otros. Cada publicación recoge la obra original y la presenta con cuidados detalles. “Son todas obras de fuerte valor simbólico. Desde el cuento hasta la tragedia, pasando por la filosofía. Cada obra quiere ser un símbolo de algo. Un símbolo de un recuerdo”, señala este italiano afincado en Castro. Jesica, su socia, apunta al poder de seducción que estas miniaturas tienen con los más pequeños: “Vemos a niños acercase a textos que con otro formato no se les ocurriría nunca leerlos. Nos dicen las madres que sus hijos se han leído así algún texto de Cervantes o de Shakespeare. Eso es gratificante para nosotros. Logramos acercar la buena literatura a diversas clases de gente. Se acercan niños y abuelitas. La reacción de la gente ha sido mejor de lo que esperábamos”.

Pero el sueño de esta pareja italo-argentina eran calles llenas de libros y eso no se conseguía solo creando minilibros. Por eso crearon la Mini Librería Andante, un triciclo reconvertido en expositor de libros que acerca la literatura a cualquier rincón. “Hemos logrado darle forma a este proyecto gracias al Ayuntamiento de Castro”, confiesa Daniele, “les hemos presentado un proyecto de una librería itinerante en la que, además de la venta de los minilibros, se puede dar un servicio gratuito de intercambio de libros entre la gente. La idea, más que un carrito con ruedas, es hacer de la cultura algo compartido y popular”. Jesica también se muestra satisfecha de las posibilidades de su creación: “Nos gustaba poder acercar la cultura a la calle, al alcance de la mano y de la mirada, más allá de lo institucional, como otras formas de expresión cultural”.

Daniele cuenta que en Castro ya han puesto en marcha el sistema de intercambio de libros con notable éxito. “Dejamos a las personas la libertad de llevarse el libro que quieran y les hacemos partícipes y responsables de la iniciativa diciéndoles que al llevarse un libro, al día siguiente tienen la responsabilidad de entregar otro. Se trata de compartir cultura entre todos. Es un sistema basado en la confianza. Lo más lindo es que las personas lo entienden y cumplen”. “Lo hacen encantados porque les entusiasma la idea”, confirma Jesica, “nos dicen que tienen libros en casa, nos los bajan y se llevan otros”.

Ahora quieren expandir esta actividad en Bilbao. “Para nosotros es importante que las instituciones entiendan el sentido de la iniciativa”, dice Daniele, “cuando trabajas en suelo público hace falta que estén detrás las instituciones, si no las cosas se complican. Nuestros bukkis son pequeños y con carácter, así que Bilbao es la ciudad perfecta para ellos porque es una ciudad pequeña, pero es la que más carácter tiene del mundo”.

Apuka, que significa sonríe en guaraní, seguirá creciendo con nuevas colecciones, una de poesía y otra de carácter social y político. “Muchos turistas nos piden una edición en inglés”, explica Daniele, “y la haremos. También nos gustaría hacer bukkis en euskera”. Así que Jesica y Daniele continuarán persiguiendo su sueño de llenar las ciudades de libros colocando minilibrerías andantes “en el mayor número posible de ciudades”. “Por eso es andante”, dice Jesica, “como Don Quijote”.