Síguenos en redes sociales:

Los pilares de una hermosa casa de salud

Los pilares de una hermosa casa de salud

SERÁ verdad aquella reflexión que hizo el dramaturgo alemán Hermann Kesten, cuando dijo que los progresos de la medicina son y serán tan gigantescos que ya no estaremos seguros de nuestra propia muerte...? No me atreví a lanzar semejante pregunta en ese sanedrín de los hombres sabios que se reunió, en la noche de ayer, en sendos cónclaves del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ) organizados en el Museo Guggenheim, donde se celebraron las Juntas Generales de la Asociación Igualatorio Médico Quirurgico y de Especialidades y de la Sociedad de Médicos. ¿Por qué no hacerlo?. me digo ahora. Quizás por miedo a la impertinencia o por no importunar a los presentes, hombres y mujeres principales de un santo y seña que abre la puerta de la bilbainía: el Igualatorio, que así se le conoce en la calle: por su nombre de pila como a los viejos amigos.

No es esta una crónica de gráficos ni de sesudos informes que analicen los balances del curso presente o del pasado. Tampoco es un vademecum que recoja entre sus páginas la fórmula prodigiosa que facilite la elaboración de una pócima extraordinaria (que más quisiera...) ni uno de esos álbumes de antiguos alumnos o de los mas listos de la promoción nosecuantos. Es otra historia. La aventura de un puñado de hombres y mujeres que año tras año mantienen en pie los pilares de la casa de salud de miles de vascos: el IMQ. Sus afanes y desvelos por qué cuadren cuentas y servicios, sí. Pero sobre todo el anhelo de hacer de la medicina un arte. Una historia humana. Eso es lo que es.

interés En la inmensa mayoría de las juntas generales, sean de la condición que sean, el interés es la pregunta capital. En la noche citada no fue distinto, aunque fuese otro el matiz, más cercano al que empleaba Thomas Mann, otro hombre de letras, al juzgar a los hombres y mujeres de ciencias. “Todo el interés en las enfermedades y la muerte es solo otra expresión del interés por la vida” dijo. Si a ello se le une el pensamiento de Hipócrates, ese que dice que allí donde el arte de la medicina es cultivado, también se ama a la humanidad, diremos que es una historia humanista.

En ella participó el equipo directivo de IMQ, con el presidente Pedro Ensunza al frente y con la mano que todo lo guía del consejero director general, Miguel Ángel Lujua, a las riendas. Entre ellos se encontraban Pablo Vidal, Javier Aguirregabiria, Teresa Aranguren, Mercedes Bayón, Jorge Díez, Nerea Eguía, Javier Gárate, María José Gutiérrez y Esther Zaballa, sí. Pero también Ángela Grande, Jorge Caramés, José Antonio Vicandi, Ricardo Villanueva, Nicolás Guerra, hombre fuerte en uno de los buque insignia de la casa, la clínica Zorrotzaurre; Juan Ignacio Goiria, Julio Garaizabal, Beatriz Astigarraga, María Teresa Magallón, Yolanda Urrutia, Teresa Polo, María Luisa Allona, Valentín Achotegui, Iñigo Ucelay, Luis María Guevara, Itziar Gandariasbeitia, Luis García, Esteban Mendizabal, Ángel Barturen, Joseba Barrón, Ángel Artola, José Ángel Arzuaga, Ignacio Gandarias. Roberto García Osua y todo un elenco de personas volcadas en los cuidados de la salud, apostadas en las trincheras desde las que hacer frente a las hordas de la enfermedad.

Los hombres que se ocupan de restaurar la salud de los demás uniendo habilidad con humanidad están sobre los grandes de la tierra dijo Voltaire. Y es raro que gente así se equivoque.