Durango - Recuerda con especial cariño y entre risas cómo cuando era niño su padre y sus tíos, responsables de la mítica tienda Fotosol de Durango, le dejaban remover los líquidos para el revelado de fotografías y le decían “ni se te ocurra remover hacía la izquierda”. A sus 55 años, Txelu Angoitia es en uno de los fotógrafos más reconocidos de la comarca y sus fotografías son solicitadas para numerosos proyectos. Además, en el año 2000 comenzó a impartir diferentes cursos como el que ha tenido lugar desde el pasado mes de octubre en Durango. Organizado por el Ayuntamiento, a través de su Área de Inmigración, esta noche el Plateruena Kafe Antzokia acogerá la presentación del trabajo realizado por sus alumnos con la fotonovela Ane&Abu. “He mamado la fotografía desde pequeño. Cuando eres joven el proceso natural es distanciarte de tus padres y durante años no le hice ni caso. Tenía claro que no quería ser fotógrafo, pero después descubrí este mundo desde otro punto de vista y hoy vivo de ello; es mi medio de expresión”, explicó satisfecho el fotógrafo, que trabajó en Egin a finales de los 80 y principios de los 90.
Vinculado al mundo de la fotografía desde niño, Txelu guarda con especial cariño su primera Retinete. Una cámara que cogía prestada de la tienda con 13 años cada vez que se marchaba a alguna parte y terminó quedándose. Reconociendo que desconoce cuántas fotografías ha podido realizar a lo largo de su vida, Txelu asegura que “no soy de los que me regodeo en alguna foto buena que hice porque el fotógrafo siempre está pensando en la siguiente”. Durante todo este camino, sí sabe cuáles han sido algunas de las instantáneas más complicadas. En este apartado destaca las que tuvo que hacer hace unos años en El Congo sobre la Malaria para un proyecto de Medicus Mundi. “Igual allí vi las situaciones más duras pero la cámara a veces es una especie de anestesia que nos ponemos delante. Hay cosas que si tu las ves en directo te pueden golpear muy duro, pero cuando estás con la cámara hay una especie de filtro que te permite seguir trabajando en situaciones de esas”, asegura.
En lo que a las instantáneas más divertidas se refiere, recuerda con cariño unos carnavales en Cabo Verde. El durangarra se acercó a la capital con su inseparable cámara y “creo que igual es el día que he fotografiado la alegría y la sensualidad en su máximo esplendor. Estuve bailando con ellos, sudando con ellos y a la vez haciendo fotos”, puntualizó Txelu, quién añadió que “estaba tan metido en la vorágine aquella que derroché mucho carrete y ni comí”.
Inmersos en la era digital, y asegurando que para conseguir una buena foto “tienes que estar en tensión, atento y esperar el momento preciso”, Angoitia reconoce que todavía guarda ciertos tics de la era analógica. En este sentido, no le gusta disparar en ráfaga y también reconoce que las nuevas tecnologías, aunque han supuesto grandes ventajas, también tienen su lado negativo. “Antes había que ahorrar negativo y se pensaba muy bien cada foto. Ahora esto quizás se ha perdido porque como puedes disparar todos lo que quieras y es gratis, se ha perdido la concentración”, asegura el experto.
Esta noche El Kafe Antzokia se vestirá de gala a las 20.30 horas para acoger la presentación de la fotonovela Ane&Abu. La jornada servirá para homenajear a Abou Sakho, joven senegalés de 30 años fallecido el pasado 20 de mayo por una enfermedad hepática que participó en estas clases. “De los tres talleres que he dado él estuvo en dos y era una persona especial que te marcaba”, apunta Txelu, quién ha preparado un vídeo de cuatro minutos con instantáneas y reflexiones del propio Abou.